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La selección de cultivos podría contribuir a enfriar Europa y Norteamérica en verano

Científicos británicos han propuesto un método que denominan «biogeoingeniería del albedo» para ralentizar el calentamiento de la superficie terrestre. Según este método, se seleccionarían unas variedades de cultivos agrícolas en detrimento de otras a fin de lograr el máximo c...

Científicos británicos han propuesto un método que denominan «biogeoingeniería del albedo» para ralentizar el calentamiento de la superficie terrestre. Según este método, se seleccionarían unas variedades de cultivos agrícolas en detrimento de otras a fin de lograr el máximo coeficiente de reflexión de la luz solar. En la revista Current Biology se ha publicado un estudio que demuestra que estas medidas de bajo coste permitirían enfriar gran parte de Europa y Norteamérica en hasta un grado centígrado durante el período estival. El incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero está provocando un cambio climático de tal envergadura que podría llegar a resultar inmanejable, situación que ha impulsado la búsqueda de soluciones tecnológicas globales que se han dado en llamar «geoingeniería». Si bien nada puede remediar la necesidad de reducir las emisiones de CO2, paralelamente se trata con denuedo de dar con soluciones complementarias que ayuden a paliar el calentamiento del planeta. No obstante, las iniciativas en tal sentido suelen requerir de costosas industrias o infraestructuras nuevas, razón que complica su aceptación. En el estudio mencionado, los científicos efectuaron una serie de experimentos para analizar la sensibilidad teórica del clima, a fin de averiguar cómo afectaría a las condiciones climáticas globales la mera modificación de los cultivos. Su razonamiento fue que, dado que los cultivos agrícolas tienen un coeficiente de reflexión lumínica más elevado que la vegetación natural, por sus hojas más brillantes y su mayor espesura, estas características podrían aprovecharse para reflejar al espacio una mayor proporción del calor solar. Este método de investigación del cambio climático lo han denominado «biogeoingeniería del albedo» (bio-geoengineering). El coeficiente de reflexión de las plantas, denominado albedo, cambia de una variedad a otra de una misma especie vegetal. Por ejemplo, el albedo de un tipo concreto de sorgo es 0,16 veces más elevado que el de otro tipo simplemente por la estructura de la cera de sus hojas. Del mismo modo, el albedo de las distintas variedades de maíz puede cambiar considerablemente por diferencias en la forma de las hojas o en la fronda de la planta. Los científicos se valieron de un modelo informático para estudiar los efectos que tendría un incremento del 0,04 en el coeficiente de reflexión de los cultivos. Teniendo en cuenta la circulación oceánica y atmosférica, el hielo marino y la vegetación terrestre, el modelo predijo la humedad del suelo, la productividad y el intercambio energético con la atmósfera en un período de doscientos años. Tras un período de ajuste de cincuenta años, empezaron a observar resultados interesantes. «Tras hacer una serie de selecciones entre las actuales variedades de cultivos, tratamos de calcular con la mayor precisión posible en cuánto podría aumentarse el coeficiente de reflexión, lo cual nos llevó a predecir que las temperaturas estivales podrían reducirse en más de un grado centígrado en gran parte de la zona central de Norteamérica y las latitudes medias de Eurasia», explicó el Dr. Andy Ridgwell de la Universidad de Bristol. «En último término, podría lograrse un mayor enfriamiento climático regional mediante cultivos selectivos o modificaciones genéticas para conseguir el albedo óptimo.» Por otra parte, los investigadores indican que los resultados no se vieron afectados por el rociado de soluciones reflectantes sobre las hojas de las plantas cultivadas. Hay quien ha señalado que el cultivo de plantas como materia prima para biocombustibles lograría un efecto similar. No obstante, esta práctica es perjudicial para la producción de alimentos, cada vez más importante a medida que aumenta la población mundial. En cambio, los investigadores señalan que los métodos de biogeoingeniería surtirían los mismos efectos beneficiosos sin perjudicar a la producción de alimentos en términos de rendimiento o de tipos de cultivo. «Proponemos elegir entre las distintas variedades de una misma especie cultivada para conseguir el máximo coeficiente de reflexión solar, no cambiar el tipo de cultivo, si bien esto último también podría deparar beneficios para el clima», declaró el Dr. Ridgwell. En los próximos cien años, decisiones tan sencillas como éstas podrían contribuir en gran medida a paliar el calentamiento de la superficie terrestre. Conviene tener en cuenta los efectos climáticos inherentemente regionales (y estacionales) que se apreciarían si se modificaran las propiedades de los cultivos. Según el Dr. Ridgwell, es necesario seguir investigando la variabilidad del albedo entre las distintas cepas de los cultivos más comunes. Asimismo, la biogeoingeniería de las tierras de cultivo debería considerarse en conjunción con otros planes de geoingeniería como el blanqueamiento de los edificios o la modificación de los pastos. La reducción indicada en el estudio es equivalente a un enfriamiento global anual de más de 0,1 °C. «En su conjunto, los métodos de biogeoingeniería podrían ser de utilidad como medida temporal para reducir la gravedad de los impactos agrícolas y sanitarios de las olas de calor en el Norte industrializado», concluye el estudio. Sin embargo, los autores advierten que «a escala mundial, su efectividad es limitada por lo que concierne a mitigar el futuro cambio climático y, por tanto, no puede reemplazar a la reducción de las emisiones de CO2».

Países

Reino Unido

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