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Alegrémonos, nadie se opone por completo a cuestionarse sus falsas creencias

El proyecto DEBUNKER, con financiación europea, ha estudiado los mecanismos que crean, refuerzan y corrigen las percepciones erróneas. Los primeros hallazgos dan esperanza a quienes desean acabar con las teorías conspirativas, la desinformación y las noticias falsas, y sugieren que las sociedades pueden estar menos polarizadas y ser más transparentes, lo que beneficiaría a todos los ciudadanos.

©Kaspars Grinvalds #407156108, source: stock.adobe.com 2021

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En un mundo ideal, el acceso instantáneo a información sobre cualquier tema debería ser el último clavo en el ataúd de las percepciones erróneas. Sin embargo, las cosas no son así en el mundo real. Con la llegada de más información, vinieron más formas de divulgar la desinformación y los medios de comunicación sociales permitieron que personas con ideas muy poco convencionales se unieran en grandes comunidades de usuarios de internet con ideas afines. Lo vemos cada día con la divulgación de las teorías conspirativas sobre política, sanidad o incluso ciencia.

Muchos investigadores han estudiado el éxito de las percepciones erróneas, pero la mayoría se centra en un tema concreto visto desde los Estados Unidos. El proyecto DEBUNKER, financiado con fondos europeos y respaldado por el Consejo Europeo de Investigación (CEI), es uno de los primeros proyectos en comparar diferentes entornos nacionales que conducen a percepciones erróneas. Reúne a una combinación única de psicólogos, economistas y expertos en ciencias políticas y comunicación, e investiga cuestiones tan variadas como la inmigración, las vacunas, el cambio climático y el concepto político de las noticias falsas.

«El trabajo que realicé previamente con Brendan Nyhan sobre el “backfire effect” fue un punto de partida importante para este proyecto. Con ese trabajo, identificamos casos en los que dar información correctiva a las personas parecía hacer que se aferraran con más fuerza a sus percepciones erróneas. Por fortuna, con este proyecto, pudimos demostrar que es algo poco común a nivel de comunidad y que las correcciones nunca son inútiles a nivel individual», explica Jason Reifler, beneficiario de una beca del CEI y catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad de Exeter (el Reino Unido).

Esto está en consonancia con otro estudio muy reciente publicado en la revista «Proceedings of the National Academy of Science» (PNAS) (los Estados Unidos) que muestra que la gente no percibe bien su capacidad para discernir entre noticias falsas y verdaderas. Como señala Reifler: «DEBUNKER muestra que el exceso de confianza está asociado con el mantenimiento de percepciones erróneas, y que las personas que tienen demasiada confianza visitan más sitios web poco fiables».

Cómo nacieron las noticias falsas

Cuando se le pregunta cuál es el mayor logro del proyecto hasta la fecha, Reifler menciona de inmediato la información única obtenida en el marco del proyecto sobre el surgimiento de las noticias falsas. La investigación no solo demuestra el importante consumo de noticias falsas a nivel individual, sino que muestra que este consumo se concentra en una proporción relativamente pequeña de la población. Y eso no es todo.

«No hemos encontrado pruebas de que el consumo de noticias falsas afectara al resultado de las elecciones presidenciales de los Estados Unidos en 2016, aunque tampoco podemos descartar del todo la posibilidad. Sin embargo, los políticos con plataformas prominentes —como Donald Trump— pueden difundir información objetivamente incorrecta de una manera mucho más amplia y profunda que los sitios web de noticias falsas. Del mismo modo, otro descubrimiento importante del proyecto es que insinuar que existe una conspiración puede engendrar tantas ideas conspirativas como afirmar explícitamente que hay una conspiración», añade Reifler.

Contraatacar

¿Entonces cómo podemos abordar exactamente las percepciones erróneas? En opinión de Reifler, quien cita el ejemplo de las acusaciones de fraude electoral tras las elecciones en los Estados Unidos, es cuestión de limitar el suministro y evitar la difusión a segmentos más amplios de la población.

«Por supuesto, también necesitamos soluciones para cuando las percepciones erróneas se divulgan. Ahora sabemos con seguridad que proporcionar información correctiva ayuda. También descubrimos que las intervenciones de alfabetización digital o en medios de comunicación parecen tener un efecto positivo y no generar más desconfianza, como creíamos antes. Por último, podemos conseguir que la gente reconozca sus propios errores en el procesamiento de la información y en la precisión con que distinguen las noticias falsas de las verdaderas. En nuestro último artículo en PNAS, descubrimos que cerca del 90 % del público sobrestima su capacidad para diferenciar entre noticias falsas verdaderas. En resumen, debemos ser más humildes».

En cuanto a los medios de comunicación sociales, Reifler considera que se exagera el problema de las cámaras de eco y las burbujas de filtro y que solo es aplicable a un segmento muy pequeño de la población. Probablemente, el mayor problema sea que la mayoría de las personas tienen vidas que vivir y deben hacer sacrificios en cuanto a cómo se informan sobre la mayoría de los temas.

Aunque el hecho de que las personas respondan de manera positiva a los tratamientos correctivos es una buena noticia, Reifler insiste en que tampoco es todo un camino de rosas. «Los efectos nunca eliminan por completo las percepciones erróneas y se disipan con rapidez. El gran desafío es encontrar qué herramientas y estrategias tienen efectos más duraderos».

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Datos del proyecto

Acrónimo del proyecto
Debunker
Número del proyecto
682758
Quién coordina el proyecto: el Reino Unido
Quién participa en el proyecto:
Reino Unido
Coste total
€ 1 931 730
Contribución de la UE
€ 1 931 730
Duración
-

Véase también

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