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Proteger a las aves de los peligros de las líneas y torres de alta tensión

La electrocución y la colisión con líneas de alta tensión se encuentran entre las principales causas de mortalidad entre numerosas especies de aves. Un grupo de científicos españoles aporta información nueva sobre los factores que provocan estas muertes. Sus hallazgos demuestr...

La electrocución y la colisión con líneas de alta tensión se encuentran entre las principales causas de mortalidad entre numerosas especies de aves. Un grupo de científicos españoles aporta información nueva sobre los factores que provocan estas muertes. Sus hallazgos demuestran que si se aplicaran unas sencillas medidas en puntos estratégicos se podría reducir sustancialmente el número de aves que mueren por estos motivos. La investigación resulta muy relevante para el ámbito de la conservación de aves en peligro de extinción. Miles de aves mueren cada año electrocutadas por las líneas y torres de alta tensión. Las electrocuciones se producen cuando las aves entran en contacto con dos cables o cuando se posan en una torre de alta tensión que conduzca la electricidad, como las de metal, y tocan un cable al mismo tiempo. En Europa este fenómeno afecta a aves como rapaces, cigüeñas, lechuzas y córvidos. La electrocución es especialmente grave cuando se trata de especies amenazadas como el águila imperial ibérica (Aquila adalberti) y el águila perdicera (Aquila fasciata). A pesar de que a primera vista todas las torres pueden parecer iguales, existen cientos de variedades y su peligrosidad depende tanto de su diseño como de su ubicación. A pesar de que se han adoptado medidas para reducir los riesgos que suponen estas torres, aún no se ha evaluado su efectividad. Científicos de la Universidad de Barcelona han estudiado el problema de la electrocución durante más de una década. Según explican en la revista Journal of Wildlife Management, evaluaron el riesgo de electrocución de cerca de 4.000 torres en los alrededores de Barcelona. Descubrieron que menos del 10% de las torres eran responsables de más del 50% de las muertes de aves. En lo que respecta al diseño, las torres más seguras son aquellas que no están enterradas, cuentan con aisladores suspendidos tipo pin y disposición alterna de las crucetas y carecen de cables conectores. La ubicación también es importante; las torres de alta tensión que se encuentran en una posición elevada, especialmente en zonas de monte bajo, son especialmente peligrosas. Ello se debe a que las aves de presa suelen utilizarlas como atalayas para escrutar el paisaje circundante en busca de presas. Uno de los descubrimientos más importantes de este proyecto es que para reducir las muertes por electrocución no es necesario que las compañías eléctricas apliquen medidas correctivas en todas sus torres. En realidad, la aplicación de medidas paliativas en «sólo el 6% de las torres más peligrosas podría reducir hasta en un 70% las muertes de aves», afirmó Joan Real, uno de los autores del artículo. Los investigadores concluyen lo siguiente: «Nuestros resultados indican que la electrocución de aves en una área determinada puede evitarse casi por completo mediante una estrategia adecuada de selección de torres de alta tensión unida a técnicas correctivas contrastadas. Ello permitiría a los organismos públicos y las compañías eléctricas emplear eficazmente los recursos destinados a la conservación de las aves.» En un segundo estudio publicado en la revista Bird Conservation International, los investigadores abordan la problemática de las colisiones. Según explica el profesor Real, «la colisión con líneas de alta tensión es un problema menos conocido que la electrocución y más difícil de detectar, ya que puede producirse en cualquier punto del tendido». El cable de tierra, que es menos visible, resulta especialmente peligroso. Los investigadores emplearon radiotransmisores para realizar el seguimiento de dieciocho águilas perdiceras; la colisión con líneas de alta tensión es la tercera causa de mortalidad entre las aves de esta especie amenazada. Los investigadores afirman que «los tramos más peligrosos para el águila perdicera son aquellos enclavados en áreas muy frecuentadas por estos animales, es decir, las áreas de nidificación o perchado (acantilados) y los hábitats abiertos de caza (monte bajo, tierras cultivadas y praderas) alejados de las perturbaciones de los centros urbanos, así como en las trayectorias de vuelo entre las áreas de forrajeo y nidificación y las de perchado». Los autores sugieren que el número de colisiones podría reducirse gracias a medidas como el marcado de los cables en estos tramos.

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