Nuevos conocimientos sísmicos sobre los temblores tectónicos
Cada mes se producen aproximadamente unos ochenta mil terremotos. De hecho, a dos terremotos por minuto, se puede afirmar sin miedo a equivocación que en este instante se está produciendo un terremoto en alguna parte del planeta. Por suerte la mayoría de ellos no causan daños debido a que se producen en zonas remotas o su magnitud es tan baja que son apenas perceptibles. Ahora, investigadores dirigidos por el Instituto de Tecnología de Karlsruhe (KIT, Alemania) están estudiando estas leves sacudidas sísmicas con la esperanza de que aporten datos sobre el comportamiento de todo tipo de terremotos, incluso de los más destructivos generados a poca profundidad. Los temblores investigados son los denominados tectónicos, un tipo de actividad sísmica de baja peligrosidad que se genera a una profundidad mucho mayor que los más destructivos originados de la superficie terrestre. Una de las diferencias principales entre los temblores tectónicos y los terremotos reside en que los primeros provocan sacudidas del terreno relativamente débiles y no suponen una preocupación inmediata. «Los terremotos y los temblores tienen el mismo origen. Se producen a causa del movimiento relativo de las superficies de una falla provocado por el desplazamiento de las placas tectónicas», explicó la Dra. Rebecca Harrington, sismóloga y directora de un equipo científico del KIT. «Los terremotos en nuestro emplazamiento de estudio, en California, suelen producirse a una profundidad de hasta 15 km bajo la superficie, pero las señales de los temblores tectónicos se generan a profundidades de entre 15 km y 35 km.» La información disponible sobre los temblores tectónicos es poca debido a que se descubrieron hace tan sólo una década. Este vacío en el conocimiento animó a un equipo de investigadores del KIT a obtener datos sísmicos de temblores tectónicos en California que están siendo evaluados en la actualidad para comprender mejor este fenómeno sísmico relativamente nuevo. La comunidad sismológica admite que aún queda mucho camino por recorrer antes de contar con la capacidad para predecir terremotos. No obstante, la habilidad para estimar el peligro que suponen ha mejorado considerablemente gracias a un mayor conocimiento de los procesos de falla durante un fenómeno sísmico. Según la Dra. Harrington, la investigación de los temblores sísmicos podría aportar datos cruciales sobre el mecanismo de las fallas: «Los procesos que tienen lugar durante una ruptura de falla son poco conocidos. El temblor tectónico generado en la zona profunda de una falla podría aportar información sobre el comportamiento de las zonas más próximas a la superficie, donde se producen los terremotos más destructivos.» California es un punto de partida excelente para estudiar temblores tectónicos, pues fue en las zonas de subducción del noroeste del Pacífico norteamericano y de Japón donde se detectaron por vez primera. En las zonas de subducción una placa tectónica se desplaza por debajo de otra. Desde el descubrimiento de los temblores tectónicos, la comunidad sismológica ha averiguado que también se producen en muchos otros emplazamientos, como la Falla de San Andrés, en California, que marca la zona en la que la placa del Pacífico y la de Norteamérica rozan entre sí generando terremotos. A mediados de 2010, un equipo de científicos del KIT en colaboración con la Universidad de California-Riverside y el Servicio Geológico de los Estados Unidos en Pasadena instaló trece estaciones sísmicas cerca de Cholame, entre San Francisco y Los Ángeles. En cada estación se instaló un sismómetro de banda ancha en un orificio en el suelo aislado térmicamente, un ordenador de pequeño tamaño y un panel solar para proporcionar la energía necesaria al dispositivo. La sensibilidad a los movimientos de tierra pequeños de los sismómetros de banda ancha utilizados es muy elevada, característica que los convierte en una herramienta ideal para detectar temblores y terremotos pequeños. Los datos registrados durante un periodo de catorce meses se están analizando en el KIT. No obstante, el trabajo del equipo comenzó mucho antes de la instalación de las estaciones sísmicas. Los temblores sísmicos presentan unas características singulares que los diferencian de los terremotos, por lo que su detección mediante técnicas tradicionales automáticas entraña más complicaciones. Para solucionar este escollo, los investigadores del KIT crearon un algoritmo destinado a automatizar el proceso que permite aislar este tipo de temblores. Gracias a esta técnica nueva descubrieron más de 2 600 incidencias sometidas en la actualidad a un análisis detallado. «Además de detectar temblores determinaremos el tamaño o la magnitud de cada una de las incidencias. Para lograrlo es necesario ubicar con precisión cada temblor», explicó la Dra. Harrington. Los geofísicos del KIT también están comparando registros de terremotos y temblores obtenidos en California con otros del monte volcánico Santa Helena, situado en la zona de subducción de Cascadia, en el estado de Washington (Estados Unidos). Entre octubre de 2004 y enero de 2008 el Santa Helena experimentó una erupción continua con una extrusión gradual de magma que ha generado la aparición de una nueva cúpula de lava. Esta erupción gradual dio lugar a una serie de terremotos en fallas de reciente creación de las que se extrajeron datos.Para más información, consulte: Instituto de Tecnología de Karlsruhe: http://www.kit.edu/english/(se abrirá en una nueva ventana) Asociación Helmholtz: http://www.helmholtz.de/en/(se abrirá en una nueva ventana)
Países
Alemania, Estados Unidos