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Vincular la ciencia y la política en el Mar Báltico

Científicos de la región del Mar Báltico se han propuesto intensificar la cooperación en una apuesta por rescatar su mar de una serie de problemas ambientales y convertirlo en un entorno capaz de aportar de forma sostenible una variedad de bienes y servicios a los millones de ...

Científicos de la región del Mar Báltico se han propuesto intensificar la cooperación en una apuesta por rescatar su mar de una serie de problemas ambientales y convertirlo en un entorno capaz de aportar de forma sostenible una variedad de bienes y servicios a los millones de personas que viven cerca de sus costas o en ellas. BONUS, el proyecto de investigación financiado por la UE supone el primer paso de este impulso de cooperación. Unido al Mar del Norte sólo por el estrecho de Kattegat, el cual hace a honor a su nombre, el Mar Báltico es efectivamente un mar interior y como tal es particularmente vulnerable a los problemas ambientales, debido a que todo lo que caiga en él probablemente perdurará ahí por más de 30 años. Los mayores desafíos ambientales a los que se enfrenta el Báltico son la eutrofización que resulta del exceso de nutrientes vertidos al mar y la contaminación con sustancias peligrosas procedentes de actividades industriales y el transporte. Como la mayoría de los mares del mundo, sus reservas de pescado se ven afectadas también como resultado de la pesca excesiva y su biodiversidad está en descenso. La vulnerabilidad del Mar Báltico a estos problemas es conocida desde tiempo y ya en 1974 los países vecinos firmaron el Convenio para la protección del Entorno marino del Mar Báltico, conocido también como el Convenio de Helsinki o HELCOM. Esta cooperación es en sí sorprendente si se tiene en cuenta que se produjo durante la Guerra Fría. La cooperación política sobre el mar se ha ido mejorando conforme los países ribereños han entrado a formar parte gradualmente de la UE, proceso que culminó en 2004 con la adhesión de Estonia, Letonia, Lituania y Polonia. Con excepción de los dos tramos estrechos de la costa rusa, el mar muere ahora por entero en las costas de la UE. Hay también una larga historia de cooperación científica en la región báltica, que comenzó en 1902 con la creación del Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES). En las siguientes décadas se produjo la creación de asociaciones más científicas, como la de los Biólogos marinos del Báltico y la de los Geólogos del Mar Báltico. En los últimos años, los proyectos de la UE han aportado otro marco para los proyectos comunes de investigación en la región. Actualmente hay planes para poner en marcha un programa de investigación común sobre el Mar Báltico, y el proyecto BONUS financiado por la UE constituye el primer paso hacia ello. En él se reúnen agencias de financiación de la investigación procedentes de los países ribereños del Báltico, incluido Rusia, con el objetivo de propiciar las condiciones para una agenda común de investigación. El proyecto espera conseguir la financiación para el programa a través del poco recurrido Artículo 169. «El Artículo 169 es sólo uno de los cientos de artículos que regulan la cooperación de los Estados miembros, y de forma muy simple manifiesta que si los Estados miembros crean un programa de investigación entonces la Comunidad Europea puede participar», explicó la Dra. Kaisa Kononen de la Academia de Finlandia y coordinadora del proyecto BONUS. «Es un instrumento de financiación de escasa aplicación que está en línea con la idea del Espacio Europeo de Investigación y con la coordinación de la investigación europea». En el espacio de investigación del Mar Báltico, todas las agencias de financiación involucradas aportarán dinero en un fondo común virtual y se publicarán convocatorias de propuestas en toda la región. Un procedimiento único de solicitud supondrá que todas las propuestas del proyecto se juzguen por un solo grupo de evaluación. El proyecto descubrirá en breve si ha sido un éxito la aplicación del Artículo 169. Por su puesto que no es suficiente con llevar a cabo la investigación ya que tendrán que comunicarse los resultados a los responsables políticos. «Los científicos tienen que comprender que sus investigaciones tienen que tener alguna utilidad», comentó la Dra. Kononen, quien señaló que habría que animar a los científicos para que generen las herramientas que se puedan presentar a los responsables de la toma de decisiones y para que les expliquen cuál será el resultado de una determinada decisión en materia de gestión. Citó el asesoramiento aportado por ICES sobre las cuotas de pesca como un buen ejemplo de cómo los científicos pueden aportar asesoramiento a los responsables políticos basándose en la investigación. La Dra. Kononen ha participado intensamente en la organización de una conferencia sobre este tema en concreto que se celebra en Helsinki bajo los auspicios de la Presidencia de la UE. El objetivo de la conferencia es demostrar cómo la investigación puede apoyar la protección y gestión del entorno marino, y la doctora espera que se produzcan debates en el seno de la conferencia entre científicos y responsables políticos. Por último la Dra. Kononen quiere que el Mar Báltico sirva como modelo para vincular la ciencia y la política con el fin de poner en marcha la Estrategia Europea Marítima. «Este podría constituir realmente un tipo de área de demostración piloto donde podamos enseñar, por ejemplo, a los países de la cuenca mediterránea, del Mar Negro y del Mar del Norte, cómo solucionar estas cuestiones», comentó. «Quizá comentamos algunos errores, quizá consigamos algunos logros, pero de todo ello otros podrán aprender y estamos realmente dispuestos a colaborar abiertamente y demostrar qué es lo que estamos haciendo».

Países

Finlandia