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SEismology of the MOon

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Datos de cuarenta años de antigüedad continúan arrojando luz sobre la sismología de la Luna

Los doce hombres que pusieron un pie sobre la Luna entre 1969 y 1972 dejaron algo más que unas cuantas banderas y artefactos simbólicos a su paso: desplegaron cinco sismómetros por la superficie de la Luna que siguieron funcionando hasta su desconexión en 1977. Cuarenta años después, sus mediciones continúan siendo valiosas para la futura exploración espacial.

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¿Ha oído hablar de los lunamotos? La comunidad científica posiblemente tampoco lo habría hecho si no fuera por los sismómetros de Apollo. Y este bien científico no dejó de existir así como así en 1977. En 2011, los científicos obtuvieron inestimable información sobre el núcleo de la Luna aplicando una moderna tecnología informática a los datos de los sismómetros de Apollo. Tres años después, los mismos datos ayudaron a los físicos a descubrir cómo detectar ondas gravitatorias, es decir, pequeñas distorsiones en el espacio-tiempo que Einstein había predicho en 1916, pero que nadie había podido observar antes. Tal como explica el profesor Heiner Igel, de la Universidad Ludwig-Maximilians, «el hecho de que los sismómetros de Apollo se pusieran en funcionamiento por primera vez hace prácticamente medio siglo y de que todavía sigamos utilizando sus datos demuestra que los ingenieros de la época hicieron un trabajo realmente excelente». Evidentemente, como cabría esperar de cualquier tecnología con cuarenta años de antigüedad, los sismómetros de Apollo no eran ni mucho menos perfectos. Sus limitaciones de ancho de banda e intervalo de muestreo inconstante, por ejemplo, los harían inservibles para las misiones espaciales actuales o futuras. Resulta indispensable comprender mejor estas limitaciones si deseamos volver algún día a la Luna o ir a Marte, dado ello que contribuiría a ampliar el alcance de lo que puede aprenderse de los datos de los sismómetros de Apollo. Este era precisamente el objetivo del proyecto SEISMO liderado por el profesor Igel. Dado que trabajar con datos tan antiguos es muy poco habitual para los sismólogos, el proyecto se propuso allanar el camino utilizando tomografía de ruido ambiental para obtener un modelo más preciso del manto y la corteza lunar. El proyecto aplicó recientes avances en forma de modelización completa de formas de onda de la dispersión a escala planetaria a la corteza lunar y estudió vías completamente nuevas para la sismología planetaria. «Al igual que en la Tierra, la sismología nos puede decir mucho sobre el interior de un planeta o luna», explica el profesor Igel. «La Luna ha sido bombardeada por meteoritos a lo largo de toda su historia. Al contrario que la Tierra, no dispone de procesos como la lluvia o la meteorización para reparar los daños en la superficie, por lo que permanece muy fracturada. Si queremos que las misiones futuras sean exitosas, necesitamos la mayor cantidad de información posible sobre cómo se propagan las ondas sísmicas en la Luna». Obtener esa información no fue una tarea sencilla. Los datos sísmicos recuperados de los sismómetros de Apollo se registraron inicialmente en cintas magnéticas digitales con sellos temporales que representaban la hora de recepción de señales en la Tierra. Posteriormente se transfirieron al formato SEED (formato estándar para el intercambio de datos sísmicos), pero durante el proyecto el equipo del profesor Igel descubrió algunos problemas relacionados con la sincronización temporal en los archivos SEED originales. «Volvimos a importar los datos del período intermedio a formato SEED y ofrecimos estos datos a través de IRIS (Consorcio de Instituciones de Investigación en Sismología). Existen muchas lagunas en los datos a causa de la pérdida de señal o de problemas con los instrumentos, por lo que reconstruimos la señal para que se leyese como un registro continuo, con espacios en el rastro sísmico cuando era necesario. Los nuevos archivos serán un valioso recurso para analizar la estructura de la Luna», explica el profesor Igel. Desde que el proyecto finalizó en enero de 2018, el profesor ha estado ocupado utilizando los datos de Apollo para dos nuevos proyectos y ya está preparando más. «Estamos utilizando la herramienta de modelización Salvus, desarrollada recientemente por ETH, Zúrich, para modelizar superficies con gran dispersión. Al crear diversos modelos posibles de la superficie de la Luna, estamos aprendiendo más sobre su estructura. Generamos sismogramas a partir de nuestros modelos y los comparamos con los datos de Apollo», añade. Otro proyecto adicional consiste en estudiar los lunamotos profundos, que se producen a unas profundidades de alrededor de 800 km por debajo de la superficie de la Luna. El profesor Igel está investigando lo agrupados que están esos seísmos, comparando varios minutos de los sismogramas de cada evento.

Palabras clave

SEISMO, Apollo, Luna, corteza, sismología, sismómetro, ondas sísmicas, grabaciones

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