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La asociación universitaria reclama un aumento de los presupuestos destinados a la contratación pública de I+D

Los Estados miembros deberían utilizar una mayor parte de sus presupuestos destinados a la contratación pública de I+D para animar a las empresas a utilizar la base de investigación académica, según se desprende de un nuevo informe elaborado por la Liga de Universidades de Inv...

Los Estados miembros deberían utilizar una mayor parte de sus presupuestos destinados a la contratación pública de I+D para animar a las empresas a utilizar la base de investigación académica, según se desprende de un nuevo informe elaborado por la Liga de Universidades de Investigación Europeas (LERU). El informe de LERU, «Universidades e Innovación: El reto para Europa», señala que en 2004, los gobiernos europeos gastaron más de 170.000 millones de euros en contratación pública. Pero sólo 1.640 millones de euros se destinaron a la adquisición de I+D, y solían ser para tecnologías suficientemente probadas de bajo coste procedentes de los principales proveedores, en vez de tecnologías y productos nuevos de pequeñas y medianas empresas (PYME). Esta ausencia de inversión en contratación pública de I+D, argumenta el informe, ha tenido una repercusión sobre el índice de éxito de las empresas de nueva creación intensivas en conocimiento y sobre las PYME, consideradas como impulsoras del crecimiento europeo. También repercutió sobre las universidades, ya que no hay suficientes incentivos para estimular la demanda empresarial de investigación universitaria. El informe argumenta que utilizando una mayor proporción de los presupuestos de I+D para la adquisición de contratos, los Estados miembros animarían a las empresas a recurrir a la base de investigación académica, se aumentaría el número de empresas de nueva creación y se incentivaría el crecimiento de las empresas intensivas en conocimiento. En términos más generales, los gobiernos deberían introducir planes de reducción fiscal para el gasto en I+D e innovación. La Comisión debería, por su parte, garantizar que las normas de ayuda estatal no entren en conflicto con el uso de la contratación pública destinada a apoyar la innovación. El informe sugiere la creación de una versión europea del programa de inversión en investigación de pequeñas empresas de EEUU (SBIR), que exige a todos los departamentos estatales reserven el 2,5% de su presupuesto libre de I+D para los contratos de adquisición de tecnologías desarrolladas por pequeñas empresas. «Debido a la demanda que el programa crea de tecnología del mañana, en vez de la de ayer, ha convertido miles de millones de dólares de la investigación financiada por los contribuyentes de EEUU en bienes y servicios de alto valor, ha estimulado el crecimiento de muchas empresas intensivas en conocimiento, ha ayudado a miles de académicos a convertirse en empresarios, y ha creado un entorno altamente interactivo y dinámico entre las empresas y universidades que ha propiciado la innovación», según el informe. El documento continúa señalando que el programa ha llevado a la contratación de muchos más investigadores expertos y ha creado un entorno donde los graduados en doctorado son mucho más apreciados que en Europa, ya que son considerados como un vínculo esencial entre el nuevo conocimiento creado a partir de la base de investigación y su aplicación en la empresa. También es clave para estimular la innovación la diversificación del sistema europeo de enseñanza superior. Según argumenta el informe, se ha dado demasiado énfasis al modelo único de universidades centradas en la investigación básica. La investigación debería ser en su lugar transdisciplinar y mantener vínculos más sólidos con la industria. El informe pone de manifiesto varios estudios de casos sobre cómo las universidades se han vinculado de manera eficaz con la industria. Estos van desde los graduados altamente formados y los resultados de investigación fundamental que sirven de base para la innovación al conocimiento aplicado que puede transformar la industria. La presencia de universidades puede aportar también incentivos a las empresas para que se ubiquen de nuevo en un área concreta, o puede hacer que una industria que no tenga precursor alguno o haya pocas semejantes en una región pueda desarrollarse a partir de las actividades de investigación universitaria, según el informe, que pone el ejemplo de Wolfson Microelectronics, que comenzó su singladura como una empresa en escisión de un grupo de investigación sobre microelectrónica de la Universidad de Edimburgo. Tras su salida en la Bolsa de Londres en octubre de 2003, ahora emplea a 300 personas, tiene un valor que supera los 500 millones de euros y patrocina anualmente cinco becas de doctorado.