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Desvelados los secretos del sexo opuesto, virtualmente

Científicos europeos han ideado una tecnología que ha permitido a voluntarios entrar en el cuerpo virtual de una mujer. Esta tecnología es la única de este tipo que logra convencer al usuario de que el cuerpo femenino que está viendo es el suyo propio, creando una ilusión no s...

Científicos europeos han ideado una tecnología que ha permitido a voluntarios entrar en el cuerpo virtual de una mujer. Esta tecnología es la única de este tipo que logra convencer al usuario de que el cuerpo femenino que está viendo es el suyo propio, creando una ilusión no sólo espacial sino del propio yo. Este trabajo, sobre el que se ha publicado un artículo en la revista Public Library of Science (PLoS) ONE, se enmarca en la iniciativa científica de realidad virtual inmersiva (RVI), que formó parte de los proyectos comunitarios PRESENCCIA y TRAVERSE, financiados con un total de 8,81 millones de euros. PRESENCCIA («Presencia: investigación de neurociencia, aumento sensorial, interfaces cerebrales informáticas y aplicaciones») recibió 6,4 millones de euros del área temática «Tecnologías de la Sociedad de la Información» del Sexto Programa Marco (6PM). Su objetivo fue el de comprender y utilizar mejor los mecanismos cerebrales para mejorar la experiencia de la realidad virtual. TRAVERSE («Trascender a la realidad mediante la activación de respuestas en entornos virtuales con enriquecimiento sensorial») es un proyecto dirigido por el profesor Melvyn Slater de la Universidad de Barcelona (España), que contó con 2,41 millones de euros gracias a una subvención avanzada (Advanced Grant) del Consejo Europeo de Investigación (CEI) a través del Séptimo Programa Marco (7PM). Estas subvenciones del CEI se otorgan a investigadores experimentados para la realización de estudios pioneros que aúnan un gran riesgo con un impacto potencial del mismo nivel. En el estudio referido el profesor Slater y su equipo llevaron a cabo un experimento en el que 24 voluntarios varones, ninguno de los cuales había experimentado entornos de realidad virtual con anterioridad, utilizaron cascos que les introdujeron en un entorno de este tipo y en el que debían reaccionar a situaciones concretas. Algunos usuarios se situaron en una posición para experimentar el entorno a través de los ojos de un cuerpo humano virtual femenino a tamaño natural (ilusión sustitutoria del cuerpo) y si se miraban podían ver su nuevo cuerpo y vestimenta. Otros se situaron en una perspectiva ligeramente desplazada con respecto a la simulación del cuerpo femenino. Como era de esperar, el efecto de sustitución corporal fue más pronunciado en la posición anterior. En algunos casos la experiencia fue tan realista que los voluntarios exclamaron y retrocedieron cuando se vieron en peligro. Además los investigadores registraron un descenso del ritmo cardíaco, una reacción típica ante una agresión. En el artículo, los científicos explican que el experimento demostró que los mecanismos sensoriales pueden prevalecer de forma temporal sobre el conocimiento, lo que provoca una ilusión tremendamente intensa de transferencia corporal. La percepción del movimiento y el tacto bastó por sí misma para generar una ilusión de este tipo, un efecto que contrasta con estudios anteriores que «asumen que la sincronía táctil y visual es el factor más determinante en estas ilusiones de transferencia». «La investigación también ilustra que la realidad virtual inmersiva es una herramienta de gran utilidad para el estudio de la representación y la experiencia corporal, pues permite manipulaciones experimentales imposibles de realizar de cualquier otra forma, y que la tecnología ya ha alcanzado la madurez necesaria para representar el organismo humano y su movimiento», indican en el estudio. Los resultados de este trabajo indican que si se hace creer a alguien que su cuerpo es diferente, se modifica su forma de pensar y comportarse. Esto implica, por ejemplo, que con la tecnología podemos experimentar qué significa pertenecer al sexo opuesto o tener diferencias físicas importantes como las de una persona obesa. El experimento podría dar lugar a nuevas formas de combatir prejuicios e ideas preconcebidas o ayudar en la rehabilitación de pacientes que han sufrido ictus u otros problemas médicos.

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