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COLDZYME - En busca del secreto de las enzimas activas en frío para ahorrar energía

Las enzimas que actúan en condiciones frías, como las del Antártico y los Alpes, podrían tener la clave para una importante reducción del uso de energía en las lavadoras y en otras operaciones de limpieza, así como en la elaboración de alimentos y la producción de medicamentos...

Las enzimas que actúan en condiciones frías, como las del Antártico y los Alpes, podrían tener la clave para una importante reducción del uso de energía en las lavadoras y en otras operaciones de limpieza, así como en la elaboración de alimentos y la producción de medicamentos. El proyecto COLDZYME, financiado por el programa de investigación BIOTECH de la UE, tiene por objeto aislar y caracterizar tales "enzimas activas en frío" que segregan bacterias recogidas en diversos lugares de los Alpes y del Antártico. La función catalítica de las enzimas depende de su capacidad para mantener su flexibilidad y, dado que la temperatura óptima para la actividad de la mayoría de las moléculas proteicas es de 40ºC o más, los socios de COLDZYME están tratando de establecer de qué manera pueden actuar en frío esas enzimas de los Alpes y del Antártico. El coordinador del proyecto, Dr. Nick Russell, del Wye College de Londres, explica: "Están plegadas de tal manera que se mantienen flexibles a temperaturas a las cuales las producidas por bacterias normales quedan inactivas. Si conseguimos descubrir cómo ocurre esto, podremos incorporar a otras enzimas la actividad a bajas temperaturas mediante ingeniería genética". Después de unos 16 meses tras la puesta en marcha del proyecto de tres años en diciembre de 1996, el proyecto COLDZYME ha realizado progresos rápidos hacia el establecimiento de la plataforma técnica a partir de la cual podrá obtenerse toda una serie de productos y procesos nuevos, habiéndose conseguido ya la cristalización de enzimas que degradan el almidón y las proteínas. Además de tratar de modificar enzimas para que actúen en frío, los colaboradores en la investigación están estudiando también la posibilidad de utilizar las bacterias que segregan las enzimas como "fábricas celulares", ya que el éxito en este sentido permitiría producir mediante ingeniería genética grandes cantidades de enzimas activas en frío a fin de utilizarlas en detergentes en polvo para lavar con agua fría o en la limpieza de las lentes de contacto. Otras aplicaciones posibles son la industria de la elaboración de productos lácteos para consumo humano, mientras que podrían perfeccionarse otras tecnologías nuevas para la industria farmacéutica.