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Entrevista
Contenido archivado el 2024-04-18

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Revelan el impacto del almacenamiento de carbono bajo el lecho marino sobre los ecosistemas locales

Klaus Wallmann, coordinador de ECO2, trata sobre los resultados del proyecto en relación al impacto sobre los ecosistemas marinos del almacenamiento de CO2 bajo el lecho marino.

El lecho marino de los mares europeos suele estar quebrado o fracturado y, aun así, distintas compañías petroleras de los mares del Norte y de Barents almacenan CO2 bajo el lecho marino con la intención de reducir sus emisiones. ¿Es viable este almacenamiento de CO2 bajo el lecho marino? Un equipo de científicos trató de despejar esta incógnita. La Unión Europea y sus socios internacionales se ven sometidos a una presión creciente para alcanzar sus objetivos de limitar el calentamiento global a un aumento de 2°C para 2050, una meta cada vez más lejana que se tratará, entre otros temas, en la próxima conferencia sobre el clima de la ONU. Se deben tener en cuenta todas las propuestas para reducir las emisiones de CO2, entre ellas la captura y almacenamiento de carbono (CCS), que abarca un conjunto de tecnologías que evitan que el CO2 llegue a la atmósfera al almacenarlo en formaciones geológicas subterráneas adecuadas. En un comunicado reciente sobre la Unión de la Energía, la Comisión Europea reconoce la necesidad de fomentar más la CCS. Esta opción tecnológica no se ha desarrollado como se esperaba debido en parte a la elevadísima inversión inicial necesaria y a la falta de incentivos, provocada por el bajo precio del carbono. Otro factor que hace dudar a inversores y responsables políticos es el de las posibles fugas de carbono, en especial en ubicaciones de almacenamiento delicadas como los fondos marinos. Un equipo de científicos europeos observó durante los últimos cuatro años distintas instalaciones de CCS en los mares del Norte y de Barents para determinar la probabilidad de que se produzcan fugas y conocer su impacto en los ecosistemas locales. Los científicos al cargo del proyecto ECO2 (Sub-seabed CO2 Storage: Impact on Marine Ecosystems) identificaron las posibilidades de fugas de CO2, buscaron posibles filtraciones, registraron la dispersión del CO2 en las aguas del fondo marino y estudiaron la respuesta al CO2 de la fauna y la flora bentónicas. A principios de mayo se redactó y presentó a la Unión Europea una guía con todas las observaciones realizadas cuya función será contribuir a la elección y vigilancia de los sitios de almacenamiento. Klaus Wallmann, coordinador de ECO2, explica los resultados del proyecto y los futuros planes de investigación al respecto de los integrantes del equipo. ¿Qué le impulsó a adentrarse en este ámbito de la investigación? En Europa, la mayoría del CO2 capturado en las centrales eléctricas se almacenará bajo el fondo marino. Resulta por tanto relevante averiguar si el CO2 se mantendrá atrapado en las formaciones geológicas bajo el lecho marino o si se producirán fugas perjudiciales para el ecosistema bentónico. ¿Cuál es la mayor innovación ofrecida por el proyecto en este campo? El principal elemento nuevo del método de ECO2 es el «Factor de propensión a fugas», el cual se ha creado mediante la combinación de una descripción sólida de la instalación de almacenamiento y técnicas heurísticas que dejan margen al grado elevado de incertidumbre en los parámetros. Dada la imposibilidad de que los programas de modelización actuales simulen todas las características, procesos y sucesos geológicos relevantes, dimos con un modo de calcular con realismo la probabilidad de que se produzca una fuga en una instalación de CCS concreta. ¿En qué emplazamientos realizaron la investigación y por qué razón se eligieron? Investigamos emplazamientos de almacenamiento reales en los mares del Norte y de Barents frente a la costa noruega donde se han extraído millones de toneladas de CO2 de gas natural y se han almacenado durante años en formaciones geológicas bajo el lecho marino. ¿Cuál fue el método para detectar fugas en estos emplazamientos? Empleamos una amplia gama de instrumentos marinos para detectar fugas que se utilizaron desde buques científicos pero también a bordo de vehículos operados a distancia (ROV). Entre las tecnologías punteras empleadas por el proyecto se incluyen instrumentos sísmicos tridimensionales de P-Cable para obtener imágenes de gran resolución de las rutas de los flujos de fluidos que se filtran a través del recubrimiento de las formaciones de almacenamiento, métodos hidroacústicos con los que detectar burbujas de gas que puedan surgir del lecho marino y sensores químicos con los que medir la concentración de CO2 disuelto en el agua marina. ¿Han logrado identificar posibles mejoras en las técnicas y tecnologías de almacenamiento? Sí, publicamos una quía de buenas prácticas medioambientales disponible para su descarga en http://oceanrep.geomar.de/28739/. En ella relatamos el modo en el que se deben elegir y vigilar los emplazamientos de almacenamiento bajo el lecho marino. En concreto, recomendamos que a la hora de elegir los emplazamientos se eviten estructuras geológicas donde pueda haber conductos por donde salgan agua y gases del interior de la formación, formaciones geológicas que contengan compuestos tóxicos y condiciones hidrográficas de baja energía con corrientes poco potentes y una columna de agua muy estratificada. Asimismo, los emplazamientos de almacenamiento deben situarse lo suficientemente lejos de recursos naturales valiosos o de zonas en las que la biota se encuentre ya en sus límites de tolerancia al CO2. En la guía también se indica que el recubrimiento, el lecho marino y la columna de agua deben vigilarse mediante técnicas sísmicas tridimensionales, batimetría de alta resolución o mapas de retrodispersado del lecho marino, generación de imágenes por medios hidroacústicos de las acumulaciones y las posibles fugas de gas, imágenes fotográficas y audiovisuales, y sistemas de detección química de CO2 disuelto en las aguas del fondo. La mayoría de estas tecnologías ya están disponibles o saldrán pronto como novedades al mercado. ECO2 se dedicó sobre todo a estudiar el impacto de las fugas en los ecosistemas marinos. ¿Qué conclusiones han extraído de su estudio? Descubrimos que las consecuencias ecosistémicas de una fuga estarían limitadas al entorno inmediato. En esta zona reducida morirían los organismos más sensibles y otros más resistentes ocuparían su lugar. A una distancia lateral de la fuga superior a los cien metros, el impacto sería mínimo y apenas detectable dado que las fugas de CO2 se diluirían rápidamente gracias a las corrientes de fondo. ¿Afirmaría, en función de los resultados del proyecto, que el almacenamiento de CO2 bajo el lecho marino es una técnica viable? Sí, no hemos dado con ningún indicio de fugas en los emplazamientos de almacenamiento existentes. Cabe la posibilidad de que se produzcan fugas si se crean y operan cientos de emplazamientos de almacenamiento. No obstante, sólo se escaparía una pequeña proporción del CO2 almacenado y su impacto en el entorno marino sería reducido y limitado al entorno de la fuga. ¿Qué planean los integrantes del proyecto ahora que éste ya ha finalizado? Aún queda mucho trabajo por hacer. Es necesario averiguar el control que ejercen las estructuras geológicas y los procesos físicos del recubrimiento en las eventuales tasas de fuga. Además, se deben mejorar las técnicas de vigilancia a fin de aumentar su sensibilidad y reducir los costes de explotación. Para más información, consulte: ECO2 http://www.eco2-project.eu/

Países

Alemania