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Tendencias científicas: una «brújula proteica» podría ser la clave de la orientación animal e impulsar nuevas investigaciones

Se han descubierto ciertas «brújulas» proteicas que podrían ser la clave de la capacidad de algunos animales para aprovechar el campo magnético de la Tierra y, además, dar lugar a nuevas aplicaciones de tecnología innovadora.

Estas «brújulas» (cúmulos de proteínas que se alinean conforme a los campos magnéticos de la Tierra) han sido descubiertas en moscas del vinagre por investigadores de la Universidad de Pekín dirigidos por el profesor Can Xie. En concreto, han hallado una proteína que han denominado MagR y que conforma unos cúmulos en forma de varillas, los cuales cuentan con unas proteínas fotosensibles llamadas criptocromos. Xie y su equipo opinan que los movimientos de estas estructuras longitudinales suministran información al sistema nervioso, proporcionando así un sentido de la dirección. Investigaciones anteriores sugerían que los criptocromos cumplen una función esencial en las capacidades de percepción de campos magnéticos. El doctor Xie y sus colaboradores formularon la hipótesis de que estas proteínas debían «formar equipo» las unas con las otras para poder servir como brújula. Mediante una serie de experimentos adicionales, estos científicos pudieron demostrar que dichas brújulas de criptocromos MagR pueden darse en una gama de especies, como las mariposas monarca, las palomas, ciertos roedores, los rorcuales y los propios seres humanos. El equipo de la Universidad de Pekín estudia ahora la posible función de estas brújulas como mecanismo de orientación en los humanos. Haciéndose eco de este estudio, que fue publicado en Nature Materials la semana pasada, el diario británico Guardian señaló que anteriormente se desechó la hipótesis de que algunos animales fueran capaces de percibir el campo magnético de nuestro planeta. Si bien en la actualidad se da por segura esta capacidad de algunas especies, sigue sin entenderse cómo funciona el mecanismo de percepción. Por consiguiente, los hallazgos referidos poseen relevancia, puesto que podrían ser de ayuda para explicar el mecanismo por el que ciertas aves e insectos, entre otros animales, son capaces de percibir el magnetismo. Asimismo, estos descubrimientos podrían propiciar el desarrollo de nuevas técnicas para controlar procesos celulares e influir en el comportamiento de animales por medio de campos magnéticos. De hecho, en el último decenio algunos científicos ya aprovecharon la capacidad fotosensible de algunas proteínas para manipular neuronas, por norma insertando un cable de fibra óptica directamente en el encéfalo. Este recurso es lo que se denomina optogenética. Este avance científico podría resultar beneficioso en otros sectores también. No en vano es muy elevada la demanda de sensores de campo que sean más económicos, pequeños y sólidos, con vistas a toda una gama de usos, como por ejemplo sistemas de prospección minera y aplicaciones de navegación mediante el teléfono móvil. Otra posibilidad apuntada por Xie y su equipo es que los criptocromos, las proteínas que conforman la mencionada «brújula», podrían aprovechar efectos cuánticos significativos con miras a convertir el leve campo magnético del planeta en una señal remitida al encéfalo de un animal. Esa posibilidad resultaría interesante para empresas nacientes de tecnología cuántica, quienes buscan maneras de aplicar la física cuántica para fabricar sensores de alta tecnología. Para más información, consulte: «A magnetic protein compass»

Países

China

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