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Entrevista
Contenido archivado el 2024-04-18

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Impacto de la pesca en la evolución conductual del bacalao

Al igual que se ha observado en otras especies animales, los ejemplares de pez tienden a reaccionar de manera diferente frente a una situación nueva. En el caso de la pesca humana, los especímenes más atrevidos tienen más probabilidades de ser capturados, por lo que los temerosos y precavidos serían los únicos que criaran. ¿Significa esto que las futuras generaciones de peces serán cada vez más difíciles de capturar? Esa es una de las preguntas a las que intentó dar respuesta el proyecto BE-FISH.

Se sabe que la personalidad de los peces, entendida como un comportamiento individual coherente que se mantenga en el tiempo y en distintos contextos, es el resultado de procesos adaptativos en los que influyen las disyuntivas vitales o las limitaciones fisiológicas. En concreto, una población de una única especie puede incluir especímenes del mismo sexo, tamaño o edad que presenten rasgos conductuales diferentes, que por su parte se pueden agrupar en cinco grandes categorías: timidez-atrevimiento, exploración-evitación, actividad, sociabilidad y agresividad. Varios estudios han puesto de manifiesto que esta personalidad es hereditaria. Los científicos del proyecto BE-FISH (Pace of life syndromes in fish: harvesting effects and the role of marine reserves) sospechaban desde hace tiempo que la pesca puede sumarse a estos impactos evolutivos para los recursos marinos al eliminar de forma selectiva rasgos vitales concretos. En calidad de coordinador del proyecto, el Dr. David Villegas Ríos, titular de la beca Marie Curie de posdoctorado en el Centro de Investigación Flødevigen del Instituto de Investigación sobre el Mar (IIM), repasa los resultados obtenidos. De acuerdo con el Dr. Villegas, estas conclusiones presentan un vínculo especial entre la pesca, la ecología conductual y la biología de la evolución, por lo que sientan las bases para la ejecución de distintos proyectos nacionales y en la UE en los próximos años. Las capturas humanas no son una actividad aleatoria. Suelen capturarse especímenes por su especial atractivo (p. ej. cuando se buscan trofeos) o por su mayor vulnerabilidad, como ocurre con la pesca. Por ejemplo, los ejemplares más atrevidos entrarán más fácilmente en las artes de pesca que los más tímidos. Del mismo modo, los peces más activos se encontrarán antes con las redes que los especímenes menos activos. Es decir, el comportamiento puede determinar la aptitud. Al eliminar continuamente a los ejemplares con ciertas características conductuales, las prácticas pesqueras pueden acarrear consecuencias evolutivas para las poblaciones capturadas. Por ejemplo, favoreciendo la evolución hacia fenotipos menos activos. Siguen sin conocerse en gran medida las consecuencias ecológicas de estas prácticas, pero cabe la posibilidad de que propicien la inadaptación y reduzcan el potencial de adaptación en el futuro, además de la propia productividad de las poblaciones. ¿Por qué considera importante que se tengan en cuenta estos cambios evolutivos en la pesca? Los cambios evolutivos hacia un comportamiento inadaptado hacen que resulte más difícil capturar a los ejemplares restantes (porque se elimina una y otra vez a los más vulnerables), lo que acabará reduciendo la productividad de los caladeros. Además, se ha propuesto (y en ocasiones se ha llegado a probar) que la variación conductual cambia junto con las diferencias en la trayectoria vital. Se conoce como la hipótesis del ritmo de vida. Significa que, por ejemplo, los peces más activos también pueden ser los que crezcan más rápido o depositen más huevos, es decir, los más productivos. En la práctica, el resultado es que las consecuencias de inadaptación de la evolución inducida por la pesca sobre los rasgos conductuales se pueden ampliar a otros rasgos más interesantes para la productividad de la pesca. Si seleccionamos a los peces más activos porque encuentran antes los aparejos de pesca, y estos ejemplares son los que crecen más rápido (es decir, existe una correlación genética entre ser activo y crecer rápido), entonces las poblaciones podrían menguar antes de lo previsto. ¿Podría contarnos más sobre las técnicas que emplearon para recabar datos telemétricos? El proyecto BE-FISH ha utilizado telemetría acústica para registrar el comportamiento del bacalao en libertad. La telemetría acústica es una técnica empleada con frecuencia para comprender la ecología espacial y los movimientos de los organismos acuáticos. Se realiza una pequeña incisión en el abdomen del pez, se le coloca un transmisor acústico en la cavidad corporal y se sutura la incisión con dos o tres puntos de hilo quirúrgico. Para facilitar este proceso, primero se anestesia al pez con aceite de clavo, que lo mantiene inmóvil durante unos minutos. Cuando el pez se recupera y muestra un comportamiento normal (por regla general, entre 5 y 10 minutos después), se devuelve a su medio natural. Desde ese momento, transmite un código individual que lo identifica y datos sobre la profundidad. El sistema se completa con una serie de receptores submarinos que se distribuyen a lo largo del sistema de estudio (en nuestro caso, un fiordo litoral) a 3-4 metros de profundidad, creando una matriz densa que capta las señales de los transmisores. Básicamente, si el pez se acerca a un receptor en particular, quedará registrada su presencia y también la profundidad a la que se encontraba en ese instante. Colocando los receptores a escasa distancia de los demás, obtenemos información precisa sobre la ubicación real y la profundidad del pez. En nuestro estudio, registramos como término medio una posición cada 1,5 minutos. Después, se recuperan los datos de los receptores y se analizan dos veces al año. ¿Qué tipo de pruebas realizaron a los peces y con qué finalidad? En BE-FISH, investigamos el comportamiento en libertad y en cautividad. El comportamiento en libertad se estudió mediante telemetría acústica, como ya se ha comentado. En cautividad, realizamos tres pruebas estándar para analizar el comportamiento animal. En primer lugar, recurrimos a un examen en campo abierto para valorar la tendencia a la exploración. Para ello, se dejó nadar a los peces en un tanque abierto de 600 litros de agua salada y se registraron varios parámetros que reflejaran su conducta exploratoria individual (ej.: tiempos de espera hasta el primer movimiento). El atrevimiento se evaluó mediante una prueba con un objeto nuevo. En este caso, se presentó a los peces, ya habituados con el tanque desde la prueba anterior, un objeto nuevo en el centro del tanque. La reacción hacia ese objeto (tiempo de espera hasta aproximarse, tiempo transcurrido en sus proximidades, etc.) se valoró como una muestra cuantificable de atrevimiento. Por último, la agresividad se midió dejando que los peces interactuaran con su propia imagen reflejada en un espejo. El número de acercamientos y el tiempo transcurrido cerca del espejo fueron algunas de las variables registradas en este caso. Mediante el uso de estas tres pruebas, se pudieron valorar tres de los cinco ejes de conducta registrados normalmente en los estudios sobre personalidad animal. ¿Cuáles son las conclusiones principales de su investigación hasta el momento? Estamos finiquitando los últimos análisis del proyecto. Por el momento, hemos descubierto que la variación individual en los rasgos conductuales del bacalao es muy amplia tanto en libertad como en cautividad, y que ambos rasgos conductuales son reproducibles a nivel individual, lo que significa que se pueden llamar propiamente rasgos de personalidad. Por sí solo, lo anterior implica que es probable que los rasgos conductuales del bacalao sean hereditarios, y que la pesca y otras actividades humanas pueden influir en la dinámica ecoevolutiva de las poblaciones. También hemos constatado que los rasgos conductuales del bacalao en libertad presentan una correlación a nivel individual. Estas correlaciones reciben el nombre de síndromes conductuales y se reconocen como una limitación para el cambio evolutivo: los rasgos ya no evolucionan de forma independiente, sino que dependen de la evolución de los rasgos correlacionados. Dicho de otro modo, lo que hemos descubierto es que la posibilidad de que los rasgos conductuales del bacalao evolucionen se reduce de media en un 25 %. ¿Qué más le gustaría lograr al final del proyecto? No hemos terminado todos los análisis, pero en un par de meses aspiramos a saber si las conductas registradas en cautividad se correlacionan con el comportamiento registrado en libertad, algo que no se ha hecho hasta ahora con ningún organismo marino. Es importante porque los investigadores suelen evaluar el comportamiento en cautividad y de ahí extraen sus conclusiones evolutivas, pero los ensayos en cautividad podrían no ser representativos del comportamiento en libertad, que es el único sujeto a selección y cambios evolutivos. Por esa razón, resulta crucial poner a prueba la hipótesis de que los rasgos conductuales registrados en cautividad son relevantes desde el punto de vista ecológico. Los últimos análisis también nos dirán si los rasgos conductuales se vinculan con rasgos vitales como el crecimiento, de modo que podremos entender si las consecuencias evolutivas de la pesca incluyen un cambio evolutivo en rasgos correlacionados que reflejen la productividad de las poblaciones. ¿Cuáles cree que serán las repercusiones del proyecto de aquí a unos meses o unos años? En la práctica, ya se han enviado algunos resultados para su publicación en revistas internacionales. En líneas más generales, este proyecto servirá de referente a la hora de ver y analizar los datos de telemetría. Hemos ampliado su potencial y el abanico de aplicaciones posibles, ya que hemos mostrado que puede usarse la telemetría para comprender los procesos ecoevolutivos en organismos marinos. Nuestro proyecto también demuestra empíricamente que los organismos marinos presentan personalidades animales y síndromes conductuales en libertad. Las pruebas que ofrece son contundentes: ahora sabemos que la evolución de los rasgos conductuales inducida por la pesca no es solo posible, sino más bien algo frecuente, y que dependerá de la estructura de correlación entre los rasgos. Un reto para el futuro después de este proyecto será comprender si las pautas observadas en nuestra especie modelo (bacalao) se pueden extrapolar a la mayor parte de las criaturas marinas. BE-FISH Financiado con arreglo a FP7-PEOPLE Página del proyecto en CORDIS

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