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Contenido archivado el 2023-03-24

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Un método de evaluación de riesgos para aprovechar el potencial de la energía marina

Según un equipo de investigadores financiado con fondos europeos, las evaluaciones de impacto ambiental —que suelen acabar antes de que se puedan construir las instalaciones de producción de energía marina renovable — podrían efectuarse de un modo mucho más rentable si se aplicaran métodos basados en los riesgos.

Pese a que la naturaleza, la escala y el impacto de los avances relacionados con la energía renovable marina pueden variar de manera significativa, todos ellos requieren de una aprobación que depende de si el entorno receptor puede verse alterado de manera significativa. El modo de dirimir esta cuestión se basa en investigaciones y análisis de parámetros ambientales específicos con el fin de garantizar que se cumplan las normativas generales en materia de medio ambiente. El coste y el tiempo que requieren estas evaluaciones de impacto ambiental —junto con la incertidumbre que rodea a los posibles efectos para el medio ambiente derivados de las novedosas tecnologías que se precisan— siguen representando escollos fundamentales para el desarrollo de este sector. Esto implica que el potencial —tanto a la hora de generar empleo como de producir energía— de la energía eólica, undimotriz y mareomotriz de Europa no se está aprovechando completamente. Los beneficios de un método de evaluación basado en los riesgos Tras identificar esta cuestión como un problema de gran importancia, el proyecto financiado con fondos europeos RICORE (Risk-based Consenting for Offshore Renewables) se dedicó a desarrollar soluciones prácticas ideadas para favorecer la puesta en marcha de nuevos proyectos de producción de energía en altamar. «Nos dedicamos a desarrollar un novedoso método de evaluación basado en los riesgos para obtener la autorización necesaria, ideado con el fin de reducir los costes y el tiempo requeridos», explica David Gray, coordinador del proyecto y profesor de la Universidad Robert Gordon de Aberdeen (Reino Unido). «Descubrimos que, si se utilizan perfiles de riesgo, científicos y legisladores necesitarán una menor cantidad de datos de prospección para determinar la viabilidad de instalar tecnologías ya conocidas en áreas de baja sensibilidad ambiental». Un método basado en los riesgos permite que los legisladores y representantes del sector industrial establezcan prioridades para sus actividades sustentándose en datos recabados con anterioridad. Para alcanzar sus objetivos, el proyecto procedió a caracterizar los procesos de aprobación de los Estados miembros, analizando el modo en que se abordan los riesgos en dichos procesos y cómo se ajustan a los requisitos jurídicos de la UE. «Nos encontramos con que no existía ningún proceso de aprobación específico para la energía renovable marina. La falta de claridad y de directrices concretas y la existencia de múltiples autoridades competentes son factores que pueden dificultar sobremanera la aprobación de un proyecto», afirma Gray. «Lo deseable sería disponer de pautas que permitan explicar los métodos de evaluación basados en los riesgos a los legisladores y desarrolladores, entre otros colectivos que se benefician del mar». Con este fin, el proyecto cimentó su trabajo en un conjunto de directrices ya existente y denominado política de «análisis, implantación y seguimiento» (SDM, Survey, Deploy and Monitor) para incorporar al sector de la energía renovable marina todas las tecnologías relevantes y para garantizar que las pautas de SDM puedan aplicarse conforme a un método de caracterización de riesgos. El equipo elaboró una serie de recomendaciones, entre ellas establecer criterios comunes para valorar la sensibilidad ambiental en cada lugar concreto, así como actualizar y revisar las evaluaciones del impacto ambiental previsto en el caso de cada tecnología. Implantar el nuevo método De cara a extrapolar al ámbito práctico este tipo de métodos, el proyecto diseñó directrices para la realización de estudios previos a la aprobación en los Estados miembros que tienen en consideración el conocimiento generado en análisis anteriores. También se compiló información sobre prácticas de seguimiento previas a la aprobación y relativas a diversos aspectos ambientales, como pueda ser el impacto posible para las aves y los mamíferos marinos, los peces y los crustáceos. «Un análisis destinado a valorar la información disponible puede ayudar a identificar datos concretos que resultan necesarios para los legisladores», comenta Gray. La información recopilada se encuentra disponible en la página web del proyecto. Por último, el proyecto puso sus miras en determinar buenas prácticas a adoptar en las estrategias de seguimiento tras la aprobación y la construcción de las instalaciones. «En la actualidad, los Estados miembros no disponen de estrategias coordinadas para llevar a cabo un seguimiento operativo», expone Gray. «Resulta necesario adoptar un enfoque centrado en problemas específicos y que las autoridades competentes se impliquen en ellos en mayor medida a fin de garantizar que las labores de seguimiento estén encaminadas a dar respuesta a las cuestiones adecuadas. A este respecto, los legisladores deben aplicar métodos basados en los riesgos». Se espera que la labor realizada por el proyecto RICORE, que tocó a su fin en junio de 2016, tenga una influencia notable en este sector a largo plazo. Las directrices y recomendaciones políticas desarrolladas contribuirán a sustentar una metodología basada en los riesgos para la implantación de la energía marina renovable por parte de los legisladores y el sector industrial, garantizándose así la realización de estudios previos a la aprobación que sean rentables y cumplan con todos los requisitos ambientales. De esta forma, se eliminará un considerable escollo de carácter no tecnológico que dificulta el desarrollo de este sector de vital importancia para la economía ecológica en Europa. Para más información, consulte: Página web del proyecto RICORE

Países

Reino Unido

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