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Barreras al comercio electrónico

Según un informe reciente de ICX, organización que cuenta con el respaldo del programa Esprit de la Unión Europea, las empresas europeas empiezan ya a ser conscientes de los posibles beneficios que se derivan del comercio electrónico, si bien aún existen importantes obstáculos...

Según un informe reciente de ICX, organización que cuenta con el respaldo del programa Esprit de la Unión Europea, las empresas europeas empiezan ya a ser conscientes de los posibles beneficios que se derivan del comercio electrónico, si bien aún existen importantes obstáculos por superar. El informe, titulado Blockers to E-commerce - Barreras al comercio electrónico, representa un compendio del saber acumulado por diversos expertos europeos y estadounidenses en los campos de la seguridad informática, la consultoría de gestión y las empresas multinacionales, que ha sido recogido por Chris Taper de International Computers Ltd por encargo de International Commerce Exchange - Intercambio de Comercio Internacional (ICX). El informe pone de manifiesto el retraso europeo por lo que se refiere al desarrollo del comercio electrónico en relación con los Estados Unidos en donde este ha recibido una calurosa acogida que se ha visto favorecida por una tecnología que lo hace factible, la existencia de una legislación reguladora de la firma electrónica y el bajo coste de acceso a Internet si se le compara con los precios existentes en Europa. En algunos estados se plantean ya incluso las repercusiones de una posible pérdida de ingresos por impuestos. Los resultados de una encuesta reciente llevada a cabo por MORI muestran cómo, aparentemente, las empresas europeas con acceso a Internet utilizan el potencial que éste supone para desarrollar actividades más complejas, lo que supone para una de cada dos de dichas empresas un importante incremento en términos de productividad y eficacia como consecuencia de una incorporación de Internet a su estrategia comercial global. No obstante, el informe de ICX muestra que son muchas más las empresas que no saben aún aprovechar adecuadamente las posibilidades que presenta Internet, y que aquellas que ya lo hacen aún podrían utilizarlo de manera más eficaz. Uno de los beneficios fundamentales del comercio electrónico es la reducción de costes por cada orden de compra. Investigaciones recientes llevadas a cabo por la Escuela de Comercio de la Universidad de Warwick muestran cómo las empresas pueden llegar a ahorrar hasta un 50 por ciento de los costes totales de sus compras subsituyendo sus prácticas habituales basadas en la utilización del papel por sistemas basados en Internet. Según el grupo de investigación Giga, un total de al menos 75 empresas estadounidenses han introducido ya sistemas para la adquisición de productos estándar, lo que de acuerdo son sus propias declaraciones ha traído como resultado ahorros sustanciales, mientras muchas otras desarrollan en la actualidad dichos sistemas. Por el contrario, las tentativas de utilización de este tipo de sistemas en Europa se reducen a un número de empresas entre 20 y 30, de las que muy pocas han conseguido sacar rendimiento a su inversión en este aspecto. Diputados del Parlamento Europeo y ministros examinan en la actualidad en detalle una directiva relativa a un posible marco europeo para la firma electrónica, si bien aún puede transcurrir algún tiempo antes de que dicho proyecto se convierta definitivamente en ley. El informe sugiere que las compañías aseguradoras podrían hacerse cargo del riesgo inherente a la instalación de sistemas basados en Internet hasta el momento en que ya se hayan desarrollado los correspondientes marcos legal y reglamentario. El informe señala además diversos factores que condicionan la utilización del comercio electrónico, especialmente en lo que se refiere a las pequeñas y medianas empresas (PYME). Entre estos factores se incluyen la necesidad de la puesta en marcha y posterior aceptación de la firma electrónica, la existencia de un marco jurídico adecuado y de políticas gubernamentales consensuadas, la reducción de los costes en la cadena del suministro y una mayor sensibilización en general de la alta dirección y los cuadros intermedios de las empresas respecto a estos temas. En especial, uno de los factores que impiden una rápida aceptación de estos sistemas son los altos costes derivados de las telecomunicaciones, a los que deben sumarse el IVA que sobre ellos deben además pagar los propios consumidores. Si bien la firma electrónica es uno de los requisitos básicos para el comercio electrónico, el informe señala además, no obstante, otros requisitos previos necesarios para que esta pueda llegar a convertirse en una realidad. El primero de ellos es la comprobación de su autenticidad, es decir la posibilidad de vincular directamente al individuo en el origen de la transacción con la transacción misma. El segundo es la integridad, o lo que es lo mismo, la seguridad de que la información que se da no ha sido modificada. En tercer lugar es preciso que no exista duda alguna sobre si el receptor ha recibido ya la transacción y por tanto no puede ulteriormente rechazarla. El cuarto requisito es la confidencialidad necesaria de la información y la fiabilidad y puntualidad en la transmisión de la misma. Por último, es preciso que pueda realizarse un seguimiento de la operación que esté además disponible en caso de desacuerdo. El informe señala asimismo la criptografía como factor clave para la resolución del problema, si bien este es un aspecto muy complejo que plantea por sí mismo una serie de cuestiones. Por ejemplo, la necesidad de que las instituciones encargadas del cumplimiento de las leyes puedan tener acceso al texto original o las claves cifradas privadas ha dado origen a un amplio debate. Las empresas no desean sin embargo ser asfixiadas por gobiernos que controlen o no permitan la utilización de medios para el cifrado complejo de los datos. Y por otra parte, el tema de la comprobación de la autenticidad debe ser examinado cuidadosamente si se quiere que la persona que ha generado la transacción, o su autor, puede ser identificado con total seguridad. Para Chris Taper, autor del informe, Las empresas estadounidenses se interesan por lo que Internet puede aportarles y están tomando ya la iniciativa en este sentido; sin embargo, las empresas europeas van tres o cuatro años por detrás de ellas. Los costes de las comunicaciones en Europa son mucho mayores que los que se pagan en América, incluso por lo que respecta a las empresas de cable, y los impuestos más altos, lo que hace que Internet resulte en comparación menos interesante. Es necesario, pues, que estos costes se reduzcan. Las empresas dedicadas al mercado de consumo en Europa muestran una serie de signos positivos aunque es necesaria una mayor seguridad. En el mercado entre empresas es necesaria una sensibilización mucho mayor por parte de los responsables de la dirección de las mismas. Los gobiernos europeos se están tomando con demasiada calma el establecimiento de un marco para el comercio electrónico. El tema avanza con demasiada lentitud. El mercado se expande más allá de las fronteras y las legislaciones deben ser capaces de adaptarse a los cambios. El escenario europeo constituye una base ideal para la cooperación entre los gobiernos y el desarrollo positivo del comercio electrónico.