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Hay que modernizar la relación entre industria y ciencia - informe

La relación entre la ciencia y la industria está cambiando, pero muchos países necesitan modernizarla con objeto de adaptarla al cambio de las circunstancias. Ésta es una de las conclusiones de un nuevo informe titulado "Benchmarking industry-science relationships" publicado p...

La relación entre la ciencia y la industria está cambiando, pero muchos países necesitan modernizarla con objeto de adaptarla al cambio de las circunstancias. Ésta es una de las conclusiones de un nuevo informe titulado "Benchmarking industry-science relationships" publicado por la OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económico). El informe resume los resultados de un proyecto de dos años de duración realizado por la OCDE, e indica aquellas áreas donde pueden introducirse las mejores prácticas. Recalca la función de las relaciones entre industria y ciencia, y afirma que "desempeñan un papel creciente en la medición del rendimiento de la inversión en investigación desde el punto de vista de la competitividad, el desarrollo, la creación de empleo y la calidad de vida." Si bien estas relaciones han cambiado -un ejemplo de ello es el surgimiento de amplias alianzas entre universidades y el sector privado, a menudo en relación con una empresa creada por escisión- esto no ha ocurrido con la misma profundidad en todos los campos o países. En EEUU, por ejemplo, las relaciones industria-ciencia se han desarrollado mucho más que en muchos otros países. Con respecto a las políticas gubernamentales que garanticen que los países no queden rezagados, uno de los principales campos donde las Administraciones necesitan ayuda hace referencia a las herramientas que supervisan la eficiencia de las relaciones entre la industria y la ciencia, y la capacidad para compararlas con exactitud. La mejor forma de hacer tal cosa, según el informe, consiste en analizar tres aspectos de las relaciones en cuestión: naturaleza e importancia relativa de los canales de interacción; las estructuras de incentivos, y los acuerdos institucionales. En el primer campo se comprobó que uno de los problemas principales consistía en la falta de movilidad de los investigadores, sobre todo entre el sector público y el privado. Las empresas creadas por escisión a partir de una investigación con financiación pública han efectuado una importante contribución a la innovación, pero la creación de esta clase de empresas era alrededor de cuatro veces superior en EEUU que en otros países. Los incentivos eran más uniformes, con una tendencia generalizada a transferir la propiedad de los resultados de la investigación financiada públicamente desde el Estado a aquellos que llevan a cabo la investigación. Continúa habiendo diferencias con respecto a si la propiedad se transmite a la institución o a la persona que realiza la investigación. Finalmente, el informe destaca que las relaciones industria-ciencia a través de la universidad se han beneficiado de una tendencia que atrae hacia ellas la investigación pública y el desarrollo. Ello se debe principalmente a la multidisciplinariedad necesaria en ciertos tipos de I+D (investigación y desarrollo), pero no ha ayudado a los institutos de investigación y tampoco ha ayudado siempre a las relaciones entre industria y ciencia. Es necesario actualizar el papel de los institutos de investigación y mejorar sus vínculos con las universidades, para que puedan contribuir plenamente en la innovación, señala el informe. Es difícil controlar el progreso de las relaciones industria-ciencia, porque algunos países muestran una baja puntuación en determinados aspectos, pero tienen ciertos elementos de buena práctica. El informe sostiene que debe emprenderse un aprendizaje continuado a partir de los ejemplos individuales, en lugar de una inútil evaluación comparativa del tipo "concurso de belleza". También es importante definir los distintos tipos de relaciones entre la industria y la ciencia. En el informe se enumeran tres: aquellas en las que intervienen empresas multinacionales y universidades de primera línea; las relaciones entre universidades y pequeñas empresas de alta tecnología; y las relaciones desarrolladas en un contexto regional entre empresas y la universidad local. Basándose en estas conclusiones, el informe destaca algunas consecuencias políticas, que también se han debatido en manifestaciones internacionales desde el momento de la publicación de este informe. Primero, hay que conceder mayor prioridad a la investigación básica en ciencia política y programas de tecnología. Segundo, es preciso garantizar el marco apropiado para los derechos a la propiedad intelectual. "Actualmente se desperdicia demasiado tiempo en plantear los detalles y diferencias en las políticas de patentes y licencias de los distintos países," afirma. Tercero, debe hacerse que coincidan la oferta y la demanda de conocimiento científico, estableciendo un puente entre lo que la comunidad investigadora puede ofrecer, y lo que necesita el sector privado. Cuarto, mejorar la gobernanza de universidades y laboratorios públicos, donde la financiación se vincule con el rendimiento, y se establezcan con más claridad las propiedades. Quinto, proteger el conocimiento público, cuando los gobiernos necesitan garantizar la disponibilidad de los resultados de la investigación financiada públicamente. Por último, la promoción de la participación de empresas más pequeñas, donde "existe también la necesidad de apoyo e incentivos públicos a las PYME (pequeñas y medianas empresas) ya existentes, y en especial, a las que se encuentren en sectores maduros con objeto de ayudarlas a vincularse con la ciencia y mejorar su capacidad de innovación." Otros puntos que plantea el informe son la necesidad de atraer, retener y movilizar recursos humanos, mejorar la evaluación de la investigación y responder a la globalización, y por último, aprovechar las redes y los clusters innovadores ya existentes.

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