¿Sufren un trauma las estrellas de mar y las gambas?
Los estudios preliminares de un proyecto de la UE llevado a cabo recientemente están ayudando a arrojar luz sobre las implicaciones de la pesca de arrastre de gambas, el agotamiento de reservas y la conservación ecológica. La investigación portuguesa titulada "Viabilidad del descarte de invertebrados y su condición física en la pesca de arrastre de gambas", ha recibido casi 28.000 euros de los fondos de la UE bajo los auspicios de la sección de energía, medio ambiente y desarrollo sostenible (EESD) del V Programa Marco (VPM). Se dice que el arrastre de gambas es responsable de un tercio de las capturas desechadas mundiales, aunque represente menos del dos por ciento de la producción global. El pescado y otras especies marinas que no se consideran comercialmente viables mueren en cubierta o se vuelven a arrojar al mar. Se sabe muy poco de aquellas especies que se vuelven a arrojar al mar, del trauma que sufren y de su supervivencia. Según explicó a Noticias CORDIS Robert Harris, investigador que dirige el proyecto y miembro de la asociación Marie Curie, la principal misión del proyecto era examinar el índice de supervivencia a corto plazo y la viabilidad a largo plazo de las nécoras, estrellas de mar y otras especies de crustáceos que se cogen en redes de pesca de gambas pero que son la parte no deseada de la captura y son por tanto descartadas. "Estamos especialmente interesados en el destino de las especies descartadas de la pesca de gambas fuera de la costa Sur de Portugal, donde los barcos rastrean en aguas muy profundas y donde remolcar la red de arrastre puede durar periodos de tiempo muy largos", explicó el Dr. Harris. Durante un periodo de seis meses, el equipo científico salió en barcos pesqueros de arrastre fuera de las costas de Algarve en Portugal para examinar las especies capturadas no deseadas que proceden de aguas de profundidades de hasta 700 metros. "Para determinar el índice de supervivencia a corto plazo en nuestros experimentos, tratamos a los crustáceos como hubieran sido tratados en circunstancias normales de arrastre", explicó el Dr. Harris. "Esto significa que, tras la captura, dejamos la red de arrastre sobre cubierta durante unos 90 minutos, periodo máximo durante el cual la captura hubiera sido seleccionada y las especies no deseadas hubieran sido descartadas". El equipo escogió estos 90 minutos como periodo de tiempo estándar para estudiar el índice de supervivencia y descubrió que, cuando esas especies no deseadas se dejaban en cubierta durante 90 minutos, del 40 al 50 por ciento, dependiendo de las especies, moría. "Estas especies de las profundidades marinas son mucho más delicadas que otras especies que viven en aguas poco profundas, los periodos de arrastre tan largos y la exposición al aire y el calor tienen en ellas repercusiones nefastas". Aquellas que sobreviven normalmente son arrojadas de nuevo al mar junto con los crustáceos ya muertos. Para determinar la supervivencia de las especies descartadas en el mar, el Dr. Harris y su equipo imitaron condiciones marinas colocando a los crustáceos en acuarios de plástico oscurecidos, con agua de mar enfriada a una temperatura similar a la que suele haber en el fondo del mar. "Hicimos algo más que examinar a los crustáceos para ver si daban muestras de vida", dijo el Dr. Harris. "Durante un periodo de diez días, comprobamos su respuesta a estímulos mecánicos, y su capacidad de huída y de defensa". Además, se tomaron muestras de sangre de los crustáceos mientras estaban en cubierta y en el acuario para comparar los niveles de estrés psicológico dentro y fuera del agua y para ver si los crustáceos mostraban signos de recuperación. Aunque algunos de los crustáceos respondieron rápidamente a los estímulos, el equipo descubrió que aún había un nivel de mortalidad muy alto - del 50 al 60 por ciento - y, dependiendo de las especies, los índices de mortalidad aumentaron hasta el 90 por ciento después de cinco días. "Nuestros descubrimientos revelan que, aunque los crustáceos se arrojen al mar vivos, aún siguen sufriendo un trauma y son sometidos en realidad a una muerte lenta", explicó el Dr. Harris. "Sólo son comida para los peces". Los resultados del proyecto revelan el impacto negativo que está teniendo la pesca de arrastre en la biodiversidad marina. "La mayoría de las especies delicadas están desapareciendo gradualmente de las zonas con un nivel alto de pesca de arrastre, mientras que las resistentes especies carroñeras siguen incrementándose", dijo el Dr. Harris, añadiendo que para asegurar la biodiversidad de nuestros océanos deben cambiar las prácticas de arrastre. "El tratamiento del pescado ha de vigilarse con más cuidado", explicó el Dr. Harris. "Algunas sugerencias incluyen la reducción del tiempo durante el cual se deja al pescado en cubierta; rociar al pescado en cubierta con agua de mar para mantenerlo más húmedo y frío; o mejorar la selectividad de las redes de modo que las especies no deseadas puedan escapar". El Dr. Harris dedujo de su investigación que merece la pena averiguar si aumentarían los índices de supervivencia en el caso de que se aplicaran estos métodos.
Países
Portugal