Entran en vigor las normas comunitarias sobre el etiquetado de los transgénicos
Las nuevas normas comunitarias sobre el etiquetado y trazabilidad de los organismos modificados genéticamente entró en vigor el 18 de abril. Las normas, calificadas por la Comisión Europea como las más estrictas de las reglamentaciones sobre transgénicos del mundo, exigen el etiquetado de los alimentos y piensos de animales si contienen al menos un 0,9 por ciento de ingredientes transgénicos. Los productores y compradores deben recopilar también datos sobre el origen, la composición y las ventas de productos transgénicos durante un periodo de cinco años. Las directivas, sin embargo, no exigen el etiquetado de la carne, la leche y los huevos de animales criados con transgénicos. Las medidas se aplicarán a los 16 tipos de productos transgénicos que se comercializan actualmente en la UE, y a los nueve que esperan su aprobación. Los grupos de derechos de los consumidores y de medio ambiente han expresado su satisfacción por las medidas al constituir una oportunidad para que los consumidores expresen su oposición respecto a los alimentos transgénicos. El grupo industrial europeo de biotecnología, EuropaBio, se mostró también optimista acerca de la nueva legislación, que la calificó como "el primer sistema del mundo en el que los consumidores pueden elegir." La organización espera también que la aplicación facilite el camino que lleve al levantamiento de la moratoria de hecho de cinco años de la UE sobre la aprobación de los nuevos productos de ingeniería genética. "Estamos esperando con impaciencia el proceso de aprobación de los transgénicos, basado en el inicio de un análisis científico y transparente", declaró el portavoz de EuropaBio. En 1999, la importación y cultivo de productos transgénicos se interrumpió en la UE a consecuencia de la oposición de Dinamarca, Francia, Grecia, Italia y Luxemburgo, al que se unieron después Austria y Bélgica. No está previsto que la nueva legislación tenga una gran repercusión a corto plazo, ya que muchos consumidores siguen mostrándose reticentes a consumir los productos biotecnológicos. De hecho, un informe de la Comisión reveló que el 70,9 por ciento de los comerciantes europeos son reacios a consumir alimentos que contengan ingredientes transgénicos. El mayor minorista de Europa, el grupo francés Carrefour, afirmó que sus propias investigaciones arrojan unas cifras superiores al 75 por ciento. "Para favorecer el éxito comercial, debemos respetar las preferencias de los consumidores," declaró François Perroud, portavoz del gigante suizo de la alimentación Nestlé, que utiliza los ingredientes de ingeniería genética que han sido aprobados "sin ninguna duda" en EEUU y en cualquier otro sitio, fuera de Europa. Anteriormente, todos los alimentos que contenían más de un uno por ciento de organismos modificados genéticamente tenían que ser etiquetados como tales, pero no aquellos alimentos que estén tan elaborados que sea imposible detectar la presencia de estos organismos en el producto final. Aún más, se excluyó cualquier etiquetado en los piensos animales. Las nuevas normas incluyen los aceites vegetales y otros productos altamente refinados, como la lecitina de soja, donde el ADN modificado genéticamente o la proteína resultante no está presente ni se puede detectar en el producto final. El sector dedicado a los piensos animales, actualmente uno de los principales mercados de los granos de soja y de maíz transgénicos en la UE, es el que probablemente sentirá más el impacto de estos cambios, ya que el pienso en sí tendrá que ser etiquetado cumpliendo las nuevas normas. En relación con los productos cárnicos y lácteos de animales alimentados con piensos transgénicos, la UE ha decidido no etiquetarlos ya que no está probado científicamente que el material alterado pueda recorrer todo el camino desde el estómago del animal al producto final. Sin embargo, los que se oponen están impulsando normas aún más estrictas que exigirían el etiquetado de cualquier producto cárnico o lácteo que proceda de animales alimentados con piensos modificados genéticamente. Estados Unidos, que representa a la mayor industria de biotecnología del mundo, pretende acabar con la moratoria de facto de la UE a través de la Organización Mundial del Comercio, calificando las nuevas normas de etiquetado de proteccionismo disfrazado. EEUU se muestra particularmente preocupado porque gran parte del mundo dirigen su mirada hacia Europa como líder en asuntos de seguridad alimentaria. Desde que el régimen inicial sobre etiquetado de Europa fuera impuesto hace cinco años, unas tres docenas de países han seguido el ejemplo. Una decisión muy esperada es la los ministros de Agricultura de la UE, quienes determinarán si se permite la importación de un tipo de maíz dulce transgénico, el Bt-11, durante una reunión que celebrarán para finales de abril. Las salvaguardias de los consumidores dispuestas en las nuevas normas podrían facilitar la aprobación del producto de parte de los ministros, preparando el camino para la autorización de otras importaciones de transgénicos. Se cree, sin embargo, que los ministros remitirán este problemático asunto de nuevo a la Comisión Europea, que apoya abiertamente la concesión de nuevas autorizaciones para fomentar la industria de transgénicos en Europa. Sin embargo, según la Confederación europea de industrias alimentarias y bebidas (CIAA), los productos transgénicos continuarán levantado profundas sospechas entre los consumidores. "Un número considerable de consumidores se muestra contrario a comprar los alimentos derivados de transgénicos. El sector alimentario y de bebidas respeta este parecer y los consumidores no deberían esperar mucho para cambiar [en el contexto de las nuevas normas]," declaró la organización.