EEUU aventaja a la UE en términos de innovación
El informe comparativo sobre el rendimiento en innovación entre EEUU y la UE presenta un panorama sombrío en cuanto a la capacidad de Europa para competir y fija cinco recomendaciones que ayudarán a que vuelva a recuperar el puesto que ostentaba. El informe que viene a complementar el Cuadro europeo de Indicadores de la Innovación 2005, elaborado por Giovanni Dosi y Mauro Sylos Labini, del Colegio italiano S. Anna de estudios avanzados, y Patrick Llerena de la universidad Louis Pasteur en Francia, propone los siguientes cambios políticos: - aumentar el apoyo a la investigación básica de alta calidad a través de instituciones dinámicas; - reconocimiento pleno de la diferencia que hay dentro del sistema de enseñanza superior entre universidades de formación en investigación y de grado superior y, universidades de enseñanza de grado medio y escuelas técnicas; - parar la tendencia hacia el aumento de la asignación de investigación pública a favor de resultados de investigación abiertos (se da demasiado énfasis a la apropiación y los derechos de propiedad intelectual, ejerciendo probablemente una influencia perniciosa sobre el ritmo y dirección de la investigación y dificultando la innovación destinada a la empresa, según el informe); - diseñar misiones ambiciosas y tecnológicamente audaces, que se justifiquen por su intrínseco valor político y social; - retomar las políticas industriales como herramientas para generar una industria europea más innovadora y fuerte. "Planteamos que para que Europa se ponga al día no se debe dar tanta importancia a los diferentes tipos de "creación de redes", o a las "interacciones con el entorno local", y la "atención a las necesidades de los usuarios", actuales obsesiones de los responsables políticos nacionales y europeos. Por el contrario, se debe dar mucho más énfasis a las medidas políticas dirigidas a fortalecer la investigación "fronteriza" y, en el otro extremo, a los agentes corporativos europeos", argumentan los autores del documento. Al analizar la innovación el informe cuestiona el proceso lineal que afirma que el conocimiento científico conduce a la innovación tecnológica y, en consecuencia, genera beneficios económicos. Las innovaciones tecnológicas algunas veces preceden a la ciencia, cuando las invenciones prácticas surgen antes del entendimiento científico. También, es muy común que se forjen avances científicos a partir de los tecnológicos. El documento rechaza la opinión, a menudo avalada por la Comisión Europea, de que mientras Europa es un sólido actor en la fase inicial del modelo lineal, su debilidad surge a la hora de transferir los conocimientos científicos en resultados. "La pretensión [...] de la llamada "paradoja europea" que consiste en que la UE es líder mundial en términos de producción científica de alto nivel de la cual, las empresas europeas, por una serie de razones, no se benefician. [...Sin embargo], la reivindicación de la excelencia europea en ciencia es en gran medida equivocada", afirma el documento. El doctor Dosi, junto a los otros colaboradores, no concede muchos elogios a la estrategia utilizada en Europa para abordar la llamada paradoja europea. La estrategia contiene políticas dirigidas a la transferencia tecnológica entre la universidad y la empresa, y "es generalmente indiferente al marco de financiación destinado la investigación básica más especulativa", declara el informe. Centrarse en los vínculos entre la academia y la industria es erróneo, según el documento. En primer lugar, los resultados de la comparación entre la investigación a instancias de la educación superior financiada por la industria va en "contra de lo que se cree comúnmente de que hay unos vínculos financieros entre la industria y la universidad en EEUU más sólidos". La participación de la inversión privada en la investigación universitaria, aunque baja en todos sitios, es un poco mayor en la UE. El documento resta importancia a la relevancia de la proximidad física entre la universidad y la industria, algo que se fomenta en Europa a través de la creación de los parques de ciencias. Los autores mencionan al Silicon Valley y Route 128 en EEUU como ejemplo de que un aumento de la financiación gubernamental, junto al planteamiento de nuevas prioridades de investigación, es lo que sustenta la formación de grupos de investigación. Las universidades son necesarias, pero no una condición suficiente para que se desarrollen estos grupos. El informe tilda de erróneas algunas afirmaciones comunes en Europa que apuntan a que la UE tiene un mejor rendimiento que EEUU en cuanto a menciones e inversión pública en ciencia. Una tabla ilustra que "si nos ajustamos a la población, el liderazgo en publicaciones científicas que proyecta Europa se desvanece". Otra tabla demuestra que este liderazgo se debe a la productividad científica más que al número de investigadores en EEUU. El documento califica de "sin sentido" la pretensión europea de que se destina una mayor cantidad de fondos públicos a I+D que en EEUU ya que, según los autores, el Gobierno de este país gasta más en I+D a través de empresas y otras modalidades de financiación. El doctor Dosi y su equipo concluyen describiendo el informe como un intento por "defender y fortalecer un sistema que produce una ciencia abierta de alto nivel financiada con fondos públicos que, a menudo, se ve amenazada por la invasión de los "derechos de propiedad" y la utilidad práctica por la que aboga". Representa también una visión pragmática sobre el papel que las políticas públicas pueden desempeñar en promocionar el aumento de agentes corporativos capaces de intervenir de forma eficiente en las continuas oportunidades de innovación.
Países
Estados Unidos