EURAB afirma que la UE necesita una nueva política de investigación internacional proactiva
La UE necesita establecer un compromiso más sólido para la investigación, desarrollo e innovación y fortalecimiento de su estrategia internacional en ciencia y tecnología si desea reforzar su posición competitiva y contribuir a la solución de problemas globales que ponen en peligro su futuro. Este es el mensaje de un exhaustivo informe crítico realizado por el Consejo Asesor Europeo de Investigación (EURAB) sobre las políticas de cooperación en investigación internacional de la UE. Piden la integración de la cooperación internacional en el VIIPM Programa Marco (VIIPM), en el que cada tema tendrá una línea presupuestaria horizontal específica para actividades internacionales. Los programas marco han tenido un componente internacional desde principios de los años 80. En el ámbito del VIPM la cooperación internacional se divide en los programas INCO (apoyo a la cooperación internacional) y Marie Curie (movilidad de investigadores a nivel internacional). Terceros países pudieron también participar en las prioridades temáticas. Aunque estas medidas hayan resultado tener éxito en una serie de casos, aún queda mucho por hacer, particularmente en los ámbitos de investigación sobre medio ambiente y salud. En el informe, EURAB expone cinco recomendaciones que cree podrían asegurar el papel de la UE como líder mundial en investigación y desarrollo. En particular, la UE necesita una política internacional sistemática en ciencia y tecnología que reforzará el sector de investigación de la UE y ayudará a la UE a contribuir a solucionar problemas globales. Esto significa concretamente que todas las áreas del VIIPM necesitan estar más abiertas a socios no europeos. En particular, EURAB recomienda que la UE desarrolle proyectos amplios, visibles, que aborden problemas compartidos en economías emergentes como Brasil y China. Estos proyectos deberían servir para reforzar los nexos de investigación y convencer a los socios de la importancia de la UE como actor científico y tecnológico. EURAB también destaca la importancia de hacer que la UE resulte atractiva para los mejores investigadores del mundo y con este fin recomienda derribar las barreras a la movilidad transfronteriza e invertir más en infraestructuras científicas, incluidas instalaciones globales a gran escala. Los autores señalan que los investigadores de terceros países a menudo consideran que los programas marco son demasiado eurocéntricos y cuestionan por tanto su valor para ellos. Esto de debe en parte al énfasis que ponen los programas en la generación de valor añadido europeo. EURAB sugiere que este concepto debería verse de un modo más amplio, para permitir más situaciones de "yo gano-tú ganas" en la cooperación científica y tecnológica internacional. También recomiendan que la UE simplifique los procedimientos de aplicación y proporcionen más información para ayudar a los investigadores fuera de la UE a sacar provecho de los programas marco. Además, los instrumentos de financiación y política deberían perfeccionarse para satisfacer las necesidades específicas de países en vías de desarrollo, emergentes e industrializados, que son tratados normalmente como grupo individual. Sin embargo, los autores destacan que para competir eficazmente a nivel internacional, la UE necesita urgentemente aumentar su gasto en investigación. Señalan que los gastos de la UE en I+D se sitúan por debajo del dos por ciento del PIB, mucho menos que Estados Unidos y Japón, y aún esta algo lejos de alcanzar la meta del tres por ciento que la Comisión cree necesaria para que la UE consiga el objetivo de Lisboa de llegar a ser la región más dinámica y competitiva del mundo en 2010. Otros indicadores de innovación ofrecen resultados de depresión similares - tanto Estados Unidos como Japón obtuvieron mejores resultados que la UE en 11 de 15 indicadores. A largo plazo, la UE también se enfrentará a una competencia en aumento procedente de economías emergentes como Brasil, Rusia, India y China. Las empresas de Europa también son más reticentes que sus homólogos japoneses y americanos a financiar investigación y desarrollo, aunque los objetivos de Barcelona de la UE declaran que dos tercios del gasto en I+D deberían proceder del sector privado.