Crece la participación de las universidades francesas en el Espacio Europeo de Investigación
Las universidades francesas aspiran a desempeñar un papel activo en el establecimiento del Espacio Europeo de Investigación y Educación Superior y brindan todo el apoyo posible a la consecución de este objetivo. Así lo ha afirmado Yannick Vallée, vicepresidente primero de la Conferencia de Rectores de Universidades francesas (CPU). El señor Vallée, de visita en Bruselas el 11 de octubre, comentó a Noticias CORDIS la ayuda que venía prestando su organización a la elevación del perfil de las universidades francesas en Europa y reflexionó sobre la reciente orientación de la política europea de investigación. Fundada en 1971, la CPU ofrece a los rectores de 80 universidades francesas un foro de intercambio de información y prácticas. La organización atiende las responsabilidades de las universidades en materia de investigación, enseñanza, planes de estudio, educación y formación continua avanzada, y transferencia de conocimiento y tecnología. Asimismo, se ocupa de promover las oportunidades de cooperación en los ámbitos europeo e internacional. «Nos dedicamos a recabar información sobre la actualidad de la política europea de investigación y enseñanza superior, y alentamos a nuestros miembros a que participen en el mayor número posible de acciones de ámbito europeo», explica Yannick Vallée. «Nuestro papel consiste en dar a conocer a las universidades las opciones de que disponen y establecer puntos nacionales de contacto en determinadas áreas de interés». Las universidades francesas, según indica el señor Vallée, tienen mucho interés en trabajar en Europa y no necesitan que las animen a subirse al tren del espacio europeo. «Las universidades se sienten muy integradas y parte del EEI [Espacio Europeo de Investigación]», dice. En lo relativo al VI Programa Marco, hace hincapié en los buenos resultados de las universidades francesas, en particular las mayores, en la obtención de contratos de proyectos de investigación. «Así y todo, existe un problema de visibilidad», advierte. «La investigación francesa se lleva a cabo desde grandes e influyentes laboratorios nacionales, tales como el Centro nacional francés de investigaciones científicas (CNRS) asociado a pequeñas universidades en la realización de proyectos. La adjudicación de la ayuda suele corresponder al laboratorio y no a la universidad», explica el señor Vallée. «El francés difiere de otros sistemas europeos, como el británico, caracterizado por la presencia de grandes universidades muy visibles. En cambio, los grandes institutos públicos de investigación no tienen el peso que tienen los franceses». Esto podría explicar en parte la dificultad de recabar datos estadísticos relativos a la participación de las universidades francesas en los Programas Marco de Investigación. Determinadas a atajar el déficit de visibilidad y asegurar la igualdad de condiciones de participación, las universidades francesas, en creciente número, han ido creando oficinas europeas para familiarizarse mejor con los mecanismos propios de los programas europeos de investigación y enseñanza superior. Las universidades francesas, además de participar en proyectos europeos de investigación, se han sumado al movimiento por la mejora de las condiciones de trabajo y movilidad de los investigadores. En octubre de 2005, la CPU fue la primera entidad francesa que suscribió la Carta Europea del Investigador y el Código de conducta, como prueba de su conformidad con las recomendaciones emitidas y el compromiso de las universidades con el cumplimiento de éstas en sus respectivos ámbitos de actuación. La Carta del Investigador contempla las funciones, derechos y obligaciones de los investigadores y sus empleadores u organismos financieros. El Código de conducta tiene como finalidad mejorar la contratación, aumentar la equidad y transparencia de los procedimientos de selección y proponer criterios diferentes de valoración. «La firma individual de ambos documentos está marcando el compromiso de las universidades, no sólo con la mejora de las condiciones de trabajo de los investigadores, sino también con la apertura a la movilidad de éstos», especifica Yannick Vallée. «Supone un paso importante para las universidades francesas, que hasta hace poco propendían a limitar la contratación a investigadores del propio país». Con el fin de atraer urgentemente cerebros a las unidades de investigación de las universidades francesas, la CPU está respaldando el desarrollo de un portal nacional de movilidad de estudiantes e investigadores, disponible en francés e inglés, y alimentando el debate sobre la posibilidad de impartir parte de algunas asignaturas en inglés. «Si lo que quiere es conservar su influencia en el mundo, Francia necesita atraer a estudiantes e investigadores de fuera. Mensaje éste que es más fácil transmitir a China, por ejemplo, en inglés», asevera el señor Vallée. Las universidades francesas se plantean, asimismo, aumentar el intercambio de ideas y recursos con aquellos países con los que Francia comparte una historia común, tales como Túnez, Marruecos y otros países de África del Norte. «Estamos considerando con la Dirección General de Investigación las herramientas disponibles para, desde aquí y otros países europeos, intensificar la cooperación con estos países», indicó Yannick Vallée. A continuación, pasó a explicar que las universidades francesas ya estaban ayudando a sus homólogos marroquíes a adaptar su sistema educación a la aplicación de los criterios de Bolonia, en especial con respecto a la oferta de licenciaturas. Por lo que respecta al futuro de la política de investigación en Europa, Yannick Vallée afirmó que su organización estaba muy satisfecha con la ampliación de la dotación presupuestaria correspondiente a investigación fundamental en el VII Programa Marco y con la decisión de constituir el Consejo Europeo de Investigación, que las universidades europeas califican de positivo para el desarrollo de la investigación universitaria. «Por primera vez en la historia de los programas marco, el criterio clave no será el número de países participantes, sino la excelencia científica», señala. En cambio, la propuesta de Instituto Europeo de Tecnología (IET) recibió una acogida inicial más bien tibia de las universidades de Europa. «Temíamos que no fuera más que otra gran universidad nueva», advirtió el señor Vallée, contrario a que Europa intentara reproducir el modelo del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). «El MIT no surgió de la nada, sino que tiene a sus espaldas una larga trayectoria. El IET no puede recorrer el camino del MIT por el simple hecho de ser nuevo», dijo. Desde que se celebrara la primera consulta a las partes interesadas, la Comisión Europea ha concretado el alcance del IET en el desarrollo de «comunidades de conocimiento», basadas en la masa crítica existente en Europa. «Es mucho mejor apoyar una red de universidades con objetivos afines», aconsejó el señor Vallée. Informa de que la CPU mantendrá el seguimiento del IET a través de su participación en la Asociación Europea de Universidades (EUA). En 2007, la CPU asumirá la Presidencia de otra entidad federativa, CLORA, o Club de instituciones asociadas de investigación de Francia, en lo que podría ser un nuevo despegue de las universidades francesas. «Desde el punto de vista francés, es muy significativo que una asociación de universidades presida CLORA», concluye Yannick Vallée, confiando en que contribuirá a aumentar la visibilidad del papel de las universidades francesas en el panorama investigador del país.
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