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Un informe advierte sobre las desastrosas consecuencias de demorar las medidas contra el cambio climático

«No hay duda de que la ciencia está en lo cierto, las consecuencias para nuestro planeta son literalmente desastrosas. Y el desastre no acontecerá en un futuro de ciencia ficción, dentro de muchos años, sino a lo largo de nuestra vida». Estas fueron las palabras del Primer Min...

«No hay duda de que la ciencia está en lo cierto, las consecuencias para nuestro planeta son literalmente desastrosas. Y el desastre no acontecerá en un futuro de ciencia ficción, dentro de muchos años, sino a lo largo de nuestra vida». Estas fueron las palabras del Primer Ministro británico, Tony Blair, en la presentación de un nuevo informe sobre el cambio climático. El informe, conocido como el Informe Stern en alusión a su autor, Sir Nicholas Stern, arroja una dura advertencia sobre los probables impactos del cambio climático si el mundo continúa su tendencia a «seguir como siempre», aunque también destaca qué es lo que se puede hacer para reducir su impacto. El informe echa por tierra además la teoría que afirma que una reducción de las emisiones perjudicaría a la competitividad. El nivel actual de los gases de efecto invernadero en la atmósfera equivale aproximadamente a 430 partes por millón (ppm) de CO2. Comparando estas cifras con las de la atmósfera que había antes de la Revolución Industrial, cuando el nivel era de 280 ppm, se demuestra lo lejos que hemos llegado en términos de emisiones. Estas concentraciones han causado ya en el mundo un calentamiento superior a los 0,5 grados centígrados y, según el informe, provocarán al menos el ascenso de medio grado más en las próximas pocas décadas debido a la inercia propia del sistema climático. Incluso si el flujo anual de emisiones no aumentara del que presenta hoy en día, los niveles de gases de efecto invernadero llegarían a duplicar en el año 2050 a los de la época preindustrial, llegando a las 550ppm. Como el flujo anual de emisiones se acelera conforme las economías de rápido crecimiento invierten en infraestructuras de alto carbono y la demanda de energía y transportes aumenta, el nivel de 550pm podría llegar a alcanzarse tan pronto como en 2035. Es difícil predecir el impacto preciso que es probable que tenga sobre la temperatura global, pero los modelos apuntan a un aumento de más de 2 grados centígrados. El calentamiento producirá: el derretimiento de los glaciares y, a su vez, un aumento del riesgo de inundaciones y una reducción de los suministros de agua dulce; el descenso de las cosechas; la malnutrición y los golpes de calor; la propagación de enfermedades trasmitidas por vectores como la malaria y la fiebre de dengue; además de la extinción de entre el 15% y el 40% de las especies. Los países más pobres serán los que más sufran, pero Occidente no se quedará inmune a los desastres naturales. Se prevé que los gastos anuales ocasionados por los daños en EEUU aproximadamente se dupliquen debido a un incremento de entre un 5% y un 10% de la velocidad del viento de los huracanes a consecuencia del aumento de la temperatura del mar. En Reino Unido, las pérdidas anuales ocasionadas por las inundaciones podrían superar el 0,1% actual del PIB hasta alcanzar el 0,2% y el 0,4% si las temperaturas aumentan 3 o 4 grados centígrados. Las olas de calor como las que padeció Europa en 2003 cuando 35.000 personas murieron y las pérdidas de la agricultura alcanzaron casi los 12.000 millones, serán algo habitual a mediados de este siglo. «Algunos siempre tendrán argumentos para dudar sobre un tema como este, en parte porque sus implicaciones son muy alarmantes», declaró el Sr. Blair. «Pero lo que no se cuestiona es que las pruebas científicas del calentamiento global causado por las emisiones de efecto de gas invernadero son ahora abrumadoras». Aunque los resultados de cualquier acción que se emprenda ahora podrían no ser visibles en muchos años, no es demasiado tarde para reducir el calentamiento global. El Informe Stern destaca cuatro formas de reducir las emisiones de gas de efecto invernadero: reducir la demanda de bienes y servicios intensivos en emisiones; aumentar la eficiencia; actuar sobre las emisiones no energéticas como podría ser evitar la deforestación; y cambiar a las tecnologías de carbono más bajo para conseguir energía, calefacción y transporte. Ninguna de estas soluciones tiene que afectar a la competitividad, como deja claro el informe: «A pesar del modelo histórico y las proyecciones [sobre las tendencias habituales], el mundo no tiene que elegir entre evitar un cambio climático y promover el crecimiento y el desarrollo». Los cambios en las tecnologías energéticas y la estructura de las economías han reducido la capacidad de las emisiones para influir sobre el crecimiento de los ingresos, concretamente en algunos de los países más ricos». El informe recomienda un paquete de tecnologías: «No es probable que se consiga el ahorro necesario en emisiones con una sola tecnología, porque todas son susceptibles de tener limitaciones de algún tipo y porque hay una amplia gama de actividades y sectores que generan emisiones de efecto de gas invernadero». El informe añade que tampoco se sabe todavía cuáles serán las tecnologías más baratas. Sir Nicholas reconoce que el sector privado es el mayor impulsor de la innovación, aunque también hace un llamamiento a los gobiernos para que intensifiquen sus actividades en pos de fomentar la investigación y el desarrollo (I+D), y fomenten la colaboración internacional en materia de investigación. «La cooperación tecnológica permite compartir riesgos, recompensas y el avance del desarrollo tecnológico, además de la coordinación de las prioridades», señala el informe. «Un paquete internacional que surja de las prioridades de I+D individuales de cada nación y el respaldo para su despliegue podría no ser lo suficientemente diverso, y es probable que no se centre lo suficiente en algunas tecnologías que son particularmente importantes para los países en desarrollo, como la biomasa», señala el documento. El informe continúa instando a celebrar acuerdos de investigación multilaterales, acuerdos informales para una mayor cooperación y a mejorar los vínculos entre los programas nacionales. El ministro del Tesoro del Reino Unido, Gordon Brown, ya tiene en mente algunos objetivos ambiciosos para las nuevas tecnologías. «Por ejemplo, en cuanto a los biocombustibles, he decidido que utilizamos los procedentes del aceite de palma y de colza y también la soja y el azúcar, y finalmente después utilizaremos los biocombustibles celulósicos e incluso potencialmente el hidrógeno, para sustituir la gasolina y el diesel por alternativas de carbono bajo o sin ninguno». Y, anunció también la creación de un nuevo grupo de trabajo común con Brasil, Sudáfrica y Mozambique para promover el desarrollo de biocombustibles regionales sostenibles. «Pero aún llegaremos más lejos», añadió el Sr. Brown. «También en los futuros presupuestos incentivaremos la próxima generación de biocombustibles celulósicos, así que con éste y otros incentivos de reducción de emisiones como el instituto de tecnología energética de promoción de la innovación y los acuerdos internacionales orientados a conseguir el consenso, Reino Unido se situará en la vanguardia de una economía de bajo carbono y alto crecimiento. Así que el cambio climático no sólo supone un reto sino una oportunidad también. El Sr. Blair concluyó su presentación haciendo un llamamiento a la acción. «Sabemos que está pasando. Sabemos las consecuencias que tiene para el planeta. Y sabemos ahora que una acción urgente evitará la catástrofe y que la inversión para evitarla nos recompensará con creces. Si fracasamos no tendremos explicación alguna que dar a las futuras generaciones».

Países

Reino Unido