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Un proyecto de la UE desarrollará robots dotados de consciencia emocional

Un proyecto nuevo financiado por la UE se propone diseñar robots dotados de consciencia emocional que sean capaces de interactuar con humanos en contextos cotidianos y de desarrollarse emocionalmente en respuesta a las necesidades del dueño. La iniciativa FEELIX GROWING (acr...

Un proyecto nuevo financiado por la UE se propone diseñar robots dotados de consciencia emocional que sean capaces de interactuar con humanos en contextos cotidianos y de desarrollarse emocionalmente en respuesta a las necesidades del dueño. La iniciativa FEELIX GROWING (acrónimo inglés de «Sentir, interactuar y expresar: una aproximación global al desarrollo con una base interdisciplinaria») cuenta con socios de campos tan diversos como la psicología comparativa y del desarrollo, la neuroimaginería, la etología y la robótica. Está financiada por medio del área temática de tecnologías de la sociedad de la información del Sexto Programa Marco. Su presupuesto es de 2,5 millones de euros y su duración de tres años y medio. Los robots tienen el potencial de ofrecernos muchos servicios importantes: compañía, cuidados, entretenimiento, seguimiento de pacientes y apoyo terapéutico. No obstante, para que los robots puedan incorporarse plenamente a la vida cotidiana de los seres humanos, tendrán que ser capaces de adaptarse a su entorno. «Para que los robots puedan vivir con personas, en lugar de que se lo enseñemos todo, tendrán que desarrollarse relacionándose con sus usuarios humanos, para que puedan crecer a la par con ellos», explica Lola Cañamero, de la Facultad de Informática de la Universidad de Hertfordshire, que coordina el proyecto. «Por ejemplo, si el humano rompe a llorar, el robot aprenderá gradualmente si es mejor intentar consolarle o dejarle en paz.» Los robots desarrollados por el proyecto se valdrán de cámaras y sensores diseñados para detectar diversos parámetros, como el calor, el tacto y la distancia para captar los indicios no verbales que informan del estado emocional de cada persona. Por ejemplo, un aspecto que recibirá atención especial es cómo se mueven las personas. «El modo de andar dice mucho acerca del estado emocional», dijo la profesora Cañamero a CORDIS Noticias. Otros indicadores del estado emocional son el tono de la voz y, como es obvio, las expresiones faciales, si bien hacer que los robots reconozcan esto último resulta extremadamente difícil. «La luz tiene que ser estable y hay que colocar marcas alrededor de la boca y los ojos de la persona», explica la profesora Cañamero. A pesar de que los robots no serán capaces de sentir emociones igual que los humanos, sí que estarán equipados con mecanismos que les permitirán dar la impresión de expresar emociones como respuesta al comportamiento de su propietario. Los robots desarrollarán su conducta a partir de las respuestas de los humanos con quienes pasen más tiempo. Además, serán capaces de distinguir a personas diferentes, por ejemplo a los diversos miembros de una familia, y de aprender a responder adecuadamente a sus diversos caracteres. Sin embargo, al mismo tiempo que los robots tendrán que aprender a relacionarse con las personas, éstas tendrán que acostumbrarse a tener cerca un robot, aprender a comunicarse con éste y ser conscientes de sus limitaciones. La profesora Cañamero sabe por experiencia propia que las personas adaptan su comportamiento al robot de forma automática. Por ejemplo, las personas aprenden rápido a caminar a una velocidad que permita a los robots seguirlas y a ayudarlos a sortear obstáculos. Con respecto a la predisposición de las personas a aceptar la incorporación de los robots en su vida, la profesora Cañamero señala que es una cuestión cultural, principalmente. «En algunos países los robots ya forman parte de lo cotidiano», afirma. «En Japón, incluso los ancianos ven los robots como una cosa normal.» En ese país los robots ya se emplean con fines terapéuticos en centros de atención a ancianos, donde los huéspedes se relacionan con los robots de modo distinto a como lo harían con un animal. En Europa los jóvenes están más dispuestos a aceptar a los robots, mientras que las personas mayores se muestran más escépticas, si bien Cañamero opina que esa situación puede cambiar. «Lo que ya está cambiando es el miedo a que los robots nos sustituyan», asegura. «Cada vez son más quienes los consideran herramientas que pueden trabajar junto a nosotros y en beneficio nuestro.» Precisamente, la comprensión de esas diferencias culturales a la hora de aceptar los robots es un componente importante del proyecto. Con ese fin, los socios de FEELIX GROWING colaborarán estrechamente con científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (EE.UU.) y del Laboratorio de Investigación de las Comunicaciones, de Japón. De ahora hasta la finalización del proyecto, en mayo de 2010, sus socios confían en contar con dos prototipos de robots capaces de trabajar en el hogar y en centros de salud.