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Entrevista
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¡Feliz cumpleaños, STOA!

STOA, el comité de Evaluación de Opciones Científicas y Tecnológicas del Parlamento Europeo, celebra este año su vigésimo cumpleaños. En una entrevista de CORDIS Noticias, Philippe Busquin, presidente del STOA, habla sobre la trayectoria de este órgano desde su «infancia», pas...

STOA, el comité de Evaluación de Opciones Científicas y Tecnológicas del Parlamento Europeo, celebra este año su vigésimo cumpleaños. En una entrevista de CORDIS Noticias, Philippe Busquin, presidente del STOA, habla sobre la trayectoria de este órgano desde su «infancia», pasando por unos años de angustia adolescente, hasta su mayoría de edad, para proporcionar a los eurodiputados una fuente de información y de conocimientos sólidos acerca de algunos de los avances científicos y tecnológicos más importantes del momento. Al principio, el STOA fue creado como proyecto piloto por miembros de la entonces Comisión de Energía, Investigación y Tecnología (CEIT) del Parlamento Europeo, ahora denominada Comisión de Industria, Investigación y Energía (ITRE). La idea de crear este órgano surgió tras una serie de estudios efectuados por miembros de dicha comisión sobre la investigación y la innovación. Tales estudios estaban pensados para promover la política europea de ciencia y tecnología y para realzar el perfil del Parlamento Europeo en el sector. Esta idea fue tomando forma durante una misión de estudio realizada por miembros de la comisión mencionada a la Office of Technology Assessment (OTA, «Oficina de Evaluación de Tecnología») estadounidense, la cual, aunque ya no existe, ofreció al Congreso de EE. UU. información sobre cuestiones complejas y altamente técnicas durante más de veinte años. Tras una fase piloto de dieciocho meses, este órgano se estableció formalmente en 1987 con Rolf Linkohr, eurodiputado alemán y doctor en física, como su primer presidente. El propósito del STOA por aquel entonces era ofrecer evaluaciones científicas y tecnológicas independientes de las diversas opciones políticas a partir de peticiones de las comisiones del Parlamento. «STOA ha vivido momentos de gran éxito, pero también ha atravesado dificultades», declaró el Sr. Busquin a CORDIS Noticias. Antes del Sr. Busquin, este órgano estuvo presidido por el Dr. Linkohr, Michel Poniatowski (Francia), el profesor Antonios Trakatellis (Grecia), y el profesor Alain Pompidou (Francia), quien también fue presidente de la Oficina Europea de Patentes (OEP). «En esos años se nos llegó a criticar porque los estudios se hacían con demasiada puntualidad, respondiendo demasiado rápido a cuestiones emergentes como los organismos modificados genéticamente. Esto dio la impresión a algunos de que el STOA estaba ejerciendo de "grupo de presión" sobre estas cuestiones en el Parlamento o que, por fuerza, los estudios serían incompletos o tendrían errores.» En 2004 los eurodiputados decidieron reformar el STOA para redefinir su función y objetivos. Las nuevas reglas, además de subrayar la necesidad de realizar tareas pertinentes para el Parlamento Europeo, disponían que «la labor del STOA se centrará en cuestiones de medio y largo plazo y se distinguirá de la de proyectos ya desarrollados por otros órganos parlamentarios que se ocupen de requisitos específicos de investigación sectoriales o de corto plazo.» Dicha reforma implicó también unas reglas nuevas para la composición del STOA: ahora se compone de quince miembros que son nombrados por la ITRE y por otras cinco comisiones parlamentarias. El Sr. Busquin cree que la reforma dotó al órgano de un marco de trabajo más claro y mejor estructurado. «Los estudios que emprendemos son transversales: por ejemplo, no vamos a realizar un estudio sobre un elemento del transporte muy específico», explicó. «La idea es situar la cuestión en un contexto mucho más amplio y relacionarla con los asuntos que ocupen al Parlamento Europeo.» Cualquier diputado u órgano del Parlamento Europeo puede enviar una propuesta al STOA. Los estudios son efectuados por expertos externos tras una licitación pública. En estos estudios debe participar un equipo de organizaciones científicas de diversos Estados miembros. Antes de la publicación de cualquier licitación, el STOA puede también encargar a científicos externos que estudien determinada petición de que se realice una evaluación tecnológica. Del mismo modo, puede encargarse a científicos que valoren la calidad de un estudio después de su finalización. El STOA lleva a cabo otras actividades, como seminarios, debates entre expertos y visitas a instituciones científicas y tecnológicas. Cuando accedió a la presidencia del STOA en 2004, el Sr. Busquin recibió instrucciones de realzar el perfil de este pequeño órgano y de aumentar su influencia. Al preguntarle si pensaba que la labor del STOA ha influido en la formulación de políticas de la UE, señaló que «depende del caso». Se refirió a un informe del STOA, publicado recientemente, sobre los derechos de propiedad intelectual que, según dijo, tuvo una buena aceptación entre los eurodiputados. «Durante los debates parlamentarios, los eurodiputados pueden basarse en estos estudios para formarse una opinión sobre un tema determinado, porque pueden estar seguros de que el contenido de dichos estudios se basa exclusivamente en hechos y de que los expertos que los elaboran son los mejores de Europa», aseguró. El Sr. Busquin subrayó con satisfacción el alto grado de participación de la industria y de la comunidad científica en los seminarios que suelen acompañar a los estudios. No obstante, «nuestro problema principal sigue siendo hacernos oír», puntualizó el presidente, quien destacó lo complicado de localizar siquiera la página web del STOA en el sitio web del Parlamento. «Estoy seguro de que, si se hiciera una miniencuesta, muchos eurodiputados no conocerían el STOA, aunque todo nuestro trabajo esté en Internet para descargarlo; ¡es tanta la información que circula en el Parlamento!» Para realzar su perfil, sus responsables organizaron recientemente la «STOA Experience» en Estrasburgo, donde se dio a los eurodiputados la oportunidad de visitar exposiciones sobre los avances científicos y tecnológicos más recientes. «La intención era mostrar que la solución de las cuestiones sociales y económicas más candentes depende de nuestra capacidad de innovar, y que la ciencia y la tecnología serán claves para la competitividad futura de Europa», explicó el Sr. Busquin. El STOA ha tratado de entablar vínculos con entidades de fuera del Parlamento Europeo. «Cuando fui nombrado presidente, me propuse sacar al STOA de su aislamiento», aseguró el Sr. Busquin. Un modo ha sido su pertenencia a la Red Parlamentaria Europea de Evaluación de Tecnología (EPTA). «Pretendemos reforzar nuestros lazos con órganos nacionales, intercambiar información con el fin de evitar la duplicación. El criterio único para compartir estudios es que sean objetivos desde el punto de vista científico y que estén escritos de una forma accesible.» El Sr. Busquin, anterior Comisario de Ciencia e Investigación de la UE, también estaba deseoso de reforzar la relación del STOA con la Dirección General de Investigación de la Comisión Europea. El plan «MEP-Scientists» («Eurodiputados-Científicos»), recién lanzado, da testimonio de que la relación entre ambos colectivos ya está bien afianzada. En virtud de este plan, que se inspiró en una iniciativa similar puesta en marcha por la Royal Society del Reino Unido, varios científicos que han participado en investigación financiada por la UE visitarán a eurodiputados en el Parlamento Europeo para presenciar cómo se toman las decisiones. Por su parte, los eurodiputados tendrán ocasión de pasar un tiempo con los científicos en su laboratorio. «Creo que es muy importante tender puentes entre los mundos de la ciencia y de la política. Este plan ayudará a ambos colectivos a entender mejor la investigación y la formulación de políticas de investigación a nivel comunitario», indicó el Sr. Busquin, quien se propone participar en dicho plan. «En realidad los eurodiputados desconocen qué supone gestionar un gran proyecto de investigación de la UE, mientras que a los científicos se les escapa que, al tratarse de fondos públicos, hay restricciones, las cuales pueden parecerles incómodas.» El Sr. Busquin cree que este plan «ayudará a los participantes a comprender que "Europa" y el espacio europeo de investigación no son meros conceptos teóricos, sino algo verdadero». Confía en que el plan dé lugar a otras iniciativas a nivel nacional. Con veinte años a sus espaldas, el STOA ya ha acumulado cierta experiencia y, como cualquier adulto joven, empieza a encontrar su sitio en el terreno de la política de investigación de la UE. Sin embargo, el Sr. Busquin, cuyo mandato durará hasta 2009, opina que este joven órgano es capaz de mucho más. Espera que en el futuro el STOA estudie la armonización internacional de las metodologías de evaluación científica y aborde el déficit de investigadores de Europa.