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Un estudio expone los pros y los contras de los combustibles alternativos

El transporte aéreo y por carretera ha sido un campo en el que, en los últimos años, se ha explorado una serie de opciones tecnológicas relativas a combustibles alternativos. La profundidad del debate contrasta con la frecuente fragmentación de la información resultante, su ca...

El transporte aéreo y por carretera ha sido un campo en el que, en los últimos años, se ha explorado una serie de opciones tecnológicas relativas a combustibles alternativos. La profundidad del debate contrasta con la frecuente fragmentación de la información resultante, su carácter excesivamente científico o demasiado simplista y la falta general de comparabilidad. Pues bien, el STOA, el Comité de Evaluación de Opciones Científicas y Tecnológicas del Parlamento Europeo, ha publicado una lista de las 20 opciones con mayor potencial, repartidas en cinco categorías tecnológicas: hidrógeno y pilas de combustible, vehículos eléctricos con batería, tecnología híbrida, biocombustibles y gas natural. El estudio ofrece un cuadro comparativo de los pros y los contras de cada tecnología. El informe, orientado fundamentalmente al transporte por carretera, empieza con un análisis del hidrógeno que, combinado con las pilas de combustible, parece reunir las cualidades necesarias para constituir una buena alternativa tecnológica. Sin embargo, quedan algunos problemas tecnológicos serios por resolver como, por ejemplo, el rendimiento de las pilas de combustible y la producción de grandes cantidades de hidrógeno "limpio". Actualmente, la reformación por vapor del gas natural constituye la única solución económicamente viable para producir hidrógeno a gran escala. De este modo, podría producirse, a medio plazo, la salida al mercado del hidrógeno y las pilas de combustible, según reza el estudio. El caso es que el hidrógeno así producido procedería de un combustible fósil. Se están considerando otras fuentes de producción de hidrógeno, tales como las renovables (eólica, fotovoltaica, solar, térmica, hídrica), a través de la electrolisis. Esta solución se plantea algo así como una receta mágica, al generar un nivel de emisiones de gases de efecto invernadero cercano al cero. "Ahora bien, queda por ver la viabilidad de la producción de hidrógeno a partir de fuentes renovables a gran escala y por un coste razonable. También están pendientes el cuándo y el dónde", se advierte en el estudio. Otra opción factible es producir hidrógeno "limpio" a partir de energía nuclear, con el inconveniente de la limitación de las reservas de uranio y la escasa aceptación de este tipo de energía. En cuanto a seguridad climática, el estudio supedita la viabilidad del carbón a la utilización de métodos de captura y almacenamiento de CO2. El estudio indica que la tecnología híbrida abre la posibilidad de ahorrar energía y reducir emisiones a partir de la utilización de tecnologías e infraestructuras existentes. Los autores le auguran a la tecnología híbrida una presencia en el sistema de propulsión, sean cuales sean las tecnologías de combustibles y propulsión dominantes en el mercado en las próximas dos o tres décadas. No sólo es un componente importante de muchos conceptos de pilas de combustible, sino que parece tener un gran potencial para mejorar la eficacia de los combustibles tradicionales. Asimismo, se estudia el desarrollo de coches totalmente eléctricos. En este apartado, los autores del informe señalan que la comercialización de tales vehículos dependerá en gran medida del desarrollo de baterías compatibles. Y es que, a pesar de décadas de intensa actividad de investigación y desarrollo, los avances tecnológicos aún no permiten poner en el mercado baterías aceptables. "Sin embargo, no se descarta la posibilidad de elaborar una tecnología de baterías capaz de transformar por completo los sectores del transporte y la energía", aseveran los autores del estudio. El cuadro de fuentes alternativas de combustible no estaría completo sin la consideración de los biocarburantes. Sin dejar de reconocer la facilidad de producción actual de carburantes denominados de "primera generación", en particular el biodiésel y el bioetanol, el estudio afirma que el futuro está en los combustibles de segunda generación. A diferencia de sus predecesores, en la fabricación de éstos se aprovechará la planta entera y todo tipo de biomasas, como las semillas de colza y la caña de azúcar. Se calcula que en 2030 entre el 20% y el 30% del combustible que se utilice en el transporte por carretera en la UE se derivará de biomasa europea, procedente de cultivos energéticos, residuos agrícolas y forestales o la fracción orgánica de los desechos sólidos urbanos. No obstante, es probable que la atención a las necesidades de combustible en el continente haga necesaria la importación de biomasa. Cuestión ésta que deberá ser analizada críticamente, según el estudio, por el perjuicio que representa para las zonas medioambientalmente sensibles del planeta. En el último puesto de la lista de combustibles alternativos está la tecnología relativa al gas natural comprimido. "Esta tecnología viable en el sector del transporte tiene potencial para aportar al menos a medio plazo mejoras en la seguridad energética y la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero", afirma el estudio. Sin embargo, su posible contribución a la seguridad energética está fuertemente condicionada por la demanda global de gas natural. Probablemente los vehículos de gas natural comprimido encuentren hueco al menos en determinados sectores especializados, entre ellos las grandes flotas o el transporte en centros urbanos. El estudio pronostica que, entre tanto, el gas licuado del petróleo aportará importantes ventajas a un coste relativamente bajo. Ahora bien, el gas natural comprimido y el gas licuado del petróleo, por su origen fósil, deben ser considerados como soluciones de transición. Podrían abrir el camino a la implantación de combustibles gaseosos "limpios", como son el hidrógeno, el biometano y el DME, según se indica en el estudio.