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Detectar enfermedades en la palma de la mano

Los laboratorios portátiles que caben en una mano, capaces de analizar alimentos para detectar virus como la salmonella, ya no pertenecen a la ciencia ficción. Un equipo de investigadores europeos ha puesto la directa para crear un laboratorio de esas características. OptoLabC...

Los laboratorios portátiles que caben en una mano, capaces de analizar alimentos para detectar virus como la salmonella, ya no pertenecen a la ciencia ficción. Un equipo de investigadores europeos ha puesto la directa para crear un laboratorio de esas características. OptoLabCard, un proyecto financiado por la UE con más de tres millones de euros, se propone no sólo proteger la salud y el bienestar de millones de europeos, sino también ahorrar parte de los cientos de millones de euros que se gastan en el tratamiento de las infecciones gastrointestinales. Hoy por hoy no existe una forma simple y sencilla de detectar bacterias infecciosas ni en las granjas ni en las plantas de procesado y distribución de alimentos, ni siquiera para virus patógenos tan frecuentes y transmitidos en los alimentos como el campylobacter y la salmonella. Para realizar un sencillo test, hay que tomar muestras y mandarlas al laboratorio, proceso que puede durar horas o días. El proyecto OptoLabCard ha creado uno de los dos prototipos que existen en el mundo que prepara muestras y efectúa pruebas de ADN para detectar bacterias mediante un chip portátil, sencillo de usar y de coste asequible. El innovador prototipo ofrece la posibilidad de realizar análisis en tan sólo media hora. Esta rapidez tan asombrosa y su bajo coste mejorarían de forma drástica la seguridad de los alimentos. La idea de un dispositivo portátil capaz de realizar análisis que normalmente se llevan a cabo en laboratorios no es nueva. Pero ha sido la aparición de la tecnología de sistemas microelectromecánicos (SMEM) la que ha hecho posible instalar sensores, canales de fluidos y componentes ópticos en un espacio reducido. A grandes rasgos, el dispositivo prototipo consta de una unidad base portátil y un cartucho o «labcard» que efectúa una reacción en cadena de la polimerasa en tiempo real y de forma automática, desde la preparación de la muestra hasta la detección óptica. El cartucho está fabricado con un material fotosensible denominado SU-8 y contiene todos los componentes desechables, mientras que la base contiene los mecanismos ópticos y electrónicos necesarios. La gama de aplicaciones de este aparato es prácticamente infinita y puede utilizarse en ámbitos ajenos a la seguridad alimentaria y la detección de la salmonella o el campylobacter. Es capaz de detectar otras enfermedades infecciosas, gripe en humanos, tuberculosis, hepatitis, SIDA e incluso cáncer en muestras clínicas. El prototipo también puede servir para desarrollar dispositivos portátiles que identifiquen patógenos y contaminantes en fuentes de agua. Lo que diferencia al prototipo OptoLabCard de otros productos similares es su rentabilidad. La utilización de un único material, el SU-8, en la fabricación de la mayoría de sus componentes hace que los chips sean más sencillos y baratos de producir. Mientras que el lector o unidad base contiene todos los mecanismos ópticos y electrónicos (como se ha indicado anteriormente), el chip es desechable y está dotado de la capacidad de preparar la muestra, lo cual permite al usuario realizar con eficacia procesos que antes sólo eran posibles en un laboratorio. El consorcio OptoLabCard está compuesto por nueve instituciones gubernamentales de investigación, empresas industriales y universidades de seis países de la UE (Alemania, Dinamarca, España, Austria, Polonia y Suecia). A partir del proyecto se ha creado una empresa llamada microLIQUID que se dedica a comercializar componentes construidos con SU-8, mientras que varios socios del proyecto han puesto en marcha LabOnFoil, otro proyecto que pretende sustituir por papel metálico las obleas de silicio que suelen emplearse en los chips de análisis de muestras.

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