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¿El experto nace o se hace? Un poco de ambas cosas, según un estudio

Los especialistas en fonética o fonetistas, que son capaces de distinguir incluso las diferencias más sutiles entre sonidos, parecen deber su capacidad a una combinación de aptitudes innatas y formación, según indica una nueva investigación. Este hallazgo, además de sugerir qu...

Los especialistas en fonética o fonetistas, que son capaces de distinguir incluso las diferencias más sutiles entre sonidos, parecen deber su capacidad a una combinación de aptitudes innatas y formación, según indica una nueva investigación. Este hallazgo, además de sugerir que algunas personas podrían estar predispuestas a elegir carreras profesionales para las que se requiere tener buen oído, podría repercutir en el tratamiento de quienes padecen trastornos como la dislexia del desarrollo. También podrían resultar de utilidad en el campo del aprendizaje de lenguas no maternas. El estudio, financiado en parte por la Unión Europea por medio de una beca Marie Curie para beneficiarios de terceros países, se ha publicado en Journal of Neuroscience. Se sabe que los taxistas de Londres poseen un hipocampo (una región del cerebro que guarda relación con la capacidad de orientación) más grande que la media. Asimismo, se ha observado que golfistas profesionales muestran un patrón de actividad cerebral distinto al de los novatos a la hora de calcular un golpe. Sin embargo, Narly Golestani, de la Universidad de Ginebra (Suiza), explicó: «No es fácil determinar si estas diferencias vienen determinadas completamente por la experiencia o bien si es la estructura cerebral del individuo la que influye en la profesión escogida.» En el estudio referido, la profesora Golestani y sus colaboradores del University College de Londres (UCL) y el Centro de Imagen Neurológica del Wellcome Trust (Reino Unido) analizaron los cerebros de fonetistas. Éstos están formados para distinguir sonidos del habla y transcribirlos al alfabeto fonético internacional. Su trabajo les exige reconocer con rapidez hasta las variaciones más sutiles en acentos regionales. Los investigadores escogieron a los fonetistas para llevar a cabo este estudio porque reciben formación en edad adulta y la cantidad de formación y experiencia en transcripción fonética que adquieren puede medirse de forma precisa. Los investigadores compararon exploraciones de IMR (imagen por resonancia magnética) de los cerebros de 17 fonetistas y de 16 voluntarios sanos. Observaron diferencias claras entre los dos grupos en dos regiones del cerebro; una que parecía haberse desarrollado a raíz del adiestramiento, y otra que se estabiliza antes de nacer. La pars opercularis izquierda era más grande en los fonetistas que en el grupo de control, y sobre todo en los que habían recibido la formación fonética más extensa. En otras palabras, el tamaño de dicha región se había visto influido por la experiencia. La pars opercularis izquierda se encuentra en una región del cerebro llamada área de Broca, que como es bien sabido se ocupa del procesamiento del habla y el lenguaje. Estudios anteriores habían indicado que la pars opercularis izquierda realiza labores de procesamiento fonético, así como de extracción y manipulación de segmentos fonéticos en la memoria de trabajo verbal. «Este proceso de segmentación fonética se corresponde con algunos de los requisitos de la transcripción fonética, en la que reviste gran importancia la capacidad de separar y reconocer con precisión segmentos fonéticos y realizar correspondencias inequívocas entre sonidos y símbolos», indican los investigadores. La otra zona del cerebro que presentaba un mayor tamaño en los fonetistas que en el grupo de control era la circunvolución transversa izquierda, que forma parte de la corteza auditiva izquierda. Sin embargo, la cantidad de formación recibida no pareció guardar relación con el tamaño de esta región cerebral en los fonetistas. En realidad, la estructura de la circunvolución transversa se determina principalmente durante la gestación. «Se cree que las circunvoluciones transversas se establecen durante el embarazo. Por tanto nuestros hallazgos indicarían que esta notable diferencia morfológica puede haber existido antes del comienzo del adiestramiento fonético, y también que su presencia concede una ventaja de una magnitud suficiente como para influir en las elecciones profesionales», explican los investigadores. En su opinión, sus resultados apuntan a que las predisposiciones innatas y la plasticidad del cerebro pueden «determinar conjuntamente no sólo la manera en que las experiencias modulan el cerebro humano, sino también el motivo de que unos individuos se decanten por determinadas disciplinas». «Este interesante estudio permite conocer mejor la manera en que el cerebro procesa el lenguaje y la razón de que algunas personas sientan inclinación por los idiomas», apuntó el Dr. John Williams, responsable del Departamento de Neurociencias y Salud Mental del Wellcome Trust, ajeno al estudio. «No se trata meramente de un descubrimiento curioso; con el tiempo nos puede ayudar a comprender el motivo de que algunas personas experimenten trastornos fonológicos como [...] la dislexia del desarrollo.»Para más información, consulte: Wellcome Trust: http://www.wellcome.ac.uk Journal of Neuroscience: http://www.jneurosci.org/

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Suiza, Reino Unido