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Avances en la lucha contra las enfermedades parasitarias tropicales

Un equipo de investigadores europeos ha descubierto compuestos desconocidos hasta ahora que pueden ayudar a combatir una serie de enfermedades parasitarias tropicales letales. Los actuales tratamientos farmacológicos contra las enfermedades provocadas por parásitos tripanoso...

Un equipo de investigadores europeos ha descubierto compuestos desconocidos hasta ahora que pueden ayudar a combatir una serie de enfermedades parasitarias tropicales letales. Los actuales tratamientos farmacológicos contra las enfermedades provocadas por parásitos tripanosomátidos, como la tripanosomiasis africana, el mal de Chagas y la leishmaniasis, resultan inadecuados en muchos casos por la toxicidad del fármaco o la resistencia desarrollada por el parásito frente al mismo, pero los hallazgos de este equipo de científicos de Bélgica, Alemania e Italia podrían dar brío al desarrollo de tratamientos contra estas patologías. En la revista Journal of Medicinal Chemistry se ha publicado un estudio al respecto en el que se señala que ciertos compuestos no folatos podrían constituir agentes antiparasitarios, según observaron los autores tras realizar un cribaje virtual con el fin de averiguar los efectos de diversas combinaciones de enzimas inhibidoras en la actividad del parásito patógeno. Para subsistir, los parásitos tripanosomátidos necesitan folatos y la coenzima biopterina, que son reducidos por las enzimas dihidrofolato reductasa (DHFR) y pteridina reductasa (PTR1). Cuando la DHFR se inhibe, se impide la replicación del ADN, lo que provoca la muerte celular. Sin embargo, en los tripanosomátidos la PTR1 se sobreexpresa al inhibirse la DHFR y puede además asumir la función de la DHFR reduciendo folatos, lo que posibilita la supervivencia del parásito. Por consiguiente, el tratamiento de las enfermedades parasitarias debe bloquear simultáneamente ambas rutas metabólicas inhibiendo DHFR y PTR1 con un único fármaco o bien con una combinación de dos inhibidores específicos. Puesto que PTR1 no se encuentra en humanos, constituye una diana excelente para el diseño de compuestos específicos dirigidos contra el parásito. Así pues, los autores llevaron a cabo un cribaje virtual y también métodos experimentales de cribaje con el fin de identificar inhibidores de no folatos de la PTR1 en Leishmania. Se llevó a cabo una optimización en dos rondas de ciclos de diseño farmacológico de tipo estructural con el fin de mejorar la especificidad para PTR1 y la selectividad contra la DHFR humana. De este modo se obtuvieron dieciocho moléculas tipo fármaco con perfiles de baja afinidad micromolar y alta especificidad in vitro. Además, empleando células de Leishmania cultivadas se realizaron ensayos de eficacia (procedimiento empleado en biología molecular para probar o medir la actividad de un fármaco o agente bioquímico en un organismo o una muestra orgánica). Se observaron seis compuestos activos en combinación con un inhibidor de la DHFR. Uno de estos compuestos también era activo por sí solo y varios otros presentaron perfiles de toxicidad bajos. Asimismo, uno de los compuestos ya ha sido aprobado anteriormente para tratar enfermedades del sistema nervioso central, y ahora surge la posibilidad de que resulte útil como fármaco antiparasitario. La leishmaniasis, la tripanosomiasis africana y el mal de Chagas son sólo tres de las numerosas enfermedades infecciosas que afectan en la actualidad a millones de personas de todo el mundo, sobre todo en países en vías de desarrollo. Según informa la Organización Mundial de la Salud (OMS), la tripanosomiasis africana está presente en 36 países del África subsahariana en los que existen moscas tsé-tsé capaces de transmitir la enfermedad. El riesgo es mayor para las poblaciones rurales al estar más expuestas a dicha mosca. La leishmaniasis afecta a cerca de 12 millones de personas en todo el mundo, y según la OMS, puede manifestarse con una amplia gama de síntomas clínicos de tipo cutáneo, mucocutáneo o visceral. La leishmaniasis cutánea es la forma más común, mientras que la visceral es la más grave, pues afecta a órganos vitales. Estas enfermedades suelen calificarse de «desatendidas» pese a que se les atribuyen 500.000 muertes y millones de casos de discapacidad cada año. Los fondos concedidos para investigación biomédica suelen centrarse en el sida, la tuberculosis y la malaria. Por consiguiente se plantea el reto de equilibrar la situación en favor de las enfermedades tropicales.Para más información, consulte: Instituto de Estudios Teóricos de Heidelberg: http://www.h-its.org/english/index.php

Países

Bélgica, Alemania, Italia

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