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¿Qué clase de nacionalismo hace feliz a las personas?

¿Le hace feliz sentirse orgulloso de su país? Una pregunta imposible con infinitas respuestas. Si bien investigaciones anteriores habían concluido que sentirse bien con su país puede estar relacionado con sentirse feliz con la propia vida, los investigadores Tim Reeskens, de...

¿Le hace feliz sentirse orgulloso de su país? Una pregunta imposible con infinitas respuestas. Si bien investigaciones anteriores habían concluido que sentirse bien con su país puede estar relacionado con sentirse feliz con la propia vida, los investigadores Tim Reeskens, de la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica, y Matthew Wright, politólogo de la Universidad Americana de Washington DC, se propusieron profundizar en este tema y desentrañar la relación existente entre felicidad y nacionalismo. Según afirma Matthew Wright, «está bien decir que te hace feliz estar orgulloso de tu país. Pero, ¿de qué tipo de orgullo estamos hablando? Porque ahí radica una gran diferencia.» El término nacionalismo puede abarcar muchas corrientes ideológicas, que van desde la creencia de que tu país es superior al resto, hasta el nacionalismo «cívico», o la protección del Estado frente al poder impuesto por otro. Para ahondar en esta investigación, los autores analizaron las respuestas que 40 677 personas de 31 países aportaron a 4 preguntas clave incluidas en la Encuesta Europea de Valores de 2008, un programa de investigación de sondeo de carácter internacional y longitudinal a gran escala que investiga los valores humanos básicos. Aporta información sobre las ideas, creencias, preferencias, actitudes, valores y opiniones de los ciudadanos de toda Europa. El estudio representa un proyecto de investigación único acerca de lo que piensan los europeos sobre su vida, familia, trabajo, religión, política y sociedad. En un artículo publicado en la revista Psychological Science, los autores distinguen dos clases de orgullo nacional . El nacionalismo «étnico», que considera la ascendencia como la frontera social clave que define al «nosotros» nacional colectivo y que suele manifestarse en términos raciales o religiosos y, la otra corriente, el nacionalismo «cívico», que trata más sobre la creación de una sociedad inclusiva y cuya noción de pertenencia solo exige el respeto a las instituciones y leyes del país. Mientras que el nacionalismo étnico emplea a menudo un enfoque cerrado y antagonista hacia las minorías o inmigrantes, el nacionalismo cívico, siempre en principio, se muestra más abierto a crear lazos entre las diferentes comunidades y a abrir las fronteras a los inmigrantes. Una de las preguntas del estudio cuyas respuestas analizaron evaluaba el «bienestar subjetivo», determinado por la satisfacción general con la vida, y otra el orgullo nacional. Las dos restantes trataban sobre las fronteras nacionales cívicas y étnicas, ya que pedían a los encuestados que valoraran la importancia que tenía para ellos el respeto a las leyes e instituciones y la que le daban a su ascendencia. Al igual que en encuestas anteriores, observaron que las personas que manifestaban más orgullo nacional disfrutaban de un mayor grado de bienestar. Sin embargo, los resultados de Reeskens y Wright indican además que los más felices en general eran los nacionalistas cívicos, ya que incluso el nivel de bienestar de los nacionalistas étnicos más orgullosos apenas superaba al de las personas con el nivel más bajo de orgullo nacional cívico. Analizando la forma en que las personas definen su orgullo se puede predecir cómo podrían reaccionar en situaciones de cambio . Ante el auge, una vez más, de los partidos extremistas nacionalistas en Europa, estudios de este tipo son fundamentales para entender las complejas ideologías políticas y definir exactamente qué nacionalismo es el más deseable. Wright cree que los resultados aportan pistas sobre las respuestas más comunes que se pueden esperar ante fenómenos como son millones de personas cruzando fronteras desde países más pobres hacia los más ricos en busca de trabajo o asilo ante un conflicto bélico o de represión política. «No quedan claras las implicaciones políticas de la medición de la felicidad, aunque los ciudadanos infelices podrían reclamar muchas respuestas xenófobas y políticamente peligrosas. Los nacionalistas étnicos, orgullosos o no, parecen ser relativamente menos felices y es más probable que encabecen las reacciones conforme vean que su nación se va diversificando ante ellos.»Para más información, consulte: Asociación de Ciencia Psicológica: http://www.psychologicalscience.org/

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