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Nuevos datos sobre la especiación simpátrica

Los procesos de especiación simpátrica, la aparición de dos o más especies a partir de una antecesora en un mismo hábitat, han sido objeto de estudio durante mucho tiempo. Un equipo de científicos de Reino Unido y Estados Unidos ha obtenido conocimientos nuevos sobre la intens...

Los procesos de especiación simpátrica, la aparición de dos o más especies a partir de una antecesora en un mismo hábitat, han sido objeto de estudio durante mucho tiempo. Un equipo de científicos de Reino Unido y Estados Unidos ha obtenido conocimientos nuevos sobre la intensa diversidad genética que con probabilidad sucede en todo tipo de poblaciones microbianas en entornos naturales. Los resultados del estudio se han presentado en la revista PLoS Biology. Los autores, pertenecientes a la Universidad de Illinois (Estados Unidos) y la Universidad de Oxford (Reino Unido), explicaron que demostrar la especiación simpátrica no es una tarea en absoluto sencilla. El problema es aún mayor si se tienen en cuenta los microbios. «Una de las grandes cuestiones desde los tiempos de Darwin es dar con los motivos de la divergencia de las especies cuando éstas conviven en un mismo espacio», indicó la profesora Rachel Whitaker de la Universidad de Illinois, autora sénior del estudio. «Aún no se ha dado con ninguna respuesta completamente satisfactoria al respecto, ni siquiera con respecto a los macroorganismos que llevan siendo estudiados cientos de años.» Las bacterias y las arqueas, muy distintas pero emparentadas a las bacterias, generan serios quebraderos de cabeza en este tipo de investigaciones, pues poseen la capacidad de compartir información genética de múltiples formas. Según la investigadora de Illinois, los microbios buscan la victoria. Para lograrla se dividen y generan clones idénticos o casi iguales al progenitor. «Si esta fuese su única manera de establecerse, su diversidad genética sería muy baja al ser fruto únicamente de unos pocos errores y mutaciones aleatorios durante la copia», explicó. «Pero también pueden unirse entre sí para transmitirse genes, absorber elementos genéticos aleatorios del entorno y obtener nuevos genes a partir de virus que infectan tanto a ellos como a otros cercanos.» El equipo examinó a fondo la dote genética de cada uno de una serie de microbios. Esto permitió a los investigadores distinguir entre bacterias y arqueobacterias. Sus resultados sitúan las segundas en el tercer dominio de la vida, demostrando con claridad la gran diferencia que existe entre ambas. «Cada vez que observamos encontramos una variación en las poblaciones de microbios que emplean estas herramientas moleculares», afirmó el profesor Whitaker. «Es necesario utilizar estas moléculas, estas secuencias de ADN (ácido desoxirribonucleico), para distinguir entre especies.» Este trabajo no es sencillo. El equipo estudió el organismo Sulfolobus islandicus, perteneciente al dominio Archaea. Su preferencia por el calor es patente pues vive en poblaciones aisladas producidas por fuentes geotermales. «Estudiamos un entorno poco complejo en términos microbianos», comentó la profesora Whitaker. «No existen muchos organismos capaces de sobrevivir en él y los que pueden no suelen desplazarse a menudo.» El equipo secuenció los genomas de doce cepas de S. islandicus extraídas de una única fuente termal del volcán Mutnovsky, ubicado en la región de Kamchatka (Rusia). Los datos obtenidos permiten distinguir dos grandes grupos de S. islandicus entre las doce cepas. La profesora Whitaker afirma que los microbios habían intercambiado genes con miembros de su propio grupo más de lo que cabría esperar y menos de lo esperado con el otro grupo. Cabe reseñar que el intercambio de material genético entre los dos grupos se había reducido con el tiempo. Esto apunta a que ambos grupos son especies distintas a pesar de que comparten el mismo hábitat. Aunque las diferencias entre los dos son mínimas, es evidente que hay un proceso de especiación en marcha. «Los hemos descubierto especiándose», aseguró. «Intercambian genes, pero no muchos. Ahora ya se puede afirmar que no es necesario contar con una barrera (geográfica o mecánica) a la recombinación para que se produzca especiación. Solo es necesario que la selección separe a los dos grupos, algo que nadie antes podía afirmar. Existen miríadas de especies de microbios, más de las que nunca pensamos. Un hecho absolutamente asombroso.» Al estudio contribuyó un equipo de la Universidad de California-Davis (Estados Unidos).Para más información, consulte: PLoS Biology: http://www.plosbiology.org/home.action

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