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El control de la dieta puede contrarrestar los efectos secundarios de un fármaco antiparasitario

Los efectos secundarios de la quinina, un fármaco antiparasitario empleado en el tratamiento contra la malaria, se podrían controlar a través de la dieta, afirma un equipo de científicos de Malasia y Reino Unido tras realizar un estudio al respecto. En un artículo publicado ...

Los efectos secundarios de la quinina, un fármaco antiparasitario empleado en el tratamiento contra la malaria, se podrían controlar a través de la dieta, afirma un equipo de científicos de Malasia y Reino Unido tras realizar un estudio al respecto. En un artículo publicado en el Journal of Antimicrobial Chemotherapy, los autores muestran que la variación natural de la concentración del aminoácido triptófano influye considerablemente en la respuesta del organismo al tratamiento con quinina. A menor concentración de triptófano, mayor probabilidad de sufrir efectos secundarios. Puesto que el triptófano es un aminoácido esencial que el organismo es incapaz de producir por sí mismo, cada individuo determina su concentración en su cuerpo a través de los alimentos que consume. La quinina se viene utilizando como tratamiento contra la malaria desde el siglo XVII. Pese a sus virtudes, conlleva una serie de efectos negativos, desde mareos y migrañas hasta ceguera, sordera y, en casos infrecuentes, la muerte. En una investigación anterior, este mismo equipo empleó como modelo una levadura, organismo en cierto modo similar al ser humano desde el punto de vista evolutivo, y observó que la quinina puede impedir la asimilación del triptófano y resultar tóxica para las células. Aquel trabajo proporcionó conocimientos nuevos sobre la acción de la quinina y, gracias a él, los autores concluyeron que una terapia de combinación con quinina y triptófano podría permitir dosis más elevadas de la primera para así mejorar la efectividad del fármaco y reducir el riesgo de efectos adversos. Partiendo de aquel trabajo anterior, en su nuevo estudio los científicos evaluaron a pacientes de malaria ingresados en varios hospitales públicos del Valle de Klang, en Malasia, y descubrieron que la concentración de quinina en los pacientes que recibían el tratamiento contra la malaria guardaba relación con la concentración de triptófano en los mismos. Además, demostraron que la incidencia de la reacción adversa a la quinina era significativamente menor en aquellos pacientes que poseían una concentración elevada del aminoácido. Según el investigador principal, el Dr. Simon Avery de la Universidad de Nottingham: «Este nuevo trabajo sobre pacientes con malaria muestra que nuestras hipótesis previas se cumplen mayoritariamente en los centros de atención. Es decir, la variación natural de la concentración del aminoácido triptófano en humanos puede repercutir marcadamente en las respuestas del paciente a la terapia con quinina. Se plantea, pues, una aplicación posible fundamentada en el hecho de que la concentración de triptófano se puede modificar mediante la dieta. Esto constituiría un método simple y barato de reducir las respuestas adversas a la quinina en los pacientes.» Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el mundo hay 3 300 millones de personas en riesgo de contraer malaria. En 2010 los casos ascendieron a 216 millones y se calcula que hubo 655 000 defunciones causadas por esta enfermedad. El origen de la malaria reside en un parásito llamado Plasmodium que se transmite a través de la picadura de mosquitos infectados. En el cuerpo humano, los parásitos se multiplican en el hígado y luego infectan los glóbulos rojos. Entre los síntomas de la malaria se encuentran la fiebre, dolores de cabeza y vómitos y normalmente se manifiestan entre diez y quince días después de la picadura del mosquito. Si se deja sin tratar, la malaria puede suponer rápidamente un riesgo para la vida al dificultar el riego sanguíneo de órganos vitales. Lamentablemente, en muchas partes del mundo los parásitos han desarrollado resistencia a distintos fármacos diseñados para combatir la enfermedad. El triptófano se encuentra en abundancia en la carne, pero es limitado en el ñame, un cultivo alimentario básico en los trópicos, donde la malaria es prevalente. Si la quinina reduce gravemente la asimilación del triptófano, se desprende que este fármaco plantea un riesgo aún mayor para aquellas personas que tengan previamente deficiencia de este aminoácido (una circunstancia muy extendida en las poblaciones desnutridas).Para más información, consulte: Universidad de Nottingham: http://www.nottingham.ac.uk/

Países

Malasia, Reino Unido