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At the host-bacteria interface: Modulation of the intestinal microbiota and its metabolic activity by Card9 signalling in health and Inflammatory Bowel Diseases

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Comprender el microbioma es la clave para mejorar las terapias intestinales

Descubrir la compleja relación entre nuestros genes y las bacterias de nuestro intestino podría dar lugar a tratamientos más eficaces para las enfermedades inflamatorias intestinales.

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Sabemos desde hace muchos años que el microbioma intestinal —los miles de millones de bacterias que coexisten con las células humanas en el intestino— desempeña una función clave en la salud humana. Se ha demostrado que estimula la inmunidad y nuestro metabolismo, y que incluso repercute sobre las funciones cerebrales. «La relación que tenemos con nuestro microbioma es importante, pero también muy frágil», señala Harry Sokol, coordinador del proyecto MArylAND y catedrático de gastroenterología en el Hospital Saint-Antoine y la Universidad de La Sorbona en París (Francia). «Hay varios factores que pueden modificar esta relación. Sabemos, por ejemplo, que nuestros genes pueden influir en la función y composición del microbioma intestinal, pero que los factores ambientales probablemente sean aún más significativos». Cuando esta relación se deteriora, podemos volvernos más susceptibles a las enfermedades inflamatorias intestinales (EII), tales como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa. Se estima que solo en Europa hay 3,4 millones de personas afectadas por las EII, un grupo de trastornos gastrointestinales crónicos e incapacitantes que pueden repercutir en todos los aspectos de la vida de un paciente. «En torno a un tercio de los pacientes responde bien al tratamiento, un tercio lo hace moderadamente y otro tercio no responde en absoluto», expone Sokol. «Por ese motivo, se necesitan nuevas estrategias terapéuticas».

Susceptibilidad a las enfermedades

El proyecto MArylAND se puso en marcha con el apoyo del programa Acciones Marie Skłodowska-Curie. Se basa en trabajos anteriores que hallaron una conexión entre las variaciones de un gen llamado CARD9 y una mayor susceptibilidad a las EII. Si bien la presencia de esta variación genética tal vez no propicie por sí sola la enfermedad, sí podría aumentar su riesgo. «En este proyecto, examinamos ratones con esta variación genética y vimos que eran más susceptibles a la colitis», explica Sokol. «Un factor clave para ello fue el microbioma. Básicamente, cuando este gen no funciona correctamente, cambian la composición y el funcionamiento del microbioma». Sokol descubrió que, al tomar este microbioma alterado y transferirlo a ratones portadores del gen normal, se transfería también un grado de susceptibilidad. Además, Sokol relacionó la susceptibilidad a la colitis con el metabolismo de un aminoácido esencial llamado triptófano. «La transformación de este aminoácido por parte de las bacterias intestinales produce moléculas que activan nuestros receptores celulares», afirma Sokol. «Es importante para el proceso de curación y para garantizar la homeostasis intestinal». Sokol descubrió que los ratones que carecían del gen CARD9 producían menos de estas moléculas, de modo que activaban menos receptores, lo cual, a su vez, los convertía en más propensos a la colitis.

Poner fin a un círculo vicioso

Este proyecto ha ayudado a Sokol a responder a una pregunta similar al dilema del huevo y la gallina que llevaba años perturbando a los investigadores: ¿son las alteraciones del microbioma la causa o la consecuencia de la enfermedad? «Lo que nos enseña este trabajo es que la cuestión no es tan sencilla», explica. «Hay factores que propician claramente el cambio del microbioma; a su vez, los propios cambios de conducta del microbioma tienen un efecto destructor. Es más bien un círculo vicioso». En otras palabras, a pesar de que seguir investigando las terapias basadas en el microbioma tiene mucho sentido, tratar el microbioma por sí solo podría no ser suficiente en muchos casos. Para romper el círculo vicioso de las EII, el personal sanitario probablemente tenga que detener la inflamación sobreactivada, así como centrarse en el microbioma. Sokol trabaja actualmente para comprender cómo se altera el funcionamiento del microbioma. «Si entendemos el proceso, podremos tratar de corregirlo», señala. «Estoy investigando la opción de modificar el microbioma con trasplantes o probióticos de nueva generación, así como de aplicar un tratamiento con inmunosupresores. El objetivo último es desarrollar mejores tratamientos para los pacientes».

Palabras clave

MArylAND, EII, colitis, enfermedad de Crohn, intestino, intestinal, microbioma, gastroenterología, aminoácido, células

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