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Rural-Urban Outlooks: Unlocking Synergies

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Pensar más allá de los entornos rurales y urbanos

Los espacios rurales y urbanos interactúan de forma compleja. El proyecto ROBUST explora cómo se pueden fortalecer estos vínculos para maximizar los beneficios mutuos.

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Aunque el teletrabajo durante la pandemia ha hecho que muchas personas piensen en mudarse al campo, también ha puesto de relieve la brecha digital existente: para muchos niños que viven en zonas rurales, el aprendizaje a distancia no ha sido una opción. La COVID-19 ha creado nuevas oportunidades para combinar las ventajas de los estilos de vida urbanos y rurales al tiempo que ha puesto de manifiesto la necesidad urgente de superar la división tradicional entre los espacios urbanos y rurales. Existe un potencial enorme para mejorar la calidad de vida en las comunidades rurales, los pueblos y las ciudades y sus periferias explorando las diferentes conexiones entre ellos. El proyecto financiado con fondos europeos ROBUST (Rural-Urban Outlooks: Unlocking Synergies) trazó trayectorias de cara a la consecución de este objetivo mediante la identificación de áreas clave en las que se pueden impulsar estas relaciones. «Comprendemos mejor las interacciones entre las zonas rurales, periurbanas y urbanas, e identificamos prácticas que fomentan unas relaciones mutuamente beneficiosas», explica Han Wiskerke, profesor y director de Sociología Rural en la Universidad de Wageningen y coordinador del proyecto ROBUST.

Cuestionar las suposiciones

Como primer paso, el equipo del proyecto desarrolló un marco para conceptualizar estas interacciones. El documento, que cuestiona la suposición de que las zonas rurales y urbanas tienen límites y características inherentes, establece tres conceptos clave para pensar y trabajar más allá de dichos límites: las nuevas localidades, es decir, las zonas reales en que las personas viven, trabajan y colaboran y que pueden abarcar territorios urbanos y rurales; la gobernanza en red, es decir, la toma de decisiones conjunta por parte de agentes locales a diferentes escalas y con distintas colaboraciones entre sectores; y el desarrollo inteligente, que se centra fundamentalmente en lo que cada zona puede hacer mejor. Después, el marco se trasladó a una guía para profesionales que asesora sobre cómo aplicar estos conceptos sobre el terreno.

Comunidades de práctica

El proyecto trabaja con socios en regiones europeas en las que estos vínculos se estudian en acción. En estos once laboratorios vivientes de ROBUST, que constituyen un abanico de entornos rurales y urbanos de toda Europa, se desarrollan y ensayan nuevas formas de resolver problemas en una región geográfica concreta. Sus hallazgos se comparten en las denominadas «comunidades de práctica», que se organizan en torno a temas rurales y urbanos esenciales, como las infraestructuras públicas, los alimentos sostenibles y las conexiones culturales. «El proyecto ofreció un gran número de ejemplos muy prácticos, como veinte tipos de modelos de negocio rurales y urbanos», comenta Wiskerke. Asimismo, el proyecto recopiló más de veinte ejemplos de buenas prácticas relativas a cómo las infraestructuras y los servicios públicos pueden proporcionarse de forma equitativa a las personas que viven en las ciudades y en el campo. Entre ellos se incluyen, por ejemplo, las viviendas cooperativas, el transporte compartido inteligente y los centros de alimentos locales.

Una situación cambiante

La pandemia ha influido directamente en los resultados del proyecto. «Aunque el programa del proyecto se vio muy influido por la COVID-19, conseguimos estudiar el efecto de la pandemia sobre las relaciones entre las ciudades y el campo con rapidez», señala Wiskerke. El estudio del proyecto sobre la multilocalidad en Finlandia es un buen ejemplo. La multilocalidad, que hace referencia a las personas que viven temporalmente en diferentes lugares, es un fenómeno común en el país: se calcula que 2,4 millones de finlandeses viven en el campo de manera estacional. La pandemia ha acentuado aún más esta tendencia y ha puesto el foco en la importancia de adaptar la gobernanza a estos estilos de vida mediante, por ejemplo, un ajuste de los impuestos. Para ayudar a convertir los estudios sobre el terreno y los datos recogidos en casos de uso reproducibles, el equipo del proyecto trabaja en modelos de gobernanza satisfactoria que se puedan aplicar en diferentes entornos locales. «Muchos de los ejemplos y las lecciones que se han aprendido podrían incorporarse a la visión a largo plazo para las zonas rurales que se está desarrollando en estos momentos. Esto significa que ROBUST puede contribuir positivamente a la elaboración de políticas de la Unión Europea», concluye Wiskerke.

Palabras clave

ROBUST, rural, urbano, periurbano, laboratorios vivientes, marco, buena práctica, modelos de negocio, comunidad de práctica, multilocalidad

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