¿Qué hemos aprendido sobre nosotros mismos a raíz de los apagones de Facebook?
El gran apagón de 6 horas tuvo lugar el 4 de octubre, tras lo cual Facebook y sus aplicaciones volvieron a caerse unos días después durante un par de horas más. Usamos las herramientas de las redes sociales de Facebook para estar al día de las novedades, seguir en contacto con familia y amigos, comprar, divertirnos, navegar por las fotos o hacer publicidad. No cabe duda de que este gigante de las redes sociales impregna nuestras vidas. Así que ¿cómo nos hizo sentir este parón involuntario? ¿Se trató de una simple molestia, de una llamada de atención o de algo mucho más profundo?
Imaginar un mundo sin Facebook
Esta situación desveló «hasta qué punto dependemos de las redes sociales, de maneras diferentes, para distraernos, escapar, conectar o lidiar con la ansiedad y el estrés», declaró el doctor Ian Kerner, psicoterapeuta y autor de superventas del «New York Times», a la CNN. Explicó que cuando no podemos navegar y publicar como de costumbre, nos aburrimos y pasamos a ser vulnerables a emociones problemáticas y cosas que nos causan estrés. En ocasiones, no sabemos cómo lidiar con todo esto. «Las personas descubren que están solas con sus propios pensamientos. Y, de algún modo, sienten que no se conocen a ellas mismas. Antes de las redes sociales, creo que se nos daba mucho mejor estar con uno mismo, encontrar formas de desafiarnos y seguir siendo curiosos», añadió Kerner. Curiosamente, dado que este gran apagón afectó a todo el mundo, las personas no necesariamente sintieron que se estaban perdiendo algo por no estar conectadas al resto. «Cuando se dieron cuenta de que casi todas las redes habían caído, hubo este sentimiento extraño pero muy evidente de alivio. La sensación era: “No tengo nada sobre lo que estar al día. No me estoy perdiendo nada”», añadió el doctor John Duffy, psicólogo. En ese momento, algunas conexiones profundas tuvieron lugar: en la vida real. El doctor Duffy observó que «las personas se dieron cuenta al instante de la importancia de las relaciones cara a cara y del vacío relativo de una conexión que solo ocurre a través de Facebook o Instagram». ¿Durará esta consciencia de que navegamos y publicamos demasiado? Según la doctora Anna Lembke, catedrática de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento en la Universidad de Stanford de los Estados Unidos y directora médica de Medicina de las Adicciones en la Facultad de Medicina, nuestro cerebro tiene la respuesta debido a todos los estímulos, como Facebook e Instagram, que suscitan niveles altos de dopamina y que le afectan. La dopamina es una sustancia química que influye en nuestro nivel de felicidad. «Podemos demostrar que las conexiones humanas estimulan la liberación de dopamina, proceso que se refuerza, y todo lo que estimula la dopamina en la ruta de recompensa del cerebro puede resultar adictivo».
Desintoxicación digital
Ahora que nuestras vidas y nuestros mundos conectados han vuelto a la normalidad, ¿cuál es la conclusión? La doctora Lembke cree que el apagón de las redes sociales fue un «experimento accidental en masa que, con suerte, reveló a las personas hasta qué punto son adictas». Espera que esta interrupción «las anime a realmente planear su abstención intencionada de las redes sociales, y tal vez también de sus teléfonos, durante un tiempo». Lembke propone otros temas de reflexión: «Como sociedad, debemos establecer un protocolo digital y crear espacios sin tecnología, en los que dejamos el teléfono en casa a propósito y hacemos un verdadero esfuerzo por estar presentes en ese momento, en la vida real, con los demás».
Palabras clave
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