¿Distraído digitalmente? Existe otra razón por la que seguimos consultando una y otra vez nuestros teléfonos inteligentes
¿Quién no pasa más tiempo del que está dispuesto a admitir delante del teléfono inteligente desplazándose y navegando por páginas web y haciendo clic en su contenido? La explicación más general es que la culpa la tienen empresas como Google y Meta, que manipulan a los usuarios con algoritmos que fomentan la adicción a sus plataformas. En un artículo publicado en la revista «Neuroscience of Consciousness»(se abrirá en una nueva ventana), el filósofo Jelle Bruineberg, profesor adjunto de la Universidad de Copenhague, le quita hierro al asunto. Sugiere que la razón por la que no podemos dejar el teléfono es el deseo humano fundamental de novedad.
La novedad es lo que ansiamos
El cerebro anhela la novedad, y comprobar el teléfono satisface esa necesidad. «Cuando sentimos esa necesidad interna de consultar el correo electrónico o las últimas notificaciones de Facebook, no es porque estemos abrumados por la información; muchas veces, ni siquiera estamos utilizando el teléfono móvil cuando aparece ese impulso», explicó Bruineberg en un comunicado de prensa(se abrirá en una nueva ventana). «Pero consultar el teléfono nos permite acceder de forma fácil a una recompensa muy satisfactoria: una información novedosa. Esta necesidad imperiosa de novedad es, según la neurociencia cognitiva, una característica básica del funcionamiento de nuestra mente». Bruineberg puntualizó: «Las tecnologías digitales nos ofrecen los medios para conseguir esta recompensa sin apenas esfuerzo. Solo tenemos que mover un par de dedos en el teléfono... es la combinación de acceso sin esfuerzo y contenido cambiante lo que nos hace tan susceptibles de desarrollar “hábitos de comprobación”».
Uno de los recursos más valiosos de la era digital
Bruineberg pone en duda el modelo de la economía de la atención, que incluye cualquier cosa que intente captar nuestra atención limitada. La atención no es solo un recurso, sino una moneda: más atención significa más ventas. «La idea que planteo en este artículo es que existe un profundo desajuste entre la forma en que funciona nuestra mente y la estructura de las tecnologías digitales modernas. Pero no tiene que ver con que estemos siendo apabullados con montones de información», añadió Bruineberg. «Al final todo se reduce a que nosotros —y nuestras mentes— no estamos equipados para lidiar con entornos que permiten un compromiso y un cambio de tareas sin fricciones, cantidades casi infinitas de novedades y recompensas fáciles de conseguir», concluye Bruineberg. «Y la única forma de contrarrestar esta evolución es restringir de forma drástica los entornos digitales. Por ejemplo, recibir correos electrónicos solo dos veces al día garantiza que no haya novedades en la bandeja de entrada entre esos momentos. Quizá, dentro de cincuenta años, miremos hacia atrás [sic] horrorizados por lo complejos y poco restrictivos que son los entornos digitales actuales».