¿A qué edad alcanza el cerebro su plenitud?
No cabe duda de que nuestro cuerpo alcanza su máximo rendimiento físico entre los veinte y los treinta años. Pero, ¿cuándo está la mente en su mejor momento? Muchas personas también dirían que es alrededor de esos años, lo cual está relacionado con nuestros profundos prejuicios culturales sobre el envejecimiento y el deterioro cognitivo.
¿Cuáles son los mejores años de nuestro cerebro?
Un equipo de investigación de Australia y Polonia examinó cuándo el cerebro alcanza su plenitud mental y emocional. Sus sorprendentes hallazgos se han publicado en la revista «Intelligence»(se abrirá en una nueva ventana). Los investigadores midieron dieciséis dimensiones relacionadas con los logros a lo largo de la vida adulta, como el razonamiento, la velocidad de procesamiento, el conocimiento, la inteligencia emocional, la capacidad de memoria y la educación financiera. También examinaron cinco rasgos principales de la personalidad, a saber: extroversión, estabilidad emocional, responsabilidad, apertura a la experiencia y amabilidad. Los datos provienen de una muestra considerablemente grande. Los datos sobre capacidad cognitiva se obtuvieron de un estudio en el que participaron cerca de cinco mil personas de entre diecinueve y ochenta y ocho años. Los datos de personalidad incluyeron la información de más de diez mil participantes de los Países Bajos observados durante más de doce años. Los datos sobre inteligencia emocional procedían de más de cuatrocientos adultos de entre veinte y setenta y dos años. Los datos sobre educación financiera se obtuvieron de cerca de quince mil adultos japoneses. «La capacidad cognitiva general alcanzó su punto álgido entre los cincuenta y cinco y los sesenta años, antes de comenzar a disminuir a partir de los sesenta y cinco años —explicó Gilles Gignac, autor del estudio y profesor titular de Psicología de la Universidad de Australia Occidental, a «The Conversation»(se abrirá en una nueva ventana) —. Ese descenso fue más pronunciado después de los setenta y cinco años, lo que sugiere que la disminución de la capacidad cognitiva en la vejez puede acelerarse una vez que comienza». Los resultados revelaron que varios rasgos alcanzaron su apogeo mucho más tarde en la vida. «La responsabilidad alcanzaba su punto máximo alrededor de los sesenta y cinco años, mientras que para la estabilidad emocional estaba en torno a los setenta y cinco años», explicó Gignac con más detalle. «Otras dimensiones menos estudiadas, como el razonamiento moral, también parecen alcanzar su punto máximo en la edad adulta avanzada. Y la capacidad de resistir los sesgos cognitivos —atajos mentales que pueden llevarnos a tomar decisiones irracionales o menos precisas— puede seguir mejorando hasta bien entrados los setenta o los ochenta». Aunque la rapidez mental y la velocidad de procesamiento básica disminuyen con la edad, el juicio y la toma de decisiones mejoran. Gignac señaló que estas capacidades son fundamentales para progresar en la vida profesional. «Nuestros hallazgos pueden ayudar a explicar por qué muchos de los puestos de liderazgo más exigentes en el ámbito empresarial, político y social suelen estar ocupados por personas de entre cincuenta y sesenta años. Así, si bien algunas capacidades disminuyen con la edad, esto se compensa con el desarrollo de otros rasgos igualmente importantes».
La edad es tan solo un número
Charles Darwin tenía cincuenta años cuando publicó «El origen de las especies», un libro que cambió la forma en que entendemos la vida en la Tierra. Ludwig van Beethoven tenía cincuenta y tres años, y padecía una discapacidad auditiva grave, cuando estrenó la «Novena Sinfonía», una de las obras más excelsas de la música occidental. El coronel Harland Sanders, el fundador de la cadena de pollo frito más famosa del mundo, tenía sesenta y dos años cuando franquició su receta. La actriz británica Helen Mirren no consiguió su gran oportunidad en el cine hasta que cumplió cincuenta años, y ganó su primer Óscar a los sesenta y dos. «La historia está llena de ejemplos de personas que alcanzaron sus mayores logros mucho después de lo que la sociedad suele considerar como “edad dorada” —concluyó Gignac—. Quizás sea hora ya de dejar de ver la madurez como una cuenta atrás y empezar a reconocerla como una etapa de plenitud». Sin duda, lo mejor de nuestra vida está aún por llegar.