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¿Cómo serán las bombillas en el futuro?

En relativamente poco tiempo, las bombillas han pasado de las incandescentes a las halógenas, las fluorescentes compactas y, ahora, a la tecnología de diodos emisores de luz. Nuestro experto, Rubén Costa, nos ilumina sobre lo que está por venir.

Las bombillas más eficientes, duraderas y respetuosas con el medio ambiente de la actualidad son los diodos emisores de luz (LED, por sus siglas en inglés). Sin embargo, la mayoría depende de componentes inorgánicos, que son difíciles de reciclar y proceden de materiales no renovables. Los diodos orgánicos emisores de luz (OLED, por sus siglas en inglés) están hechos con compuestos orgánicos de carbono y emiten una luz suave, muy similar a la luz natural. Los OLED ofrecen colores intensos, saturados y ajustables, y su diseño flexible permite incorporarlos tanto en paneles como en una gran variedad de materiales. Una vez que los costes bajen, es posible que los veamos por todas partes, en las paredes a nuestro alrededor o ,incluso, en nuestro cuerpo. «Los OLED serán más compatibles tanto para los dispositivos ponibles como para las aplicaciones médicas», comenta Costa. «Su ligereza y buen rendimiento también deberían lograrse con materiales sostenibles, como electrodos de grafeno y sustratos de biopolímeros, lo cual los hará extremadamente versátiles para un sin fin de aplicaciones». Según Costa, la forma de iluminar nuestros espacios podría cambiar a medida que evolucionan las fuentes de luz. La iluminación se ha vuelto muy eficiente en poco tiempo, por lo que la usamos para múltiples fines y prácticamente es ubicua. «Ahora, es importante educarnos en el buen uso de la luz para evitar el derroche de energía», apunta el experto. Ello implica utilizar la cantidad adecuada de luz para cada propósito y, al mismo tiempo, diseñar sistemas eficientes de recolección de microenergía, en los que la luz —tanto interior como exterior— tiene una gran importancia. Los sistemas o dispositivos inteligentes podrían aprovechar la energía perdida en forma de fotones, por ejemplo, utilizando tecnología fotovoltaica o térmica. En el proyecto ARTIBLED, financiado con fondos europeos, Costa y su equipo utilizaron proteínas artificiales para crear filtros de color para LED. Este avance evita la necesidad de utilizar elementos de tierras raras, recursos finitos tan codiciados que están provocando tensiones geopolíticas. El equipo de ARTIBLED examinó más de ochenta emisores diferentes y diez mil diseños de proteínas para obtener dos proteínas fluorescentes artificiales con emisiones de baja y media energía, abriendo la puerta a una nueva era en iluminación sostenible. Hablando de iluminación orgánica, muchos organismos producen bioluminiscencia, emitiendo luz gracias a reacciones químicas: piense en medusas que brillan o en playas iluminadas por plancton centelleante durante la noche. Hoy en día, algunas empresas experimentan con bacterias, proteínas y biopolímeros bioluminiscentes para tratar de recrear ese brillo suave en productos como plantas de interior. «Estos conceptos aún están en desarrollo y todavía no conocemos sus límites», concluye Costa. «Pero creo que podrían convertirse en sistemas complementarios en el futuro». ¿Su próxima bombilla? Podría ser simplemente una petunia luminosa. Más información sobre la investigación de Rubén Costa: Iluminación sostenible alimentada por proteínas artificiales

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