De residuos del vino a combustible
Un proyecto financiado por la UE ha desarrollado un medio por el cual los residuos procedentes de la industria vitivinícola se pueden procesar a través de la gasificación con agua supercrítica. La gasificación con agua supercrítica consiste en someter un sólido a temperaturas enormes bajo presiones considerables. Esto facilita la rotura de los sólidos que normalmente no son solubles y ayuda a promover determinadas reacciones químicas. Bombeada a través de un intercambiador de calor a 30MPa, el agua cargada de sustancia orgánica viaja por un reactor tubular enrollado de 15 metros, donde los residuos se calientan hasta alcanzar una temperatura de reacción de 600 grados Celsius. En ese conducto, las sustancias orgánicas se convierten en el gas combustible rico en hidrógeno. Un tratamiento adicional, como lavar de nuevo el agua, permite obtener CO2 limpio y renovable que se puede destinar a uso comercial. Los métodos convencionales, como los utilizados para los abonos químicos o vegetales, resultan limitados debido al contenido pesticida y a aditivos tales como el cobre, el boro y el arsénico. La combustión de estos materiales provoca la emisión de COV dañinos, y se ha comprobado que los vertederos están demasiado limitados debido a los recursos de la tierra. Por tanto, este descubrimiento promete una tecnología muy fructífera que se podría aplicar a varias industrias. Entre ellas se incluye la del procesamiento de verduras y frutas, el embalaje, la cría de animales, la producción de pasta y papel, el tratamiento de aguas residuales, la producción de materias primas biológicas y la producción de cultivos para obtener combustible.