Refinamiento de productos vegetales para obtener combustibles y sustancias químicas ecológicas
La biomasa es materia orgánica procedente de plantas y animales vivos, o que estuvieran vivos recientemente. Por su parte, una biorrefinería se dedica a generar productos y derivados útiles de base biológica, tales como combustibles y sustancias químicas, a partir de biomasa emitiendo una cantidad despreciable de dióxido de carbono (CO2). El proyecto Biopol («Evaluación del concepto de biorrefinería y sus consecuencias para la política agraria y forestal») se diseñó con el propósito de evaluar conceptos innovadores en el ámbito técnico, social medioambiental y normativo para su implantación en biorrefinerías con el objetivo último de orientar futuras políticas que regulen el desarrollo de biorrefinerías. Sus investigadores se centraron en cuatro clases fundamentales de biorrefinería. En las biorrefinerías verdes se utiliza biomasa como por ejemplo hierbas verdes y tréboles. En las biorrefinerías de materias primas lignocelulósicas se emplea materia seca procedente de biomasa con contenido en celulosa, como por ejemplo cañas y madera. Por su parte, en las biorrefinerías de cultivos enteros se usan como materia prima plantas de cultivo tales como cereales y maíz. Por último, en las biorrefinerías de plataforma doble se combina el azúcar (bioquímico) y el gas de síntesis (termoquímico) para obtener sustancias químicas y combustibles tales como etanol, metanol y polímeros. A continuación se seleccionaron cuatro sectores industriales en los que podrían implantarse satisfactoriamente conceptos de biorrefinería para obtener productos nuevos y potencialmente rentables: el sector químico, el del papel y la celulosa, el del almidón y el azúcar, y el de los biocombustibles. Los científicos, dedicados a la investigación de cuatro alternativas para el desarrollo futuro de biorrefinerías, usaron un modelo de suministro de biomasa. Las conclusiones más destacadas fueron que la Unión Europea posee biomasa suficiente para cumplir las normas relativas a energías renovables y la política climática, que las tecnologías de segunda generación al servicio de la sostenibilidad permiten producir cantidades considerables de productos derivados no energéticos valiosos, y que la implantación a gran escala de los conceptos de biorrefinería permitiría abaratar costes y precios. Entre las recomendaciones normativas formuladas por los investigadores destacan el etiquetado ecológico de los productos de base biológica para explicar las ventajas medioambientales a los consumidores; la aplicación de un principio de que «quien contamina paga», según el cual las empresas que prefirieran los productos derivados del petróleo ayudarían a financiar las biorrefinerías; y la puesta en marcha de iniciativas normativas que tuvieran en cuenta no sólo los productos alimentarios y energéticos, sino también fibras, productos bioquímicos y biomateriales. En conclusión, el equipo del proyecto Biopol realizó un análisis exhaustivo del estado actual de las biorrefinerías y de diversas alternativas para el futuro desarrollo de las mismas, a partir de lo cual formuló importantes recomendaciones para las futuras actividades de investigación y elaboración de políticas a este respecto. Es previsible que la aplicación de estos resultados ejerza una influencia positiva e importante en la competitividad europea, la sensibilización de los consumidores y la protección del medio ambiente del planeta.