Incineración de residuos peligrosos: limitación de las emisiones en el agua
La Comisión Europea ha presentado una propuesta para modificar la Directiva del Consejo relativa a la incineración de residuos peligrosos. La legislación existente establece valores límite muy estrictos para las emisiones de metales pesados y de dioxinas en el aire. El propósito de la modificación que se propone es limitar las emisiones de esas sustancias tóxicas en el agua. En particular, la propuesta restringe la liberación de compuestos de cadmio y de mercurio, así como de dioxinas, al mínimo técnicamente factible, a fin de proteger la salud humana y el medio ambiente. La propuesta de la Comisión establece valores límites de emisiones para los contaminantes contenidos en las aguas residuales generadas por los sistemas de limpieza por gases de exhaustación de las instalaciones para la incineración de residuos peligrosos. Se deben limitar las descargas de aguas residuales en el entorno acuático en la mayor medida posible. En la propuesta se establecen estrictas condiciones para permitir esas descargas. También contiene las disposiciones necesarias para vigilar las emisiones por medio de muestras y análisis, así como para garantizar el respeto del principio de la no transferencia de contaminación del aire al agua. Los valores límite que se proponen (promedios mensuales) son los siguientes: compuestos de mercurio - 0,01 mg/l; compuestos de cadmio - 0,02 mg/l; dioxinas - 0,5 mg/l. Para una serie de otros diez metales pesados y sus compuestos que también cubre la directiva, el límite total es de 5 mg/l. Los compuestos de cadmio y de mercurio, junto con las dioxinas, se cuentan entre las sustancias de mayor toxicidad para los ecosistemas y los seres humanos. Se conocen bien los efectos de las dioxinas, sobre todo a causa del accidente que ocurrió en Seveso, Italia, en 1976. Las dioxinas afectan el sistema nervioso central, causan trastornos hepáticos y graves lesiones cutáneas. Los metales pesados, tales como el mercurio y el cadmio, se acumulan en la biosfera y en los riñones y en el hígado y pueden causar graves lesiones en estos órganos. Los efectos del mercurio son también bien conocidos desde la llamada "enfermedad de Minimata" (el nombre del pueblo pescador japonés donde se produjo). En esa ocasión, el mercurio se acumuló en los peces que, al ser consumidos por la población local, provocaron efectos de parálisis y graves trastornos de la vista. La modificación que se propone, por consiguiente, representa un importante paso adelante en la protección de la salud humana y del entorno acuático.