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La financiación pública debe continuar, según los expertos en fusión

La investigación en materia de fusión representa un "gran" sector de la ciencia: los presupuestos necesarios para la investigación son elevados, el tamaño de un reactor experimental de fusión es enorme, el marco de tiempo requerido para el diseño, la construcción y la explotac...

La investigación en materia de fusión representa un "gran" sector de la ciencia: los presupuestos necesarios para la investigación son elevados, el tamaño de un reactor experimental de fusión es enorme, el marco de tiempo requerido para el diseño, la construcción y la explotación de tales instalaciones es extenso, y la tarea de persuadir a los organismos que ofrecen financiación de la importancia de la investigación sobre la fusión es, francamente, colosal. Además, también es "grande" lo que está en juego: "La importancia de la energía, cuya demanda es cada vez mayor, las preocupaciones medioambientales y las limitaciones de los recursos enérgicos disponibles impulsan la búsqueda de nuevas fuentes energéticas, que sean capaces de ofrecer una respuesta sustancial a las necesidades futuras del mundo", plantea el Grupo Consultivo Externo sobre la Acción Clave de "Fusión Termonuclear Controlada" (GCE sobre Fusión) de la Comisión Europea. Por otra parte, el progreso de la investigación sobre la fusión en las últimas décadas también ha sido tremendamente impresionante. Un ejemplo lo constituye la producción, en 1997, de 16 MW de energía de fusión en la Empresa Conjunta JET ("Joint European Torus"), con sede en el Reino Unido. Al tomar en consideración los logros científicos y tecnológicos y la estrategia del programa europeo de fusión, uno de los principales mensajes que se desprenden del trabajo del GCE sobre Fusión es que la Unión Europea debería continuar financiando la investigación en este ámbito. En su Dictamen del 13 de enero de 1999, el GCE señaló que "será difícil satisfacer el aumento global de la demanda de energía, sobre todo la eléctrica, y, al mismo tiempo, prestar atención a las serias preocupaciones relacionadas con el impacto sobre el medio ambiente. El GCE es de la opinión de que la energía de fusión podría hacer una contribución sustancial a la producción eléctrica en el futuro y que la Unión Europea debería impulsar su desarrollo." El programa europeo de fusión constituye una de las dos Acciones Clave del Programa Marco Euratom (1998-2002) y se gestiona en el ámbito del programa de Energía, Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible. La Acción Clave de Fusión difiere de las otras 22 Acciones Clave del VPM en que su trabajo no es planificado por la Comisión mediante convocatorias de propuestas. El programa europeo de fusión integra completamente todas las actividades relacionadas con la fusión por confinamiento magnético en los Estados miembros, Suiza y los siete países de Europa Oriental asociados recientemente al VPM. Con vistas a determinar los ámbitos de investigación y proyectos que necesitan con mayor urgencia la financiación comunitaria, se emplea un enfoque vertical de abajo hacia arriba. Los miembros del GCE sobre Fusión centran su debate en la implementación y la orientación del programa y en el posible papel que ésta desempeñará en el futuro, como opción energética. Hacen hincapié en que, para un esfuerzo a largo plazo como la IDT de la fusión, parte del éxito del programa depende de que cuente con financiación y apoyo constantes. Gracias a esto, ha sido posible la construcción y la operación de JET y su participación en la cooperación internacional con las actividades de diseño técnico de ITER - el Reactor Termonuclear Experimental Internacional. En su Dictamen de enero de 1999, el GCE "endorsa la orientación general del programa europeo de fusión, cuyo objetivo general es desarrollar la base necesaria para la construcción futura de un reactor experimental como Escalón Siguiente ("Next Step"). Para que pueda contribuir a la generación de electricidad de base en la segunda mitad del próximo siglo, la fusión necesita suficiente apoyo que le permita mantener esta orientación en pos de un reactor experimental". Otra meta importante del programa de IDT de Energía de la UE es explorar los nuevos conceptos que tendrán trascendencia para la prosperidad y el crecimiento económicos, y fomentar la cooperación transfronteriza, el desarrollo económico, la seguridad y la competitividad. En la actualidad, se llevan a cabo acciones indirectas relacionadas con la fusión termonuclear controlada, entre otras cosas, en el marco de diferentes contratos multilaterales, incluidos los de las Asociaciones Euratom-Fusión, el acuerdo de EFDA (Acuerdo europeo de desarrollo de la fusión), y el acuerdo de cooperación internacional entre la Comunidad, Japón, y la Federación Rusa (y, hasta julio de 1999, EEUU), relativo a las actividades de diseño técnico de ITER. ITER constituye, para la comunidad internacional de la fusión, la respuesta del "Escalón Siguiente" en la investigación sobre cómo aprovechar el calor producido por la misma reacción que hace posible el funcionamiento del sol y de las demás estrellas. El concepto se basa en la utilización de fuerzas magnéticas fuertes y corrientes eléctricas, con el objeto de confinar a los núcleos atómicos ligeros y calentarlos, por medios internos y externos, hasta que fusionen entre sí en reacciones termonucleares y, de ese modo, liberen energía. Los expertos en el ámbito de la fusión, como el vicepresidente del GCE, el Profesor D'haeseleer, creen que la utilización de la energía generada por reacciones de fusión, que no emiten gases de efecto invernadero, podría constituir una de las fuentes energéticas del futuro, cuando los combustibles fósiles resulten más escasos y, posiblemente, el medioambiente ecológico terrestre se vea más afectado por el efecto invernadero. A partir de 1986, científicos e ingenieros de Europa, Japón, la antigua Unión Soviética y EEUU han colaborado muy satisfactoriamente, a una escala sin precedentes, en el diseño de ITER. Recientemente, sin embargo, el proyecto se ha visto acosado políticamente, debido al tamaño de la financiación que requiere. Los científicos e ingenieros han estimado que se necesitarían unos 6 billones de euros para construir la versión a escala completa de ITER, pero tanto la Federación Rusa como Japón han sufrido crisis económicas nacionales y EEUU se retiró de ITER a mediados del año pasado. La respuesta de la comunidad internacional de la fusión ha sido abogar por un nuevo diseño de ITER, que permita continuar la investigación a una escala más modesta. A esta alternativa la han denominado ITER-FEAT. Esta instalación experimental, opinan, constituiría un intento a menor escala, y a aproximadamente la mitad del precio, de alcanzar el "Escalón Siguiente", que, a pesar de tener objetivos técnicos de menor alcance, podría aún satisfacer el objetivo programático general, que es demostrar la viabilidad científica y tecnológica de la utilización, para fines pacíficos, de la energía de fusión. Europa es el líder mundial de la investigación sobre la fusión y cuenta con los conocimientos necesarios para construir tal instalación, afirma el Profesor D'haeseleer. Pero la decisión final sobre la construcción de ITER-FEAT, y el lugar donde estaría ubicado, también se basará en consideraciones financieras y políticas. Aunque la investigación sobre la fusión en Europa recibe financiación tanto a nivel nacional como europeo, es la financiación comunitaria lo que fortalece la cohesión y coordinación e impulsa los esfuerzos comunitarios de investigación, opina el Profesor D'haeseleer. Este apoyo tiene que continuar, insiste, "Si la energía es un problema que se debe afrontar, y muchos creemos que lo es, y la investigación sobre la fusión está relacionada con la energía, el costo de la instalación no es exagerado. Nadie puede predecir el futuro y sería irresponsable cortar una línea de investigación potencialmente satisfactoria." En cuanto a sensibilización del público en general acerca de la opción de la energía de fusión, continúa el Profesor D'haeseleer, se debe tener en cuenta que la fusión es un concepto complejo, difícil de comunicar, en gran parte debido al alto grado de abstracción de la física del plasma de fusión que es necesario comprender. Con esto concuerda el Dr. Steinmetz, que actúa de enlace entre el GCE sobre Fusión y la Comisión Europea. Según el Profesor D'haeseleer, el GCE también está considerando cuidadosamente las vías para mejorar las comunicaciones entre la comunidad de la fusión, los responsables por la toma de decisiones y el público en general. Una cuestión inherente a la investigación sobre la fusión es la gran magnitud de las escalas de tiempo que conlleva. Pueden pasar muchos años antes de que sea posible observar resultados sustanciales de nuevos experimentos de gran envergadura, debido a los períodos relativamente largos de diseño y construcción de las instalaciones. En la década de 1950, los científicos pensaban que, en cuestión de decenios, podrían comenzar a utilizar la energía generada por reacciones de fusión. Esto, como se sabe, no ha ocurrido. "Pero el progreso alcanzado por los investigadores de la fusión, en los últimos veinte años, ha sido enorme", subraya el Profesor D'haeseleer, destacando los logros de los científicos en la instalación experimental de JET, en Abingdon, Reino Unido. JET, que es la mayor instalación de fusión del mundo, construida en 1983, posibilitó la propagación de reacciones de fusión que produjeron cantidades muy grandes de energía, aunque menores que las utilizadas para provocar la reacción. Recientemente, investigadores japoneses también han tenido resultados muy satisfactorios en una instalación similar. Para obtener mayor energía que la invertida y demostrar la viabilidad de una central nuclear de fusión, los científicos necesitan un aparato mayor y más poderoso que JET, que sea capaz de mantener un plasma de fusión ardiente, produciendo materia durante unos diez minutos o más. ITER-FEAT, el Escalón Siguiente, sería este aparato. "Para fabricar un aparato como éste, es necesario acoplar a la tecnología con la física del plasma de fusión", manifiesta el Profesor D'haeseleer, "y, si se quiere desarrollar la fusión como una opción energética viable, es muy importante que la orientación del programa continúe centrándose en el reactor". En estos momentos, se está preparando la solicitud de financiación para la fusión, en el ámbito del próximo Programa Marco. "Si la comunidad internacional de la fusión aprueba la construcción de ITER, ésta podría comenzar dentro de tres o cuatro años", afirma el Profesor D'haeseleer, es decir, durante el VI Programa Marco. ITER-FEAT mediría aproximadamente 20 metros de ancho por 15 metros de alto y formaría parte de un complejo parecido al que alberga a una central eléctrica. Su construcción duraría unos diez años y se tendría que explotar durante cerca de diez años más, antes de que se pudiera llevar a cabo el diseño de un proyecto de demostración. "Es muy poco probable que veamos los primeros avances de la energía de fusión en el mercado energético en los próximos 50 años", comenta el vicepresidente del GCE, "aparentemente, lo único que reduciría esta demora sería una gran crisis energética". Sin embargo, según él, el GCE sobre Fusión está plenamente de acuerdo en que ITER-FEAT debe construirse, preferentemente en Europa, para garantizar que las pericias en la ciencia de la fusión no se pierdan. Si la financiación comunitaria de la fusión es insuficiente, algunos Estados miembros podrían abandonar sus esfuerzos y los jóvenes investigadores se cuidarían de dedicarse al ejercicio de una carrera que no ofrece oportunidades laborales. Tomarían otro camino y la competencia de la ciencia se perdería. Éste es uno de los temores del Profesor D'haeseleer: "La investigación sobre la fusión no es algo que se puede meter en una nevera porque se perdería el conocimiento. Reinventar la fusión acarrearía un costo enorme". Por el momento, el GCE sobre Fusión está satisfecho con los resultados publicados de la investigación que ha recibido financiación del Programa Marco. "La labor de los investigadores de la fusión en Europa ha sido sobresaliente, si se tienen en cuenta las complejidades que han tenido que afrontar", afirma el vicepresidente. El mayor desafío actual para la comunidad de la fusión es convencer a los organismos de financiación y al público de que su trabajo requiere un apoyo constante y fuerte. La liberalización de los mercados de gas y electricidad ha resultado en una reducción de los precios de la energía - camuflando el enorme consumo de recursos - y muchos afirman que otras fuentes energéticas alternativas, tales como las turbinas eólicas y la energía solar, serán suficientes para satisfacer todas nuestras necesidades energéticas futuras. El Profesor D'haeseleer y sus colegas no están de acuerdo con esta posición extrema: "El GCE opina que se debe invertir en todas las opciones energéticas potenciales y que la fusión podría hacer una contribución importante al suministro futuro de la electricidad de base. Apelamos a que se adopte una estrategia energética europea, que incluya a la fusión como una opción energética futura".