El cobre puede evitar las infecciones producidas por la E. coli, afirman científicos del Reino Unido
Mientras la Unión Europea se prepara para la creación de una nueva autoridad alimentaria europea, científicos del Reino Unido han hecho un descubrimiento muy importante que podría ayudar en la lucha contra una de las principales enfermedades de origen alimentario. Un equipo de la Universidad de Southampton, dirigido por el Profesor Bill Keevil, ha averiguado que las superficies de cobre en la preparación de alimentos podrían reducir significativamente el riesgo de envenenamiento alimentario con bacterias como la E. coli (Escherichia coli) O157. La bacteria provoca hemorragias y la consiguiente pérdida de sangre. Uno de los peores brotes se produjo en Escocia en 1997: fallecieron 20 personas y enfermaron otras 500 como consecuencia de la E. coli O157. El descubrimiento se ha producido después de estudiarse durante dos años el efecto de las superficies de cobre en cultivos de E. coli O157. La investigación ha sido financiada por la "International Copper Association" (ICA, Asociación Internacional del Cobre), que subvenciona estudios sobre el uso del cobre en todo el mundo, Europa inclusive. El Profesor Keevil y su equipo llevaron a cabo el estudio vertiendo cultivos de E. coli O157 sobre una superficie, dejándolos secar y, a continuación, incubándolos a cuatro grados centígrados o a 20 grados centígrados. Como era de prever, se comprobó que la E. coli O157 era muy resistente y sobrevivía entre dos y tres meses en superficies de acero inoxidable. "Nos sorprendió la larga supervivencia de la O157, sobre todo después de haberse secado en las superficies", comentó el Profesor Keevil a Noticias CORDIS. Hizo referencia a la honda preocupación de las empresas de alimentos refrigerados por estos resultados. Los cultivos vertidos sobre una superficie de cobre, sin embargo, morían rápidamente en tres o cuatro horas, lo que no sorprendió tanto al Profesor Keevil, conocedor de que el cobre actuaba como inhibidor. Como es obvio, estos resultados serán muy interesantes para todos aquéllos que intervienen en la preparación de alimentos, hospitales, restaurantes, fábricas y comercios, por ejemplo. "El acero inoxidable se emplea en todo el mundo por las propiedades higiénicas que se le atribuyen. Su superficie siempre muestra un aspecto agradable, limpio y brillante", afirmó el Profesor Keevil. "No obstante, una mirada más cercana revela arañazos y marcas que, a escala microscópica, se parecen más a valles. Es muy fácil que los agentes patógenos se introduzcan en estas hendiduras, por lo que frotar la superficie con un trapo o un cepillo puede no ser suficiente para extraerlos", continuó. El cobre por sí solo, empero, no es adecuado para la preparación de todos los alimentos, ya que los de carácter ácido, como por ejemplo los cítricos, tienen un efecto corrosivo sobre este metal. Aspecto éste que se tratará en la siguiente fase del estudio, que, a punto de comenzar, se centrará en determinar una aleación de cobre que conserve sus propiedades de eliminación de bacterias y pueda utilizarse higiénicamente como superficie para la preparación de alimentos. El latón, por ejemplo, también posee un efecto supresor de bacterias, aunque no sea tan eficaz como el cobre, indicó el Profesor Keevil a Noticias CORDIS. En la próxima fase del trabajo también se investigarán cepas recién descubiertas de E. coli, sobre todo la O111, predominante en Australia, y posiblemente la O26, que parece ser la cepa dominante en Italia y países vecinos. Este estudio representa la continuación de proyectos anteriores llevados a cabo por el equipo de Southampton y dedicados asimismo a las posibilidades del cobre en beneficio de la salud humana. Hace unos tres años el centro de atención se encontraba en la contaminación del agua, donde se demostró que el uso del cobre reducía significativamente el riesgo de infección por E. coli O157. El estudio más reciente ha aprovechado los resultados de una investigación, realizada hace 12 años, sobre la enfermedad de los legionarios, cuando se descubrió que la utilización de tuberías de cobre, a diferencia del plástico o de otros metales, suprimía el desarrollo de la legionella. Los antiguos egipcios ya utilizaban el cobre para mantener fresca el agua. Al preguntársele por qué los científicos habían tardado tanto en investigar la posibilidad de utilizar las superficies de cobre en la preparación de alimentos, el Profesor Keevil dijo que se trataba de una cuestión de modas. "La sociedad moderna ha asistido al desarrollo de nuevos materiales (...) que no se corroen, y de los plásticos modernos, que son fáciles de moldear. Ha habido un cierto abandono del cobre", afirmó.