Según un informe, las políticas del espacio europeo de investigación deben eludir una definición tipificada de los programas nacionales de investigación
Un documento de reflexión elaborado por la Comisión ha llegado a la conclusión de que las políticas sobre el espacio europeo de investigación deben eludir la definición "única" de los programas nacionales de investigación, y reconocer los diferentes acuerdos de financiación que existen en cada Estado miembro. Este informe, encargado por la Unidad de Investigación en Ciencias Humanas y Sociales de la Dirección General de Investigación como contribución a la implementación del espacio europeo de investigación, examina las estructuras nacionales de investigación en el ámbito de las ciencias sociales y humanas en cada uno de los países de la UE, y aporta recomendaciones sobre cómo se debe preparar este ámbito de investigación para ser incluida en el espacio europeo de investigación. El ámbito de investigación de las ciencias sociales y humanas proporciona una base interesante para este tipo de estudio debido a que habitualmente recibe menos financiación que otros ámbitos tradicionales de la ciencia y la contribución financiera de la UE a éste ámbito es significativa, incluso en los países más grandes. El autor del documento, John H Smith, afirma que existen al menos cinco categorías de acuerdos de financiación para los programas nacionales de investigación en los que se encuadran los diferentes Estados miembros. Por ejemplo, el Reino Unido y los países nórdicos cuentan con sistemas basados en consejos de investigación que financian tanto programas de iniciativas (temáticos) como adaptados (basados en la curiosidad). Francia e Italia, por el contrario, tienen, para canalizar la financiación, instituciones de investigación en vez de consejos, y las actividades de Alemania se centran principalmente en los programas adaptados. Respecto al proceso de ampliación, el informe advierte de que: "Ninguno de [...] los cinco "tipos" de acuerdos nacionales de financiación puede utilizarse para describir a los acuerdos que predominan actualmente en los países candidatos a la UE de Europa Central y Oriental", lo que sugiere que las políticas del espacio europeo de investigación deberán ser flexibles y adaptables. La existencia de una escisión general entre los países del norte de Europa, con elementos temáticos de investigación en sus programas, y los Estados europeos meridionales, como Grecia, Portugal y España, que se centran más en las iniciativas adaptadas, justifica la advertencia del informe sobre la creación de una "fractura norte-sur" si se elude este factor. El informe incluye recomendaciones sobre cómo aplicar el espacio europeo de investigación en este ámbito de la ciencia, incluida la creación de mecanismos consultivos entre la Comisión y las asociaciones profesionales más prominentes, así como un plan piloto para la creación de un marco comunitario que suscite el debate político. La Comisión debería también trabajar en cooperación con las agencias de investigación, declara el autor, con el fin de iniciar un dialogo con los directores de investigación cuyos programas encajan dentro de las prioridades del VIPM. El informe concluye afirmando que uno de los mayores desafíos de la implantación del espacio europeo de investigación será "incorporar y vincular a los investigadores de alta calidad de las varias comunidades nacionales de investigación que hayan adquirido técnicas y experiencia en la innovación de la investigación tanto a nivel nacional como europeo." Son las comunidades de investigación ellas mismas las que tienen, según el informe, que definir realmente los "programas nacionales", por lo que el principio rector del espacio europeo de investigación deberá basarse en "otorgar confianza a los investigadores para que desarrollen enfoques críticos e innovadores que sirvan para abordar los problemas de la sociedad."