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Europa tiene la obligación moral ante los países en desarrollo de debatir el potencial biotecnológico de la agricultura sostenible, afirma Busquin

El Comisario de Investigación, Philippe Busquin, dijo el 30 de enero que Europa tiene hacia los habitantes de los países en desarrollo la profunda obligación moral de ayudar a combatir la pobreza y la enfermedad, en la inauguración de un debate sobre las ciencias de la vida y ...

El Comisario de Investigación, Philippe Busquin, dijo el 30 de enero que Europa tiene hacia los habitantes de los países en desarrollo la profunda obligación moral de ayudar a combatir la pobreza y la enfermedad, en la inauguración de un debate sobre las ciencias de la vida y la biotecnología en la agricultura sostenible. La Comisión Europea, con la colaboración del Grupo Europeo de Ciencias de la Vida (EGLS), organizó una conferencia de dos días de duración, a la que asistió un grupo de expertos que manifestaron sus opiniones sobre las consecuencias de las actuales prácticas agrícolas y el impacto de la biotecnología sobre la agricultura sostenible en los países en desarrollo. "En muchas partes del mundo existe un problema evidente de suministros alimentarios," afirmó el Comisario Busquin. "Sería una irresponsabilidad no evaluar y debatir el potencial de las ciencias de la vida y la biotecnología para garantizar una agricultura sostenible en los países en desarrollo." "Unas 40.000 personas mueren cada día en todo el mundo por causas relacionadas con el hambre, [...] la demanda de alimentos para satisfacer la creciente población mundial está aumentando con más rapidez que la capacidad de los productores de alimentos para satisfacer dichas demandas," dijo el profesor Ismael Serageldin, director de la biblioteca de Alejandría. Dado que se prevé que la población mundial supere en 2025 los 8.000 millones, el profesor Serageldin expuso la necesidad de encontrar la forma de aumentar la producción de alimentos y reducir la pobreza, y al mismo tiempo, proteger el medio ambiente. Los métodos tales como la agricultura de rozas y quema, y los sistemas de regadío ineficientes, son perjudiciales para las personas y el medio ambiente de los países en desarrollo. "La pobreza es el peor contaminante y destructor de la biodiversidad," afirmó la Dra. Florence Wambugu, directora ejecutiva de Harvest Biotech Foundation International. Ambos oradores coincidieron en que los aumentos en la producción de alimentos tendrían que provenir de un incremento en el rendimiento biológico, y no del aumento de la superficie y la irrigación de los cultivos. Los africanos gastan en alimentos hasta el 60 por ciento del PIB, mientras que los europeos sólo gastan el 25 por ciento. De acuerdo con la Dra. Wambugu, aprovechar la tecnología es la manera más eficaz de reducir el precio de los alimentos. La aplicación de la biotecnología puede crear plantas que sean más resistentes a la sequía, toleren mejor la sal y resistan más a las plagas, sin la utilización de pesticidas. Pueden alterarse genéticamente las propiedades de las plantas con objeto de que maduren en menos tiempo, se incremente su transportabilidad, se reduzcan las pérdidas posteriores a la cosecha, y mejore su calidad nutricional. Las vacunas contra las enfermedades que afectan al ganado ya constituyen importantes productos de la investigación biotecnológica. Si bien la aplicación de nuevas tecnologías ayudará al desarrollo sostenible, la Dra. Wambugu recalcó la necesidad de desarrollar tecnologías fáciles de utilizar y que implanten nuevas prácticas de cultivo. Sin embargo, se plantean numerosos obstáculos y desafíos al desarrollo de la biotecnología en la agricultura de los países en desarrollo. Como señaló el profesor Serageldin, no se trata sólo de desarrollar nuevos sistemas de producción de alta productividad y ecológicamente sostenibles, sino también de una cuestión de voluntad política. "Un aspecto esencial de la respuesta a este reto es aprovechar todos los instrumentos del crecimiento agrícola sostenible." La Dra. Wambugu expresó su preocupación acerca de la forma de proteger los derechos de propiedad intelectual (IPR) sin impedir el libre acceso a las herramientas de investigación y permitiendo que se compartan equitativamente los beneficios con los pobres que no están en condiciones de pagar esos derechos. De igual modo, el profesor Serageldin alertó sobre el hecho de que, sin un sistema de IPR regulado sólidamente, podría aparecer un especie de apartheid de la ciencia y la tecnología, incrementando así la marginación de los países en desarrollo. El grupo de expertos también debatió la aceptación pública de los productos biotecnológicos. Según la Dra. Wambugu, la desinformación ha provocado en la gente un temor acerca de los productos modificados genéticamente. Añadió que el aumento del gasto en el alcance de la biotecnología resulta decisivo para eliminar miedos y mejorar el diálogo. La Dra. Wambugu también pidió que finalizase la moratoria de hecho existente en Europa con respecto a los productos MG. Como indicó el Sr. Busquin, los agricultores de los países en desarrollo se enfrentan a un dilema: si utilizan técnicas de modificación genética, no pueden exportar a Europa. Pero si no se aplican estas técnicas, los agricultores tienen pérdidas y quedan sometidos a una mayor competencia. El profesor Serageldin concluyó urgiendo a los interesados en diferenciar entre ética, economía y ciencia al evaluar el impacto de la biotecnología y las ciencias de la vida sobre la agricultura sostenible en los países en desarrollo.