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Mitos y realidades de la política de innovación de EEUU

La construcción de una política europea de innovación implica la definición de políticas, incentivos y modalidades de cooperación correctos, según indicó Charles Wessner, de la Academia nacional de las ciencias de EEUU, con motivo de la XIV Conferencia Interparlamentaria de EU...

La construcción de una política europea de innovación implica la definición de políticas, incentivos y modalidades de cooperación correctos, según indicó Charles Wessner, de la Academia nacional de las ciencias de EEUU, con motivo de la XIV Conferencia Interparlamentaria de EUREKA, celebrada el 23 de junio en Copenhague (Suecia). En su discurso de presentación, el doctor Wessner destacó algunas de las tendencias y anomalías de la investigación y desarrollo (I+D) en EEUU, y expuso los mitos y realidades de la ayuda pública a la industria. Hizo hincapié en los retos que, al igual que Europa, tiene planteados EEUU en el campo de la I+D. "Muchos aquí piensan que EEUU dispone de una maquinaria de investigación cien por cien eficaz y bien engrasada, financiada secretamente por la I+D de defensa [...] Ahora, si bien es cierto que la I+D está creciendo, la verdad es que las ayudas públicas a la investigación han caído en términos relativos con respecto al aumento del volumen de la economía estadounidense. A lo que cabe añadir la desigualdad del cuadro de obligaciones federales", explicó el doctor Wessner, sin dejar de aludir a la creciente preocupación que se siente en Washington por el insuficiente esfuerzo inversor en el futuro. Charles Wessner se refirió asimismo a la profunda ambivalencia del papel de las autoridades públicas en la sociedad de la innovación, sumada a una serie de mitos estratégicos visibles desde ambos lados del Atlántico. El primero es el que dice que la innovación es un proceso lineal al que debe aplicarse un modelo lineal. Según afirma Wessner, para ello se admite la hipótesis simplista de que invirtiendo en I+D se generan automáticamente innovaciones y productos. "Téngase en cuenta que este proceso no se basa en la realidad, sino en un modelo". "Y por mucho que necesitemos alentar a universidades y centros a cambiar su planteamiento de la I+D, tampoco conviene olvidar la capacidad de empuje de la investigación nacida de la curiosidad", dijo el científico estadounidense. "De modo que, la innovación es un entorno mucho más complejo, que se sitúa en la encrucijada de la investigación básica y aplicada, y entre desarrollo y comercialización". Otro mito muy extendido en EEUU señala que las buenas ideas reciben financiación comercial. La realidad es muy distinta: ocurre con demasiada frecuencia que los agentes del mercado tienen un conocimiento insuficiente de lo que constituye una idea innovadora; la captación de fondos desde las pequeñas empresas es tarea ardua y complicada. No sólo eso, sino que los inversores de capital riesgo se inclinan por dedicar recursos a las etapas posteriores a la primera fase tecnológica en que suele enmarcarse la innovación, señaló el doctor Wessner. Con todo, el sistema estadounidense, pese a sus imperfecciones, puede ser una fuente de enseñanzas para Europa. "Es cierto que el sistema de EEUU tiene grandes asignaturas pendientes; pero no lo es menos que existe un entorno empresarial que es clave para el crecimiento basado en el conocimiento", razonó Wessner. El impulso de la titularidad, las tenues barreras reglamentarias de acceso y la diversidad de los mercados de capitales constituyen, según entiende el investigador, componentes esenciales del estímulo a la innovación. EEUU ha sabido también desarrollar programas adecuados de asociación publico-privada, como el programa de investigación para la innovación en las pequeñas empresas y el de tecnología avanzada, así como sistemas efectivos de gratificación, capaces no solamente de contemplar la financiación precoz de tecnologías emergentes, sino también de encauzar hacia el mercado nuevas ideas de procedencia universitaria y crear sinergias entre pequeñas empresas, grandes compañías y universidades, añadió Wessner. Visto lo cual, ¿cuál fue la recomendación del doctor Wessner a los delegados presentes en la conferencia? para ayudarles a definir una política europea de innovación positiva. "Métodos hay muchos. No se trata de reproducir lo que haga EEUU, la clave está en otra parte", comentó a Noticias CORDIS. "Está en que todos tenemos problemas en este campo y todos necesitamos buscar la forma de hacerlo mejor". "El desafío que tiene que afrontar Europa no es la investigación, sino la comercialización de la I+D. Los dirigentes políticos necesitan dar autonomía a los investigadores y potenciar la financiación, y los responsables de programas de ayuda deben ser capaces de asumir riesgos y aceptar el fracaso como parte consustancial de la consecución del éxito", afirma el doctor Wessner. "Simultáneamente hacen falta políticas que asienten un marco de cooperación dictado por las necesidades de los individuos ya que, al fin y al cabo, no son los países los que innovan, son las compañías", asevera. "Así y todo, el diálogo sobre la política de innovación reviste un carácter marcadamente nacional; el que la Comisión Europea progrese en el desarrollo de un espacio europeo no significa que tengan que abandonar las políticas nacionales, regionales y locales", advirtió. Otra razón por la que Europa no necesita acudir a EEUU en busca de respuestas, en opinión del doctor Wessner, es la presencia de organismos de I+D como Tekes en Finlandia y la red EUREKA, herramientas ejemplares para potenciar en Europa el crecimiento basado en la innovación. "Si he de decir la verdad, EUREKA funciona pero los Estados miembros no están asignando recursos suficientes. ¿Por qué?"

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