...mientras Francia insta a minimizar el efecto de la fuga de cerebros en los países en desarrollo
Francia ha anunciado su apoyo oficial al desarrollo de "diásporas científicas" (comunidades autoorganizadas de científicos e ingenieros expatriados) para frenar el impacto de la fuga de cerebros en los países en desarrollo. Esta es la respuesta al informe del Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD), que recomendaba el respaldo del gobierno al establecimiento de diásporas científicas por su papel como "socios para el desarrollo". Las recomendaciones se basan en un análisis de las diásporas científicas existentes en la actualidad y en el potencial que pueden aportar para el crecimiento. El comisario de investigación Philippe Busquin calificó la iniciativa de "buena idea" el pasado 25 de noviembre. El principio que sustenta el interés por las diásporas es que a través de ellas los científicos pueden aportar su contribución al potencial científico de sus respectivos países sin que ello signifique volver a estos de forma definitiva. La formación de estas comunidades se ha hecho posible gracias a Internet, que ha servido para mejorar la creación y desarrollo de redes. Las diásporas científicas son cada vez más frecuentes en Estados Unidos, sobre todo entre científicos chinos e indios, donde las comunidades han establecido fuertes vínculos con instituciones de sus países de origen. Es sin embargo evidente que esto puede no resultar tan sencillo para los investigadores procedentes de países africanos, ya que muchos de estos países no disponen aún de una infraestructura científica sólida. La creación de diásporas científicas no produce no obstante los mismos resultados cuando no existe el respaldo necesario del gobierno del país de origen. La asociación de investigadores y expertos marroquíes en el extranjero (MARS), que no consiguió llegar a establecerse en Marruecos tal y como se había previsto, constituye un claro ejemplo de ello. Una de las principales razones por la que se produce esta situación puede ser la falta de vínculos fuertes con el gobierno marroquí. Los países africanos tradicionalmente cercanos a Francia, en concreto, Senegal, Mali y Benin, pueden ser los primeros en beneficiarse del apoyo del gobierno francés.
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