Un estudio italo-suizo señala que la capacidad de adaptación a las alturas es hereditaria
Los tibetanos que viven por encima de los 3.500 metros sobre el nivel del mar, al menos parte de ellos, heredaron un sistema de inmunidad frente a los efectos de la falta de oxígeno en su tejido muscular, según un nuevo estudio. La falta de oxígeno o hipoxia no sólo afecta al cerebro y a los pulmones de los montañeros en forma del mal de altura, sino que afecta también a sus músculos. Un estudio realizado por miembros de dos expediciones suizas que ascendieron el Everest en la década de los 80 reveló que la cantidad de mitocondria, las centrales eléctricas de las células, se reducía en los montañeros europeos que se exponían al riesgo de hipoxia, lo que provocaba daños celulares en el tejido muscular. Esto se debe a que la hipoxia provoca la formación de radicales libres, moléculas o átomos altamente reactivos, que atacan la mitocondria. Sorprendentemente, sin embargo, los indígenas sherpas tibetanos eran inmunes a ese daño muscular, lo que llevó a los científicos a plantearse si sus cuerpos se habrían adaptado a la hipoxia en el transcurso de sus vidas, o si se habrían adaptado de forma genética a las condiciones extremas tras 15.000 años de colonización de la meseta tibetana por parte de sus antepasados. Para intentar encontrar una respuesta, un equipo de investigadores suizos e italianos, dirigido por el Profesor Hans Hoppeler de la Universidad de Berna, llevó a cabo un estudio comparativo con nueve tibetanos que residían a más de 3.500 metros, seis tibetanos cuyos padres habían emigrado a las tierras bajas (a unos 1.500 metros) y un grupo de control de nueve nepaleses, que residían también a 1.500 metros sobre el nivel del mar. Los resultados demostraron claramente que los tibetanos tienen niveles mucho más altos de una enzima antioxidante llamada glutationa S-transferase, que neutraliza los radicales libre en los tejidos musculares, en comparación con los voluntarios nepaleses. Los tibetanos que vivían a gran altura tenían un nivel 380 por ciento más alto que el del grupo de control, mientras que el nivel de esa enzima en los tibetanos de las tierras bajas era un 50 por ciento más alto. "Gracias a esta enzima los tibetanos están presuntamente mucho mejor preparados para neutralizar los radicales libres producidos por la hipoxia", declaró el Profesor Hoppeler. "Fueron los resultados de los tibetanos que viven en las tierras bajas los que demostraron que la adaptación a la altura es una cuestión genética. Si se tratara de un fenómeno provocado por factores ambientales, no debería haber diferencia alguna entre esas personas y las del grupo de control", comentó a CORDIS Noticias. Además de un importante descubrimiento sobre la capacidad del cuerpo humano para adaptarse a condiciones extremas e inhóspitas, los resultados de la investigación tendrán aplicaciones más prácticas, explicó el Profesor Hoppeler. "Estos resultados refuerzan la teoría de que la altura no es saludable para el hombre. Los atletas y los montañeros tendrán que limitar lo máximo posible su exposición a grandes alturas para conseguir un nivel determinado de adaptación", señaló para concluir.
Países
Suiza, Italia