¿Estamos ante el principio del fin de la tecnología de cultivos transgénicos?
Monsanto, el principal vendedor de semillas modificadas genéticamente, anunció el 10 de mayo que suspenderá sus intentos de comercializar su trigo transgénico. Los activistas anti-OMG, entre ellos Amigos de la Tierra, consideran esta decisión como una "victoria para los consumidores" y el comienzo del fin para la tecnología de cultivos transgénicos. Para Monsanto, esta decisión forma parte de una nueva estrategia centrada en la "reasignación de las inversiones de I+D para acelerar el desarrollo de características, nuevas y mejoradas, para el maíz, el algodón y las semillas oleaginosas". El vicepresidente ejecutivo de Monsanto, Carl Casale, se comprometió también a "no perder de vista los deseos de la industria del trigo de realizar mejoras en los cultivos mediante la genética y la biotecnología, para juzgar el momento y la idoneidad de desarrollar un producto de trigo biotecnológico". Ciertamente, la empresa viene invirtiendo menos del uno por ciento de su presupuesto de investigación en el trigo. Monsanto empezó en 1997 sus pruebas de campo con trigo transgénico, modificado para resistir los pesticidas de la empresa. Sin embargo, el producto se ha encontrado con el firme rechazo de los agricultores estadounidenses y canadienses, llevados por el temor de que la introducción del trigo transgénico pudiera motivar el colapso de los mercados europeo y japonés. Los agricultores han sido testigos de la introducción de otros productos transgénicos en Europa, como el maíz o la soja, que acabaron siendo boicoteados. En la última década, la UE y Japón han adquirido aproximadamente el 45 por ciento del trigo exportado por EEUU. La mayor parte del trigo que se utiliza en Europa para la fabricación de pan procede de los EEUU, porque la calidad del grano europeo es menor. Monsanto declaró haber adoptado la decisión de detener la comercialización del trigo transgénico tras "largas consultas" con líderes de la industria.
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Estados Unidos