Un estudio español cuestiona las estadísticas de la investigación
Científicos y editores de publicaciones científicas están siendo obligados a prestar especial atención a la calidad de las estadísticas utilizadas en los documentos de la investigación, después de que un estudio revelara la existencia generalizada de errores matemáticos en dos publicaciones científicas muy conocidas. Emili García-Berthou y Carles Alcaraz, dos bioestadistas de la Universidad de Girona, en España, decidieron analizar el alcance de los errores estadísticos comprendidos en cuatro ediciones de Nature y en dos de BMJ (British Medical Journal) correspondientes al año 2001. Ambos decidieron volver a calcular los valores P que contenían los resultados publicados. El valor P es el medio a través del cual los investigadores miden si sus resultados tienen una importancia estadística o no, y normalmente un valor P inferior a 0,05 se considera importante, con pocas probabilidades de haber sido consecuencia del azar. Se utilizaron paquetes de software matemático para recalcular los valores P basados en las correspondientes cifras, que también constaban en los documentos de la investigación. Los dos científicos descubrieron que sus resultados eran diferentes al valor P que se había publicado en más del 11 por ciento de los casos, y que había errores menores, como errores de redondeo, en el 38 por ciento de los trabajos de Nature y en el 25 por ciento de los de BMJ. De los 27 errores de valor P hallados por los científicos, solamente uno supone que un resultado teóricamente importante carece en realidad de relevancia. No obstante, a pesar de que muchos de los errores eran demasiado pequeños para incidir de forma acusada en el resultado global de la investigación, algunos opinan que esto revela una dejadez hacia la estadística en la ciencia. El editor jefe de Nature, Philip Campbell, declaró que la revista revisaría con más detalle las cifras contenidas en el estudio crítico antes de decidir qué medidas tomar. El editor de BMJ Richard Smith, por su parte, sugirió que los investigadores o las publicaciones pueden poner los datos en bruto en Internet, para que otros puedan comprobarlos.