El mundo académico toma la iniciativa en el debate sobre el libre acceso
Tras una reunión celebrada recientemente y en la que se contó con la participación de investigadores, bibliotecarios de universidades y editores, se han empezado a poner en marcha una serie de medidas prácticas destinadas a permitir el libre acceso a través de Internet y a escala internacional a los documentos de carácter científico. En octubre de 2003 una reunión de organizaciones internacionales de investigación celebrada en Alemania plasmó sus conclusiones en la denominada declaración de Berlín cuyo objetivo es promover el libre acceso al conocimiento en el ámbito de las ciencias y las humanidades. Entre los 55 signatarios de la declaración se encontraban universidades, institutos de investigación, patrocinadores, y academias de toda Europa, así como de otros países como China y Egipto. A principios de este mes de marzo, los impulsores de dicha declaración fueron invitados a una reunión en Southampton, Reino Unido, con el objetivo de intentar identificar los medios prácticos a través de los cuales desarrollar su expreso compromiso en relación al libre acceso. Los asistentes propusieron una solución que esperan sirva para superar algunas de las objeciones planteadas a la idea del libre acceso a la investigación como, por ejemplo, la de quién correrá con los gastos de publicación. Las universidades y demás instituciones se proponen instar a los académicos a que depositen sus artículos de investigación en bases de datos en línea que puede ser consultadas por cualquiera que así lo desee, siempre que exista el consentimiento de su autor. De acuerdo con los partidarios de esta idea, el sistema no sólo beneficiaría a los propios investigadores, sino también a los patrocinadores y universidades e incluso a las editoriales. La reunión de Southampton llegó a la conclusión de que: "Para poner en práctica la Declaración de Berlín, las instituciones deberían: (1) desarrollar una política que inste a los investigadores a depositar una copia de todos sus artículos publicados en archivos de libre acceso; y (2) exhortar a los investigadores a publicar sus artículos de investigación en revistas de libre acceso, cuando existan revistas adecuadas de este tipo, y poner de su parte la colaboración necesaria para ello". Stevan Harnad, profesor de la universidad de Southampton y destacado partidario del libre acceso, manifestó tras la reunión: "Todos nos beneficiaremos. Los investigadores podrán tener acceso a publicaciones hasta ahora inaccesibles y sus investigaciones alcanzarán así una mayor repercusión. Por fin todos los que consideramos el libre acceso como algo positivo sabemos cómo hacerlo posible". También defendió la idea de que el libre acceso a los artículos de investigación no supondría un menoscabo en las ventas de las revistas científicas en donde dichos artículos fueron publicados originalmente, sino que por el contrario potenciaría su repercusión ya que el número de referencias bibliográficas en las que se mencionarían dichas revistas aumentaría. El ejemplo más reciente de una iniciativa de estas características se produjo el pasado 14 de marzo, cuando 16 directores de universidades de Escocia presentaron una declaración escocesa sobre el libre acceso en la que sus respectivas instituciones se comprometían a crear bibliotecas en línea de artículos de investigación abiertas a la utilización por cualquier profesor universitario. Asimismo se examinará la posibilidad de crear un depósito conjunto, y algunas universidades llegarán incluso a imponer a sus investigadores la publicación de sus trabajos en régimen de libre acceso. Para Derek Law, bibliotecario de la universidad de Strathclyde, "Es evidente en este momento que los artículos de libre acceso aparecen mencionados con mayor frecuencia en las citas bibliográficas que los demás artículos. Si la investigación que se desarrolla en Escocia puede consultarse en régimen de libre acceso habrá a su vez un mayor número de referencias a la misma, lo que por definición significa que también resultará más leída". "Esperamos que todo ello revierta en un ciclo positivo de mayor financiación para la investigación y una mayor inversión interna a medida que las empresas sean conscientes del valor añadido que supone disponer de una base de investigación consistente".