A través del proyecto NILE se abordan las barreras científicas a la producción rentable de bioetanol
Un nuevo Proyecto Integrado sobre bioetanol NILE se orienta a proponer procesos óptimos para la producción rentable de bioetanol limpio a partir de lignocelulosa, pudiéndose utilizar para la combustión de los motores de transporte. Reduciendo el coste de la producción de bioetanol a partir de materias primas de lignocelulosa a niveles que hacen que esta tecnología sea interesante a nivel comercial para los europeos, el proyecto NILE pretende contribuir a evitar el cambio climático, desarrollar un suministro energético seguro y asequible para Europa, y promover el crecimiento industrial y el desarrollo rural. "El bioetanol es un combustible renovable para los transportes que puede mezclarse con petróleo o incuso utilizarse en estado puro para reducir la acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera", explica Katharina Krell, secretaria general de la agencia europea de centros de energía renovable (EUREC), socio de NILE. "Genera emisiones muy reducidas de gas de efecto invernadero, especialmente cuando se produce a partir de materias primas lignocelulósicas, por lo que previene el cambio climático". El dióxido de carbono es el principal gas responsable del efecto invernadero. Las emisiones del sector europeo de transportes están creciendo, debido principalmente al aumento del tráfico rodado. Entre las leyes adoptadas por la Unión Europea para satisfacer el triple objetivo de garantizar el suministro energético europeo, mitigar el cambio climático y promover la competitividad europea en el sector de transportes, la Directiva sobre Biocombustibles exige que el 5,75 por ciento del total de los combustibles de transportes procedan de fuentes renovables en 2010. El bioetanol se produce actualmente de materias primas como la caña de azúcar, o la remolacha y del almidón de los cereales. La biomasa lignocelulósica, que incluye residuos agrícolas y forestales y materiales de residuo, tiene la ventaja de ofrecer una mejor selección de las materias primas potenciales que no entran en conflicto con el uso del suelo o la producción de alimentos, y será más barata que las fuentes convencionales de bioetanol. Además, se pueden encontrar abundantes suministros de biomasa lignocelulósica dentro de Europa, por lo que contribuye al objetivo geopolítico de reducir las importaciones de energía. Sin embargo, el avance de la conversión de biomasa lignocelulósica en biocombustibles se ha visto dificultado hasta ahora por barreras económicas o técnicas. NILE es el primer proyecto europeo que analiza toda la cadena de producción de bioetanol. Unifica a 21 entidades industriales y de investigación de 11 países europeos con pericias y experiencias complementarias que abarcan toda la cadena de producción y uso del bioetanol. Entre los consumidores finales de bioetanol figuran también los fabricantes de coches. NILE está coordinada por el instituto francés del petróleo (Institut Français du Pétrole) y su presupuesto general total asciende a 12,8 millones de euros, de los que la Comisión aporta 7,7 millones a través del VI Programa marco de Investigación y Desarrollo Tecnológico (VIPM). NILE desarrollará, investigará y evaluará las nuevas tecnologías eficaces de conversión de lignocelulosa a bioetanol a través de los procesos de hidrólisis y fermentación. Estas tecnologías se verificarán utilizando una planta piloto única totalmente integrada de la que se obtendrán datos fiables para las evaluaciones socioeconómicas y medioambientales mundiales, y el diseño de la futura unidad de demostración. Los retos claves del proyecto son la disminución del coste de la hidrólisis enzimática de lignocelulosa para los azúcares fermentados utilizando nuevos sistemas de ingeniería de enzimas; eliminar las actuales limitaciones intrínsecas de la conversión de azúcares fermentables a etanol; y la validación de sistemas de ingeniería de enzimas y cepas de levadura en una planta piloto totalmente integrada. "La idea del proyecto es generar nuevas patentes y oportunidades de comercialización", explica Guido Zacchi, doctor de ingeniería química en el instituto Lund de tecnología. El proyecto se basa en una planta piloto única que opera Etek, en Örnsköldsvik (Suecia), donde se pueden probar las tecnologías estudiadas a una escala indicativa para evaluar los costes y el impacto medioambiental.